14. La (casi) vuelta a la normalidad

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Pacífica

¿Alguna vez les ha pasado despertar en un lugar extraño, sin el recuerdo de cómo es que llegaron allí?

Bueno, a mi tampoco.

Hasta ese día.

Desperté con todo el cuerpo adolorido, en especial por parte de mi brazo derecho entero. Desde el hombro hasta la palma de la mano vendada.

Y aunque la cama en la que estaba acostada me abrazaba con la suavidad de sus sabanas, nada de aquello calmaba el dolor.

Lo segundo (o tercero) que noté, después del dolor y la cómoda cama, fue la habitación en la que estaba.

Mi habitacion.

Pero no la aburrida y pequeña habitación de mi nueva casa en el pueblo, sino mi verdadera habitación. La habitación donde habia pasado toda mi vida.
Ese lugar con techo razo, un espacio de música, un librero gigante, mi maquillaje necesario y mi closet de los sueños.

Mi habitación en la mansión noroeste.

Me senté de un salto.
¿Cómo habia terminado allí?

Me paré de la cama con una mueca para dirigirme al espejo del tocador.
Alguien con el cabello ondulado y despeinado, ojeras, cara sucia, y una mancha de salsa en su remera asquerosa y rosada me devolvió la mirada.

Qué horror.

En ese instante, abrieron la puerta.

Casi agarro un delineador y lo uso de arma para defenderme, pero solo se trataba de Dipper.

-Al fin despertaste, bestia durmiente.

Lo primero que noté fue que llevaba una bandeja con dos tazas de té y un par de tostadas con mermelada. Luego caí en la cuenta de que se habia bañado por el cabello mojado que se le pegaba a la frente y su ropa nueva y limpia (probablemente del viejo Mcgucket o una muda de ropa que él mismo se había llevado)
En tercer lugar, noté la manera en que me llamó.

-¿Cómo me dijiste? - pregunté con incredulidad.

Dipper rió entre dientes.
-Veo que sigues siendo la misma - bromeó.

-¿Qué pasó anoche? - pregunté, siguiéndolo hasta la cama, donde él reposó la comida y se sentó apartando las mantas, a pesar de tener una pequeña mesa en la habitación.

-Ya sabes, salvé a todos con mis habilid.. -

Le golpeé el brazo.

-Te desmayaste luego de que te salvara del fantasma.

-Ya basta de juegos - dije.

Él frunció el ceño, ofendido.

-En serio que te salvé. - se llevó una tostada a la boca -Tuve que cargarte en brazos hasta esta habitación, te saqué el buzo echo jirones que tenias puesto y te lavé la cara con una toalla humeda- explicó indignado de que yo no le creyera.
- E incluso dormí en el suelo, porque sabía que no querrías compartir cama.

Señaló la almohada y bolsa de dormir que reposaban en el suelo, a los pies de la cama.

Rogaba para que mis mejillas no se pusieran rojas ante la idea de Dipper cargando conmigo y desvistiéndome del buzo, lavándome la cara e incluso durmiendo en el suelo para no molestarme.
Incluso habiendo tantas habitaciones disponibles, él prefierió permanecer en la mía, haciendonos compañía mutua.

No lo miré mientras jugueteaba con la cuchara de mi taza de té, casi reubicando mis pensamientos hacia Dipper.

-Pues...gracias, supongo.

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