17. Solamente tú

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Dipper

Sospechaba que el silencio de la habitación se debía a que Pacifica había caido dormida, el único sonido flotante en el lugar era su respiración lenta y constante, y el sonido de los trazos del lápiz contra el papel cada vez que garagateaba una forma de escape.
O eso era la que intentaba hacer, ya que mas que "planes de escape" eran garabatos y dibujos sin sentido que me mantenían distraído de la verdadera situación que estábamos atravesando.
Juro que intentaba concentrarme, pero estaba encerrado en una habitación subterránea con la peor persona del mundo mientras un fantasma desquiciado intentaba asesinarnos.
Era difícil dejar de pensar en ello.
Por lo que me di por vencido en "escribir e idear un plan"  y me dispuse a " imaginar situaciones en las que todo podría acabar peor"

Como:

1. El fantasma encontrándonos
2. Habernos encerrados sin querer por el hechizo y tener que esperar nuestra muerte
3. Mabel descubriendo mis revistas de BABBA bajo la cama
4. Pacifica despertando con mal humor

En fin, si acaso había logrado sobrevivir a un triángulo multidimensional con complejo de dominio del mundo, sobreviviría a un fantasma absurdo.
Tal vez si lograba convencerlo de que yo también odiaba a Pacifica me dejaría ir.

Solté el lápiz que repiqueteaba sobre la hoja rallada y volteé a ver a la rubia. Se mantenía en la misma posición fetal en la que había estado cuando discutimos por ultima vez, su respiración era lenta y constante, lo cual me irritaba mas al saber que ella podía dormir tan plácidamente cuando yo probablemente tendría insomnio toda la noche.

Consulté un pequeño reloj colgado en una de las paredes de la habitación... 20:30 de la noche.
Vaya que había pasado rápido el día.

Sentí un nudo en la garganta al pensar en Mabel, Ford y Stan...esperando en la cabaña a que yo volviera, sin saber que tal vez no volvería a tener contacto con ellos en mucho tiempo.
Esos mismos pensamientos me guiaron hacia Mcgucket, perdido, herido y tal vez muerto en alguna parte desconocida.
Suspiré desalentado y me levante de la silla frente al escritorio en la que había estado tantas horas sentado, me dirigí a apagar la luz y sin debatirlo, me acosté en la cama junto a Pacífica, con el deseo de poder caer rendido ante el sueño y poder olvidar todo lo que estaba sucediendo solo por algunas horas y lograr tener algo de...paz

                      .....................

Habrán sido alrededor de las dos o tres de la mañana cuando desperté con la sensación de que algo no estaba bien.
No encuentro una manera de explicarlo, pero es como una sensación en la que sientes que alguien cerca de ti está despierto, mirándote y haciendo el esfuerzo por no despertarte.
Y eso era exactamente lo que sucedía.

Cuando logré despertarme apenas, me incorporé sobre mis codos e intente adaptar mi vista a la oscuridad.
Apenas logré divisar la pequeña figura de Pacífica sentada abrazando sus rodillas y escondiendo su rostro entre sus brazos.

Mi primera idea fue darme la vuelta y seguir durmiendo, pero sabía que algo no iba bien. Incluso lo confirmé cuando noté el temblor de su respiración, y los jadeos que intentaba ocultar.
Estaba llorando.

-¿Que sucede? - susurré con voz ronca mientras terminaba de incorporarme.

Ella no respondió.

-Pacífica - murmuré.

Hubo un corto silencio antes de que ella respondiera.

-Tuve una pesadilla. - su voz estaba completamente rota. Estaba haciendo un esfuerzo por no romper en llanto y acabar en pedazos.

No supe qué hacer o qué decir. Sabía por su reacción que esa pesadilla no era algo absurdo, sino algo que verdaderamente la aterraba y la despertaba atemorizada de noche.

Lo sabía porque también era presa de esas pesadillas nocturnas. Y por experiencia, supe que lo mejor no era consolarla diciéndole que todo estaba bien, sino comprenderla y darle crédito a su temor exponiendo el mío.

-Suelen ser bastante realistas - afirmé.

Solo tuve un asentimiento de cabeza por parte de ella como respuesta.

Me incliné hacia su cuerpo para quedar mas cerca de ella.

Lo peor de una pesadilla es la sensación de despertar con el corazón agitado, sintiendo que literalmente saldrá de tu pecho y morirás, en ese momento solo anhelas una cosa.

Un abrazo.

Primero posé un brazo en su espalda, con cuidado de no incomodarla y cuando noté que no le molestaba, lo mantuve allí.

-¿Quieres hablar de ello? -
pregunté.

Pacífica levantó su rostro por primera vez, pero no giró a verme.

-Eres demasiado bueno Dipper.

Sus palabras me tomaron de sorpresa y me dejaron sin habla. Ella continuó hablando.

-Lamento haberte metido en este lío. El fantasma me molestaba a mí. Era mi problema y yo te metí en todo esto. - Su voz era profunda y distante, sin rastro de llanto, como si hubiera quedado seca. -Es mi culpa que estemos aquí encerrados, es mi culpa que Mcgucket esté desaparecido, es mi culpa que tu familia esté preocupada por ti...todo es mi culpa.

-Pacífica...

-Lo único que haz echo fue salvarme y ayudarme una y otra vez, y yo sigo causando problemas.¿Porqué sigues siendo tan irritablemente bueno?

La manera en que la rubia abría su corazón y lo dejaba tan expuesto me dejó perplejo, no podía decir ni hacer nada mas que mirarla y admirar su valentía por haberlo hecho.

-Sí que causaste bastantes problemas, Noroeste - bromeé.

Ella resopló una risa y volteó a verme por primera vez. Su flequillo estaba desparramado por su frente y algo sudado, sus mejillas permanecían sonrojadas y sus ojos humedecidos.

-Pero - continué diciendo - Haz intentado remediarlos, y eso es lo que vale.

Pacífica me miró con la nariz arrugada, sin estar convencida de ello.

-Te enfrentaste a ese fantasma como si engañar y burlar seres místicos fuera tu deporte favorito, aún sigo pensando en cómo lo lograste.

Pacífica rió.

-Y la decisión de ayudarte siempre fue mía y lo volvería a hacer, una y otra vez.

-¿Porqué?

Ni yo sabía porqué (o no quería admitirlo), no tenía idea de como responder a ello, por lo que me encogí de hombros con media sonrisa incómoda.
Por suerte, ella lo respondió.

-Es el efecto que causamos los Noroeste en las personas - dijo bromeando, con un aire menos decaído.

Sonreí por unos segundos antes de que mi sonrisa se desvaneciera por culpa de un recuerdo.

-Lamento lo que dije. - confesé incomodo. -Lo de tus padres.

Pacífica volvió al silencio.

-Si te sirve de algo...eres mejor  cuando estás lejos de ellos, cuando no eres lo que ellos quieren que seas, sino cuando eres solamente lo que tú deseas.

Pacífica inclinó su rostro confusa.

-Cuando eres solamente tú. -concluí

Silencio.

Y luego...

Ocurrió despacio y dubitativamente.

Pacífica cortó el espacio entre nosotros con la única intención de poder sentir que alguien la buscaba, la recibía y la acompañaba.
Sus brazos me rodearon la espalda y  escondió su rostro en mi cuello.
La abracé por la cintura, sintiendo que era el único y último pilar al que Pacifica Noroeste podía aferrarse.

Detrás de toda su arrogancia, narcisismo y  egoísmo se encontraba una chica sola, sin amigos ni familia, alguien que creía que era incapaz, inservible y molesto, alguien que anhelaba ser amada por los demás, alguien que asociaba la aprobación como signo de cariño.

-Gracias - susurró entre mis brazos.

Y fue el agradecimiento mas puro y sincero que alguien pudo haberme hecho jamás.

Destinos EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora