𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 𝟦𝟧

20 10 21
                                    

Una taza humeante llena de té es lo que me ofrece Vanss para calmar mis nervios dentro de la habitación que han determinado como su sala de comando en espera que se llene por los desertores que nos ayudarán a lo que contemplamos es nuestra única opción: secuestrar a mi hermano.

Dónde sea que se encuentre residiendo en la actualidad, sabemos de antemano que intentar acercarnos a él será prácticamente imposible, y justamente contamos con que eso nos salve.

—¿Dónde estabas cuando la idea en ti surgió?

—Afuera —respondo dando un sorbo a la bebida que me otorga, al mismo tiempo que recuerdo a Rolan o lo que hacía con él no hace mucho.

Por fortuna, ella parece no notar mis nervios, pues se encuentra concentrada mordiéndose las uñas, pensando en otra cosa sea lo que sea.

En ese mismo instante, observo a Vitoreto cruzar entre ambas y detenerse con ligeresa. Nos contempla al mismo tiempo que sus ojos se engrandecen. Entonces lo sé, acaba de leer mi mente y supo en lo que pensaba. Frunzo mi ceño con desazón y cambia la mirada con velocidad a Vanss, por lo que grito su nombre con reproche y ella al fin pone toda su atención en él, colocando una furtiva mirada como advertencia.

—Lo siento. A veces no puedo detenerlo. Créanme, no quería averiguar nada acerca de sus pensamientos... personales.

—Creí haber sido clara contigo y ese don que posees, niño lector.

—¡Niño! —resalta Vitoreto—. Ya soy un joven. Soy... el hombre lector.

—Entonces, gánatelo —se aferra a decir ella con respecto al nombre de comando que eligió Vitoreto para ser nombrado—. Puede que sea solo dos ciclos mayor que tú, pero soy la comandante al mando que te aceptó a ti y a tu amigo, aún sabiendo que son rebeldes.

—Éramos, comandante. Y no tiene idea de cuánto agradezco pertenecer a ustedes. Si lo sabe usted también o no princesa.

—Lo sé, Vitoreto.

Una vez que se aleja, me pregunto en quien pensaba la comandante Vanss, siendo que él nos incluyó a las dos en su disculpa. Ella solo resopla y se gira para mirarme y regresar a la conversación.

—Déjame entender. Sí los rebeldes ya saben que existe algo que puede bloquear lo que haces ¿por qué no lo usaron en Isidro contigo nuevamente?

—Porque no tenían. El día que escapé del palacio, recuerdo que Ichigo le preguntó a Diego si no tenía otro suero y esté le contestó que no crecían de los árboles. En ese momento no tuvo sentido para mí, pero ahora ya lo tiene.

—En ese caso, eso implica que sea lo que sea que te colocaron, lo libertanos también lo poseen.

—Sí, y aunque al menos ya sé como lograron mantener a Diego tantos ciclos preso, el hecho de que sepan que existen más como él o yo me inquieta, porque eso significa que ellos ya conocían de la existencia hace una década atrás.

—Tal vez por eso mataron al rey libertano. Tan solo piénsalo, crearon lo de Teya como distracción, siendo que su objetivo principal era él. Sí el padre del actual rey conocía y tenía en su poder algo capaz de detener su control, entonces acabar con él era vital, pero para acabar contigo y cualquiera como tú, necesitan del suero que el nuevo rey de Libertad les puede proporcionar ¿no?

—¿Crees que Solomen Austria y el primer ministro estén manipulados mentalmente?

—A estas alturas ya nada me sorprendería. Sí esos escoltas del mandatario extranjero retorcieron los pensamientos de amor de tu hermano por ti, que no impedirían hacerlo con el nuevo rey de Libertad al que le mataron a su padre un montón de victorianos rebeldes y controladores. Quizá y sean secuaces de Diego y ese tal Wendigo sea el nuevo René Farfán que encontraron, y sea esa la razón de mantenerse unas semanas oculto para controlarlo lo suficiente y enviar a alguien a rescatarlo en la prisión.

II. LA NACIÓN EN LLAMAS ♨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora