21. El secreto

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Pacífica

Sinceramente esperaba verlo muerto.

Pero allí estaba, frente a nosotros, parado y vivo. Haciendo comentarios de que Dipper y yo seríamos una buena pareja.

El viejo Mcgucket.

-¡Por todos los...! ¿Se encuentra bien? - me acerqué al anciano más preocupada de lo que creí que estaba realmente.
No me había detenido a pensarlo, pero me sentía completamente culpable por su desaparición.

Que lo hubieran capturado era totalmente mi culpa.

-Ahora que están aquí, ¡estoy mejor que nunca!

-¿Cómo es que...? - comencé diciendo antes de que el anciano me interrumpiera.

-¡Hay mucha comida aquí! - se acercó a un mueble viejo y astillado para abrir uno de sus cajones. De allí sacó un paquete de galletas y una botella de agua. -¿Ven?

Por primera vez desde que había aparecido allí, observé la habitación en la que nos encontrábamos.

Pasaron cinco segundos antes de reconocerla.

El pequeño lugar carecía de ventanas, por lo que la luz allí dentro era casi nula. Contra una de sus paredes viejas y mohosas reposaba una sola cama de una plaza con mantas blancas manchadas de tierra y polvo. Además de ella, tenía otros muebles simples y viejos que ocupaban el espacio restante de la habitación.
Apestaba a humedad y se notaba que nadie había tocado ese sitio en años por su deterioro general.

-¿Pacifica? - sentí la voz de Dipper detrás de mí. Debido a su tono preocupado , supuse que acababa de ver mi reacción al reconocer el lugar y no le había transmitido demasiada tranquilidad.

Aparté el recuerdo de mis manos sobre su mentón y sus dedos rodeando mi cintura minutos atrás.
Me aclaré la garganta e intenté cambiar la expresión en mi rostro.

-Es...una de las habitaciones secretas de la mansión. - expliqué.

-¿Habitación secreta? - preguntó incrédulo.

-A estas alturas ya no debería de sorprenderte - murmuré. -Este lugar esta repleto de secretos.

-Ni me lo digas - dijo entre dientes.

Le eché una mirada de reojo y observé la manera en que examinaba el lugar con detenimiento, como si no pudiera saltarse ni un detalle.

Dipper sintió el peso de mi mirada y volteó a verme con el ceño fruncido para preguntar
-Y...¿cuál era el motivo de estas...habitaciones secretas?

Resoplé con desinterés.

-No tenían un motivo en concreto...estaban para resguardarse de cualquier amenaza que pudiera presentarse, o para huir de la multitud y tener algo de silencio...o para esconderse de alguien -hice una pausa antes de agregar con una sonrisa divertida- o con alguien.

Dipper puso los ojos en blanco, sin gracia.

Me reí de su propia molestia.

-Qué graciosa - murmuró irónicamente.

-Nadie me comentó de esto cuando me entregaron la mansión-comentó Mcgucket comiendo de un paquete de galletas.

-Probablemente porque nadie lo sabía - dije.

-Si nadie lo sabía y este sitio está abandonado hace tiempo, ¿cómo es que aún tiene provisiones de comida? - dijo Dipper acercándose al mueble con las municiones de alimentos y chequeando su fecha de vencimiento. -Aún no han caducado.

-El fantasma lo hizo - respondió Mcgucket con un tono demasiado seguro.

-¿Porqué lo dices? - pregunté.

Destinos EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora