𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 𝟥𝟤

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Existe algo de refinamiento en Vanss que me intriga. La forma elegante en la que toma los cubiertos, la selección precisa de los mismos ante el platillo postrado frente a ella, la manera sutil en la que lleva los alimentos a su boca y sus dedos contoneandose con clase en la copa de licor que bebe, pesé que a este último le ofrece un trago tan exorbitante que me hace pensar que aquel bien puede ser su alimento favorito de toda la noche.

—Puedo decirte algo antes de que regreses a tus deberes —exclama Vanss mientras vierte de nuevo licor a su copa y ofrece otro gran trago, pues ha escuchado como se me informa de las solicitudes burocráticas que restan del día por cumplir.

—Adelante.

—Sabes que aún cuando logramos salvarte en el palacio y debo ser sincera, no creí que lo lográramos por nuestros limitados recursos, investigué. Y es que cuando me uní al Fuego Blanco me dieron una misión.

—El protegerme —le acompleto y ella afirma.

—Y es que creo que jamás dimensioné que tan grandes serían las intenciones de la causa, pero ahora, todo ha cambiado con respecto a lo que pienso de ellos.

—¿A qué te refieres?

—Con la muerte de Ernesto, uno de nuestros mayores líderes. Huecos sobrantes comenzaron a unirse. Sabes bien que él no era del todo un...

—...seguidor.

—Si. Al igual que su esposa e hija, él era un fuerte, sin embargo, no creo que ella sea la única en esto que nos brinda apoyo y temo que en los estratos más altos de esta organización están involucrados.

—Fuertes, ¿dices que el Fuego Blanco es una organización de fuertes?

—No lo sé. No con certeza al menos, aunque se de alguien que podría saberlo. Después de todo, él fue uno de primeros reclutas fundadores y hasta donde sé, ha salvado a los renegados y desertores que la monarquía quería desaparecer por su anomalía.

—Gerardo —murmuro y Vanss confirma con la cabeza—. No lo entiendo ¿por qué fuertes querrían ayudarnos? ¿ayudar a los seguidores, a los fuertes sin fuerza y a hijos nacientes de ambos?

—Chica daga, creo que la pregunta aquí no es por qué sino quién. Alguien debió iniciar el fuego y temo que no fue ni alguien como tú ni como yo.

¿Un fuerte me salvó de otro fuerte?

—En ese caso, me parece que hay que hablar con él.

—Ese es el problema. Que hasta donde yo sé, Gerardo ha desapareció —me articula angustiada, siendo que de alguna forma Gerardo la ha protegido y salvado desde su esclavitud todo este tiempo, aunque no deja de ser importante también para mí, sin embargo, colisiono en aquel recuerdo dónde despojaron de la vida a Ernesto.

"Fuerte mentiroso" le grito aquel rebelde.

Tal vez sea que comenzaron a darle caza también a fuertes sin fuerza que se dicen llamar seguidores.

De pronto, comienza todo a sentirse de nuevo una mentira, ya que el Fuego Blanco me salvó por alguna razón y no fue por compasión o convicción por hacer lo correcto. Radica otra verdad. Una en la que mantenerme con vida les era conveniente para quien fuera que le perteneciese este clan, y es que si algo he aprendido en todo este tiempo, es que aquí nada en esta vida se ejecutaba sin alguna razón.

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—Tal vez deba interrogar a cada uno de los desertores de alto rango hasta llegar al posible fuerte fundador y encontrar a Gerardo ¿no lo crees?

II. LA NACIÓN EN LLAMAS ♨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora