𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 𝟣𝟦

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Tan pronto como pudimos, arribamos a la oficina del Coronel Guiguen quien solicitó tanto de mi presencia como la de Damián. Aquel hombre se encontraba a cargo de toda la instalación principal de la guardia negra, así como de asignarles regentes a las pequeñas estaciones existentes dentro del gobierno entero.

Era un fuerte sin rodeos y eso me agradó. Algo que no podía decir de Misael Borja que también yacía presente, siendo que había vuelto con la intención de comenzar a ejercer el poder que libremente le otorgué para abogar por nosotros. Supuse que la sesión era para ajustar los eventos que sucederían en la junta al día siguiente.

—¿Y su hermano? —preguntó

—Conmigo basta por ahora para tal informe, gobernador Borja —un gruñido emergió de su garganta, siendo que había intentado abordar a Benjamín con preguntas que ni siquiera a mí, su hermana, le había contado.

—Y conmigo también —se escuchó la voz de Damián. Después de nuestra anterior discrepancia caminamos sin hablarnos hasta la oficina.

El fuerte comenzó a decir que realizaría una expedición dentro del palacio por ordenes de su gobernador que al mismo tiempo, eran mis órdenes, pues Misael Borja deseaba que fuera testigo de como él estaba ejecutando los planes de nuestro acuerdo, así como esperaba que yo hiciera lo mismo. Ya era conocido que los fuertes no podían infectarse, por lo que las zonas ya conocidas del contagio se informaban en su mayoría contenidas.

Y a contenidas se refería a que estaban hechas cenizas, partiendo claro, desde que cierta reina consintió el que solucionaran el problema como más lo consideraran factible y esa fue incendiándolo todo. No tuve cabeza para ellos en ese instante.

Claramente me encontraba más que arrepentida. No estaba hecha para regir y aquellas decisiones lo confirmaban. Además, con la reciente amenaza y posible ataque de rebeldes sería necesario mostrar que teníamos el control de la situación y tener el palacio de nuevo en nuestras manos, nos daría aquel poder que tanto necesitábamos recuperar.

—Yo iré —resonó mi voz en una orden.

—No esperaba menos de usted, Majestad. Escuché lo que hizo hace poco en Hidal y será un honor servirle.

Una parte de mí se sintió orgullosa. Gratificante de que no me viera solo como una chica joven e inexperta, ya que yo era capaz de pelear tanto como un rey por su nación. Eso último me hizo pensar en lo que me dijo Damián. Detestaba que me hiciera pensar y dudar de mí, siendo que por lo general, siempre poseía la razón.

El coronel prosiguió explicando que se realizaría una inserción tanto aérea como terrestre.

—Mi gobernador me ha comentado la situación esta tarde —giró a ver a Borja sentado plácidamente en un sillón de piel con una pierna encima de la otra y sus brazos extendidos en el respaldo del mismo sin reserva alguna—. Mencionó acerca de que su hermano mayor...

—Es cierto, Benjamín vive —los hombros del coronel se tensaron moviéndose de su silla asimilando tal noticia.

—En ese caso supongo que... —su lengua se movió en encontrar la palabra correcta para nombrarlo -el príncipe nos acompañará.

—No —respondí de forma tajante.

Dos Tamos en un mismo jet es equivalente al mismo peligro de ser eliminados y no lo permitiría.

—El príncipe no vendrá. Él se quedará donde su reina diga y será aquí, cierto gobernador —usé un tono conciso.

Damián me miró entrecerrando sus rojos ojos deseando exclamar "Creí que no querías ser reina" No le otorgaría la satisfacción de verme flaquear.

II. LA NACIÓN EN LLAMAS ♨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora