HAUNTED TOWN #23

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ABATIDA
      Mamá se levantó debilucha. Me acerqué a ella y coloqué mis manos sobre su pecho y cabeza. Me quedé inmóvil. Presa del miedo. Estaba muy enferma.

A pesar de sus protestas miré sus ojos, su lengua. Recordé las enseñanzas de mi abuela y sobre todo el consejo que siempre me mencionaba. Que lo consultara todo. Por ello, me dirigí a sus tablas donde tenía talladas enfermedades y recetas.

     Comparé los síntomas que coincidían y así supe que era cólera. Me eché a temblar. Sobre todo cuando la vi vomitar. Controlé sus heces. Tenían sangre. Corrí y mezclé sal con agua y se la di a beber. Apenas quería pero, la obligué.

Hice todas y cada una de las cosas necesarias, según los escritos de Darcy. Me quedé a su lado día y noche repitiendo conjuros y rezos. Con las manos posicionadas en las zonas más afectadas por la bacteria. Transmitiéndole mi fuerza. Conseguí todos los ingredientes necesarios para cocinar las pócimas. Unas, se las di a tomar. Otras, se las unté sobre el abdomen. Con ello alcancé a frenar la deshidratación y aliviar los dolores.

La tercera noche ambas conseguimos dormir. Bastante más tranquila al ver la mejoría me separaba de ella algunos ratos para hacer el trabajo.  La dejaba sentada en la mecedora y me iba a la huerta. Por las noches terminaba agotada y me desplomaba sobre el lecho de hierba seca.

     Habiendo logrado superar el cólera, algo muy extraño en mil ochocientos cincuenta y uno, se encontraba muy debilitada. Por lo que no le permitía hacer absolutamente nada. Tan solo dábamos pequeños paseos juntas y regresaba a la silla o a la cama.

    Una mañana, a falta de leña para cocinar y calentarnos en las frías  noches, agarré el hacha y me adentré en el bosque para cortar troncos caídos  y ramas secas. Llevaba varias horas troceando madera y haciendo haces.

     Tenías las manos ensangrentadas y el rostro sudoroso  por el esfuerzo. Decidí sentarme unos instantes para descansar. Miré las palmas de mis manos. Las sentía muy doloridas. Habían crecido ampollas, por la fricción con el mango de la herramienta, y se habían reventado. También tenía diversos arañazos, en el envés, producidos por las ramas.  

  Una voz a mis espaldas me saludó. Inquieta, volteé rápidamente la cabeza. Hari estaba allí. Con una sonrisa en los labios que,  adornaba su bello rostro. Se acercó y al ver mis manos, desapareció su risa y su expresión se tornó preocupada.   

  Se desprendió del turbante que cubría su cabeza. Por la parte más limpia rasgó una tira a modo de venda. Envolvió mis manos, primero una y después la otra. Sus movimientos eran lentos. Su tacto delicado.
  
   Su aliento rozó mi mejilla. Me estremecí desde los pies hasta las puntas de mis cabellos. Al terminar me miró. Todo desapareció a mi alrededor. El  dolor, el cansancio. El trabajo que aún me quedaba por realizar.

      Quedamos tan solo, él y yo. Con el mundo entero para nosotros. Se acercó lentamente, tan lentamente que me desesperé. Sus labios rozaron los míos con dulzura extrema. Jamás había experimentado tales sensaciones. Todo mi cuerpo reaccionó a su contacto. Se alteró.

        Sus labios continuaron saboreando los míos hasta conseguir abrir mi boca. Su lengua se  adentró llenando mi paladar y encontró la mía. Una maraña de emociones se enredó por todo mi ser.  Me  envolvió, me apresó.

  Sus brazos me rodearon acercándose a mi cuerpo. Sentí su corazón alocado, no menos que el mío. Sus gemidos acallados. Mis senos se aplastaban sobre su pecho. Mis dedos se enredaban en sus cabellos.

HAUNTED TOWN.  #PV2024        #PGP2024.  #sdo24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora