25. Iguales

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Dipper

Mabel me conducía a través de la mansión como si la conociera de memoria, doblaba sin titubear a través de los extensos pasadizos y parecía saber qué se encontraba detrás de cada puerta que abría.
No sabía si mi impresión se debía a que Mabel tenía una muy buena memoria para recordar caminos o que la mia era muy mala.
De todas formas no importaba, porque gracias a ella estábamos por salir de allí.

-¿Tuviste problemas mientras nos buscabas? - pregunté mientras seguía corriendo detrás de ella.

-Ninguno. Aunque pudieron haber aparecido antes ¿no? Se tardaron demasiado. - respondió.

-Bueno...no es como si hubiésemos estado encerrados sin poder salir. - murmuré.

-¿Y como fue que salieron entonces?

No quería explicar todo el lío que hubo con respecto a "la puerta secreta" y Pacifica, por lo que decidí evitar esa pregunta.

-Te lo cuento luego. - respondí.

Escuché que Mabel resoplaba, como si se encontrara...molesta.
Fruncí el ceño confundido. Iba a preguntar qué le ocurría pero ella tiró de mí con más fuerza para hacerme atravesar una puerta y entrar en una sala lateral.

-Aquí - dijo. Levantó la mano y señaló una ventana rota.

-¿Tú la rompiste? - pregunté.

-No, el fantasma lo hizo por mí para dejarme pasar. - respondió con un irreconocible sarcasmo. -Obvio que la rompí yo.

Me soltó de la muñeca y se encaminó hacia allí, dejándome perplejo por su forma de hablar.

La seguí por detrás e imité la forma en que esquivó los vidrios rotos para poder salir al jardín.
Fuera de la mansión, después de haber dejado atrás las paredes asfixiantes, los interminables pasadizos y espeluznantes cuadros, esperé sentirme bien.

Liberado, tranquilo, esperanzado.

Pero no fue así, porque no dejaba de tener el presentimiento de que algo no estaba bien.

Observé la forma en que Mabel fruncía el ceño mientras estaba cruzada de brazos esperando a que yo me recompusiera y continuara siguiéndola.

-¿Ya? - preguntó. -Debemos apresurarnos.

Me tomó del brazo con brusquedad y me condujo por los caminos del jardín.
No lograba concentrarme del todo, me sentía confundido y perdido, por lo que me dejé llevar.

Corrimos por unos senderos de piedra blanca con pequeños arbustos florales a sus laterales, dejamos atrás varias estatuas de piedra y rodeamos una fuente de agua.

Mabel parecía nerviosa, no hablaba mientras corríamos y no dejaba de mirar a los costados todo el tiempo, como si estuviera a la espera de algo.

Me resultó extraño que estando tan asustada no hubiese llamado a alguno de nuestros tíos, o incluso a Wendy de ser necesario. Se la veía tan desesperada que me sentía culpable por haberla involucrado en una situación como esa. Tal solo quería abrazarla y asegurarme de que estuviese a salvo.

Pero por mas asustada y parecida a Mabel que fuera, no me terminaba de cerrar.

-¿El tío Stan no quiso venir? - pregunté evaluándola.

Ella suspiró.

-¿Ese anciano? No. Estaba ocupado co...-

Me frené de golpe y me solté de su agarre.

Ella se sorprendió por mi reacción y volteó a verme con rostro confundido.

-¿Que pasó? - preguntó con esa dulce y tierna voz que le pertenecía a Mabel.

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