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HAUNTED TOWN #45

       INCOMPRENSIBLE

El agua continúa subiendo, mi cabeza roza el techo. La inclino para poder respirar en el pequeño hueco que queda de aire. Una nueva centella ilumina tanto la cueva que, mis ojos alcanzan a ver una losa con una inscripción.

Me quedo totalmente helada. La luz se marcha burlándose de mí. Mi mente reconstruye la información de mis retinas.

He leído Witch Ella. ¿Es posible que sea lo que creo que es? Espero, con desmesurada impaciencia e impotencia, la venida de otro rayo que confirme mis sospechas.

No obstante, se hace de rogar. Con lo que he deseado que amainase la tormenta y no subiera el nivel. Y,  los relámpagos se sucedían uno tras otro. A veces, incluso se entrelazaban entre ellos y lucían simultáneos. Correlativos, también. Y, ahora...

Braceo e intento acompasar los movimientos de mis extremidades para acercarme más a la roca.

      Mi cuerpo está excesivamente agotado. Las pilas no se han recargado en muchas horas.  Es demasiada la debilidad y tensión que acumula. Está totalmente extenuado. Tomo conciencia de la situación crítica en la que me hallo.

De repente, el cielo me da otra oportunidad. Ahora sí, puedo ver y leer claramente Here lies the witch Ella. (Aquí yace la bruja Ella)

No es posible, digo mentalmente, he encontrado la tumba. Un grito descomunal, desconcertante y desgarrador sale de mi garganta. Estoy totalmente iracunda, enloquecida.

¿Quién, en su sano juicio va a esperar encontrar una lápida en el techo de una cueva, quién? Ahora, entiendo los años de búsqueda que han pasado. Es verdaderamente increíble e insospechado.

¿Por qué aquí precisamente? En un lugar tan escondido. Y, no solo escondido. En el techo. Que a simple vista es imposible advertir su colocación. No comprendo absolutamente nada. Todo es un sinsentido. Una paranoia, una enajenación...

Mi cerebro se detiene justo en esos instantes. Y, me pregunto interiormente. Desde que llegué a este supuesto paraíso, algo ha sido normal, coherente, lógico. Noooooo. Me respondo.

Muchísimas ideas sobrevuelan mi imaginación. Esta cueva debe ser en la que se refugiaron Keira y su madre, cuando huyeron de ser quemadas en la cabaña de su abuela. Antes, de vivir como fantasmas en casa de Jacob e Ivy.

      ¿He llegado hasta aquí por casualidad? Keira se me apareció ayer porque me esperaba. De imprevisto, caigo en lo que señalaba con su brazo. Era hacía arriba. Trataba de decirme dónde estaba la lápida.

      ¿Cómo iba yo a imaginar una cosa así? A pensar... A suponer... Que hay un cuerpo enterrado... me detengo. Mejor será decir, incrustado en las rocas. O, ¿ solo está la inscripción?

Mi mente continua con las lucubraciones. Comienzo a fantasear. ¿Esa es la razón, por la que se ha desatado esta descomunal borrasca? Para que se inunde la gruta y así alcanzar a descubrirla.

Y ¿qué puedo hacer en estas circunstancias? Intento pensar. Sin embargo, ni una sola idea se deja atrapar.

No puedo más. Mi respiración va desacompasada al igual que los latidos del corazón. Cierro los ojos exhausta. Creo que voy a perder el conocimiento.

Ya no veo las plumas del mirlo, ni la roca inscrita. Todo se vuelve oscuro, mis piernas se detienen. Mis brazos dejan de luchar, se rinden. Caen a ambos lados de mi cuerpo.

Noto como desciendo, me hundo. Toco fondo.

Necesito respirar. Estoy rodeada de agua. Todo a mi alrededor es líquido. Mis pulmones necesitan ese gas incoloro e inodoro que mis fosas nasales no encuentran. No aguanto más. Inspiro y el agua salada se filtra por mis orificios.