19. Caminos diferentes

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Pacífica

Mis manos nunca habían temblado tanto.

Intentaba tragarme el miedo que me producía adentrarme en los pasillos de la mansión, al alcance de cualquier fantasma, pero mi intento estaba fallando. Sentía como si tuviera miles de mariposas batiendo sus alas en mi estómago, haciéndolo tensarse y temblar, obligándome a apretar la mandíbula.

Tenía más miedo que la primera vez, pero estaba el doble de motivada a intentarlo.

Doblé en una esquina hacia la derecha y entré en una de las alacenas de la cocina. Debía aguardar allí hasta la señal.

Minutos atrás, junto a Dipper, salimos de las habitaciones subterráneas de los sirvientes para adentrarnos nuevamente en el ala de la cocina. Justo por el lugar que atravesamos antes de escondernos.
Cuando llegamos al punto acordado, el momento en que el espacio se dividía en dos caminos, nos despedimos con un rápido apretón de manos y mucha buena suerte.
Y así, Dipper y yo tomamos caminos diferentes.

Él saldría del área de la cocina y yo permanecería allí.
Pero no por mucho.
No hasta que escuchara la señal.

Aguardé lo que parecieron treinta minutos (que probablemente solo fueron quince) y me dediqué a buscar comida.
Minutos después, lo escuché.
Un vidrio roto.

Suspiré y tomé una gran bocanada de aire antes de salir disparada al piso de arriba.

Lo más complicado no fue correr. Estaba acostumbrada a hacerlo, practicaba diferentes deportes y me mantenía en forma. Lo que verdaderamente encontré complicado fue no hacer ruido.
Correr en completo silencio era la tarea primordial en esa etapa del plan, debía ser rápida y silenciosa para no echarlo todo a perder y eso me estaba costando mas de lo que quería admitir.

Los ruidos en el piso de abajo aumentaron acorde me acercaba a mi habitación y no pude evitar pensar que tal vez llegaría tarde.
Dipper no resistiría demasiado.

Su tarea, a diferencia de la mía, era ser lo mas vistoso posible.
Era una especie de distracción, como yo la vez anterior, solo que ésta vez teníamos un objetivo diferente.

Me encontré con que la puerta de la habitación había sido arrancada, literalmente, por el fantasma.

Al menos me ahorraría la parte de no hacer ruido al abrirla, pensé.

Atravesé el marco de lo que en un pasado había estado una puerta y corrí hacia el vestidor, rogaba por encontrar las cosas allí.

Abrí con desesperación uno de los cajones, tomé la mochila que esperaba encontrar, la abrí y metí la comida que había sacado de la alacena, luego comencé a meter mudas de ropa.
Una para mí, otra para Dipper y una de más para Mcgucket.

No tardé en encontrarlas porque ya había pensado de ante mano dónde estarían, para no perder tiempo buscándolas.

Por suerte tenía una pequeña área de mi vestidor con ropa de hombre.
(No se pregunten porqué)

Tomé las cosas y las metí en la
mochila.

Salí del vestidor y recogí algunos maquillajes del tocador (ignorando el hecho de que tal vez Dipper lo creyera innecesario) Luego comencé a abrir los demás cajones del mueble y guardé todo lo que fuera de plata.
Me agaché y abrí el ultimo cajón, saqué algunos medicamentos y los guardé junto a las demás cosas.

Por último, con el tiempo pisándome los talones, busqué un celular.

Dipper había llamado a su familia la noche en que yo me había desmayado en ésta misma habitación y según él, lo había dejado en la mesita de luz junto a la cama.

Destinos EntrelazadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora