15. Sorpresas

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Dipper

Crucé la puerta de la sala con Pacífica por detrás, casi pisándome los talones.

Desde que había mencionado al fantasma algo pareció prenderse dentro de ella.
Me había atacado con preguntas ansiosas y curiosas de manera intrigada, como:

¿Cómo reaccionó el fantasma al ser capturado?

¿Le había dicho algo?

¿Porqué lo habia dejado en otra habitación?

¿Sabía porqué la atacaban a ella?

Y más.

No voy a negar que disfruté respondiéndolas y recibiendo algo de crédito por haberlo capturado y encargado de él, pero el momento se esfumó al instante de atravesar el marco de puerta de la oficina.

Pacifica detuvo sus preguntas hacia mí, ya que ahora tenía a alguien más que podría responderlas.
El propio fantasma.

El lugar no era demasiado grande, tenía dos muebles repletos de libros en dos de sus paredes, un cuadro del mapa del mundo en una de las otras, un escritorio de madera acogedor, y papeles, cuadernos, lapiceras...en fin.

Habia elegido ese lugar para dejar al espejo por simples razones:

1. Estaba alejado de la habitación donde Pacífica y yo dormíamos, por lo tanto no lo escucharíamos gritar.

2. (Y la mas importante) El cuadro del mapa del mundo tenía un marco de plata. Y mientras mas plata hubiera a su alrededor, más dificil sería para el fantasma salir.

Con esa idea en mente, habia intentado buscar mas cosas de plata por la mansión, aunque no tuve tanto éxito, tanto porque me perdía en los pasillos del enorme lugar y porque estaba demasiado cansado para buscar más.

-¿Y bien? ¿dónde está? - Preguntó ella girando sobre sus talones mientras observaba el lugar con ojos saltones.

Señalé el escritorio de madera.

-En el tercer cajón - dije.

Pacifica se adelantó hasta el mueble y no dudó en abrir el cajón de una vez.

La escuche largar una pequeña risa.

-Es buena idea la de poner cosas de plata alrededor - dijo levantando un cubierto y un anillo de tal material.

-No sabes lo que me costó encontrarlos. - confesé.

Pacifica hurgó entre las demás poseciones de plata hasta dar con el espejo.

Creí que me pediría a mí para que lo tomase en manos, pero me sorprendió el echo de que ella no lo pensara dos veces antes de tomarlo y apoyarlo sobre el escritorio.

Sin miedo alguno.

-Bien, mas vale que me respondas con ganas fantasma de mier.. - comenzó diciendo antes de que yo la interrumpiera.

-No confesará nada si le hablas así. - dije.

Ella no respondió. Estaba inclinada sobre el escritorio con ambas manos apoyadas en el borde de éste.
Su mirada fija en el espejo.
Pero...dubitatativa.

Fruncí el ceño y me acerqué a lo que estaba viendo.

El alma se me cayó a los pies y el aire dejó de rondar a mi alrededor.

Veía su propio reflejo.

Casi me abalancé hacia el espejo para tomarlo en manos.

Nada

-No,no,no,no...

Me descolgué la mochila del hombro mientras me arrodillaba y la vacié en el suelo. Mis cosas se desparramaron por la habitación hasta que cayó el diario que estaba buscando.

Destinos EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora