Capítulo 22

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El cuarto de los Gojo se encontraba en total silencio, hacían dos días desde que Satoru trajo a Jane a la casa. Se encontraba aún recuperándose por el incidente y aún no abría sus ojos. Shoko había determinado que tomaría unos días en que eso sucediera debido al cansancio de su cuerpo y las lesiones internas que poseía, su técnica había sido de mucha ayuda y el hecho de que Nanami llegará a tiempo ayudó a que no pasara a mayores.

Aún así, la mente de Gojo seguía en otra parte. No importa cuantas veces se le dijera que Jane estaba bien, seguía culpandose a sí mismo y buscando a los responsables. Reconocía que fue un buen trabajo, al visitar el lugar lo comprobó, no encontró nada que lo ayudara y lo frustraba cada vez más. El estrés por el que estaba pasando lo tenía sumergido en lo más hondo y lo único que podía darle consuelo en estos momentos era volver a escuchar la voz de su esposa.

Su semblante estaba serio mientras miraba por el ventanal que daba al balcón, vestía una camiseta suelta de color negro y un buzo del mismo color, estaba descalzo y no tenia absolutamente nada cubriendo sus ojos. Era un hecho que nadie podía penetrar su hogar, gracias a la cortina protectora que llevaba siglos protegiendo la casa Gojo, pero aún así, el estaba intranquilo y no podía darse el lujo de ser descuidado.

El rostro de Jane se contrajo, la luz estaba molestando sus ojos y debido a los dos días que paso inconsciente se le hizo difícil abrirlos de golpe. Se mantuvo un momento quieta mirando el lugar, reconoció su habitación y pronto fue atacada por los recuerdos de ese día. Trago seco mientras procesaba lo sucedido y el suspiro de su esposo la sacó de su trance.

Miro con cuidado en dirección a donde se encontraba Satoru, lo vio mirando perdidamente por la ventana, se le notaba tenso y eso la preocupo.

—Satoru—lo llama suavemente.

El cuerpo del albino se giro casi como reflejo, su corazón se acelero cuando la pequeña sonrisa de Jane apareció en su rostro, se movió tan rápido hacia ella que apenas reaccionó cuando lo tenía arrodillado a su lado mientras tomaba su mano.

—Mi amor—besa su mano—Me llena el alma poder ver tus preciosos ojos de nuevo—.

Jane sonrío levantando su mano para acariciar su rostro con ternura y solo ahí pudo ver la cara de Satoru con mayor definición, tenía sus ojos rojos y cansados, sus ojeras eran lo bastante notorias para dejarle claro que no había dormido bien en días. La castaña sintió como su corazón se encogía, él había estado pasándola mal por ella y le partía el alma.

—¿Hace cuánto no duermes, mi cielo?—pregunta preocupada sin quitarle sus ojos de encima.

—No es importante, cariño. No sabes lo feliz que soy al tenerte conmigo de vuelta—sonríe.

Pero como si fuera un pinchazo que le atravesaba el corazón, la culpa y la angustia empezaban a apoderarse de él poco a poco.

—Esto que paso...Era mi deber estar ahí para protegerte, es mi culpa y nunca me perdonaré por ello. Tu no tenías que pasar por esto, si tan solo hubiese ido por ti, si tan solo...—lo interrumpe.

—Satoru no, porfavor—lo detiene y hace un esfuerzo por sentarse en la cama—Ninguno de los dos podía adivinar qué esto pasaría, no tienes la culpa de nada, amor. Deja de castigarte por esto, los dos sabemos lo que significa ser parte de este mundo y conocemos los riesgos—.

—Jane, casi te pierdo—su voz se quiebra—Y me asuste, yo nunca...—.

Los ojos azules de Satoru se ponen vidriosos por las lágrimas que amenazaban con salir y lo atrae para abrazarlo casi inmediatamente, Satoru escondió su cabeza en su pecho, mientras dejaba salir los miles de sentimientos que experimento estos días, por primera vez lloraba, por primera vez bajaba la guardia y se permitía sentir como el ser humano que era.

Jane era su hogar, su templo y todo lo que lo mantenía lejos y a salvo del mundo.

—Aqui estoy, mi amor—dice suavemente acariciando su espalda—Todo esta bien—.

No necesitaba ser el más fuerte, no necesitaba ser el monstruo que todos creían, tampoco tenía que ser el arma que todos querían, con ella era simplemente el, Satoru. El hombre que amaba perdidamente a la castaña que tenía entre sus brazos.

Poco a poco se fueron acomodando en la cama, Satoru abrazo el cuerpo de Jane permitiendo que ella descansará su cabeza en pecho, el tiempo en vela le había pasado factura y el hecho de sentirse así de cómodo junto a su esposa logró que cerrará sus ojos y descansará por fin.

La castaña sentía como su esposo relajaba su respiración y su cuerpo cedía ante el sueño. Lo miró mientras dormía, limpió con cuidado la última lágrima que colgaba de su mejilla permitiendose verlo descansar, sintiendose la mujer mas afortunada de todas al presenciarlo de esta manera tan íntima y real. Era la persona que más amaba en el mundo, sin importar nada, conociendo y sabiendo de lo que podía ser capaz, ella lo amaría hasta el fin de sus días.

Jamás lo dejaría solo, no permitiría que cargará con el peso de su existencia solo, ahora él le pertenecía al igual que ella a él y sin importar que fuera algo forjado por terceros, protegería ese vínculo con su vida hasta el fin de todo. Siempre supo lo que significaría ser esposa del más fuerte, nunca tuvo miedo de eso, aún que su seguridad titubeara en algunas ocasiones, nada importaba realmente, todo valía la pena si al final del día se compensaba con momentos como este.

Momentos donde las palabras callan para que el corazón hable.

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Levántate perra, no hay tiempo.
Si te duele, curita.

Y bueno, aquí estamos

Corto pero preciso o eso sentí, espero que sea de su agrado

Caro🧚‍♀️

After Hours | Satoru GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora