24. Complementarios

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Pacífica:

No tardamos demasiado en llegar a mi habitación.

Creí que Mcgucket no podría seguirme el ritmo y que nos retrasaríamos por su culpa, pero no fue así.
Al parecer el anciano tomaba clases de yoga o pilates, nose, pero alguna actividad hacía, porque corría igual de rápido y silencioso que yo, sin que sus huesos se partieran por la mitad.

Llegamos más rápido de lo esperado y sin problemas.

Al fin algo nos salía bien.

Abrí la puerta lentamente y con cuidado, alerta por si acaso se encontraba el fantasma allí, pero el lugar estaba vacío.

Entrando a la habitación, la voz de Mcgucket detrás de mí me sobresaltó

-No sabes cuánto te lo agradezco, niña.

-Usted me salvó primero. -respondí recordando la manera en que el anciano se había dejado capturar por el fantasma para que yo pudiese escapar y buscar a Dipper días atrás. -Le estoy devolviendo el favor.

-¿Aunque eso implique trabajar junto a Dipper?

Y otra vez vuelve a mencionar a Dipper, ¿porqué estaba tan interesado entre nosotros dos?

Mientras caminábamos hasta la ventana le eché una mirada de reojo la cual pareció entender.

-Oye, no dije nada acerca de que hacen buen equipo, solo pregunté si...

-¿Quiere ser el primero en bajar? - lo interrumpí.

Mcgucket se asomó por el marco de la ventana y observó el árbol por donde bajaríamos.

-No.

-Bien. Mire dónde piso y cópieme -
Me incliné sobre el marco y antes de saltar hacia la primera rama, mi corazón se ablandó y agregué con más amabilidad
-¿Seguro que quiere hacerlo?

El anciano se inclinó nuevamente y miró hacia abajo.
Si la terrible altura lo atemorizó, no dio signo de ello.

Asintió con la cabeza.

Satisfecha con eso, salté.

Me sentí contenta cuando noté que recordaba de memoria el camino que utilizaba para bajar de aquél árbol.
De pequeña me había costado varias caídas reconocer la mejor manera de bajar, y a pesar de los golpes y rasguños, había valido la pena.

De todas formas, por más orgullosa que estuviera de ello, ni muerta dejaría que me vieran bajar o subir de un árbol como un mono.

Estaba haciendo pie en una rama mientras me sujetaba al tronco cuando llamé a Mcgucket.

-¡Ya puede comenzar a bajar!

Para mi sorpresa, no dudó.

Continuamos bajando lenta y cuidadosamente, con algunas advertencias de por medio como "cuidado, esa rama está floja" o "cuidado con la cabeza", para cuando llegamos al piso, ninguno de los dos había sufrido golpes.

Mcgucket celebró con saltos y risas, mientras que yo estaba al borde de las lagrimas, sin poder creer que estábamos tan cerca de escapar.
Chocamos los cinco y nos apresuramos en buscar la camioneta.

Sentía como si hubiesen pasado años desde la ultima vez que la había visto.
En su momento, Dipper había estacionado lejos de los jardines de la mansión para que el fantasma no nos viera llegar, por lo tanto, teníamos una larga caminata con Mcgucket.

A esas alturas, era mas notable el cansancio del anciano. Temía que se derrumbara antes de llegar al vehículo y que yo no supiera qué hacer, pero intenté no pensar en ello.

Destinos EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora