𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 𝟤𝟢

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El palacio estaba destrozado pese que ya se hubiera comenzado días atrás a realizar cierta limpieza comandado por Damián, considerando que tomaron la delantera ante mi estadía en Teya por asuntos referentes a que no existía gobernador y por aquella chica llamada Fergin por igual.

Cáterin era la hermana perdida de ella. Dijo que ambas trabajaban como aprendices de construcción en La Capital y qué ese día, su hermana fue sola ya que ella enfermó. Para cuando su hermana arribo a su hogar debido a los disturbios generados por los rebeldes y soldados de Farfán, solo Fergin estaba lo suficiente lucída para decirle que se fuera antes de que se infectara. Su último rumbo (según recordaba) era Teya, por lo que cuando despertó y fue atacada, controló a esos tres hombres para que la llevaran a dónde supuso que su hermana pudo ir, aunque las condiciones de su viaje hizo que su herida se infectara.

Desafortunadamente, los refugios no portaban un control poblacional adecuado y encontrar a Cáterin (o a cualquier otra persona) sería difícil, por lo que planeé ordenar haciendo un listado en donde familiares, ya fueran en Lorde o allá, pudieran encontrarse. Vanss me ayudó quedándose con ella, mientras ejecutaba sus enmiendas con los desertores por igual, siendo que noté que simpatizó con Fergin pese que intentó sofocarla. Ir conmigo no era factible considerando que corría el riesgo de infectarse y eso era algo que no me permitiría. Lo mismo sucedió con Agustín, quién se encargó de cuidarlas, así como ser mi fiel vigilante acerca de los pasos que ambas seguirían.

En verdad... ¿eres igual a ella? — cuestionó la comandante de los desertores antes de tener que separarnos. Había sido testigo de lo sucedido y no había porque negarlo del mismo modo que tampoco quería hacerlo—. Lo que vi... ¿es real?

Muy real —le aseguré—. ¿Recuerdas que me preguntaste como lograría cambiar siglos de tradición en Victoria? —levantó los hombros en suficiencia—. Bueno, ya conoces respuesta ahora.

Pudiera qué no conociera a Fergin, pero fue capaz de sentir el bien dentro de su ser cuando se preocupó por su hermana, sin embargo, cuando usó su control en Vanss y mis guardias, temí tanto como ellos y es qué, solo conocía a dos controladores en mi vida y no fueron precisamente las mejores personas que pude vislumbrar. Habían corrompido aquel don de la misma forma que yo lo ejecuté al matar a personas con él. No es que fuera semejante a ellos, esperaba que no, pero al final dañé a seres humanos.

No vi a nadie a la redonda del palacio que no fuera en absoluto soldado. Los poblados aledaños como Xelu y Valencia, estaban siendo recuperados de las cenizas por la guardia negra que se implementó enviada desde Santiago por Borja. La guardia azul se mantenía alejada de los sitios de infección, ya qué el virus no estaba del todo contenido. Podía haber peligro para los reales de contagiarse y efectuar un rebrote.

—Qué pasó aquí —espetó el comandante Guiguen una vez que plantamos los pies en la propiedad ya sin rebeldes, pues el asalto de Alaric y Borja hizo que muchos murieran o huyeran pese que Santiago logró atrapar algunos, aunque ellos apenas y sabían lo que hacían.

El desastre que quedó en el palacio estaba siendo restablecido. La zona norte y sur yacían dañadas, ya fuera las tropas que enviaron de Santiago y Palma o las que provocamos nosotros días anteriores a ese para poder huir de las garras de René y rebeldes, se comenzaron a remover desde los jardines hasta el hangar. Caminábamos entre los pedazos de los muros caídos, los cristales reventados y árboles profanados. Debió ser una fortuna no tener que toparme con algún cuerpo, aunque eso no me impidió imaginarlos, pues contemplaba que muchos (de ambos bandos) cayeron en aquella batalla.

Me pregunté donde estarían sepultados tanto Octavius como Mirna. Llegué a encomendarle aquello a Damián para que ambos pudiera tener un digno funeral y lo tuvieron días posteriores a ese. Y es qué, lo cierto era que deseé quedarme un par de días en Teya para no mirar el sitio donde sus vidas fueron arrebatadas partiendo desde qué ni siquiera era capaz de subir las escaleras principales, pues todavía lograba remontar lo que viví en ese lugar sin olvidar un solo detalle. Solo pasé cuatro días recluida y sin embargo, las dolencias y marcas sobre mi cuerpo aún permanecían haciéndome sentir como si hubiera pasado muchos más que eso en ese sitio que alguna vez llamé hogar.

II. LA NACIÓN EN LLAMAS ♨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora