Capítulo 3

12 0 0
                                    

Yo era un niño criado desde su nacimiento en la finca donde trabajaban mis padres. No conozco mucho antes de eso, solo sé que mis padres vivían en la misma zona y cuando mi nacimiento estaba próximo, los señores les dieron la posibilidad de trabajar y vivir en sus tierras. Supongo que en ese entonces, mamá habría mirado a papá con aquellos ojos tan cálidos y le habría convencido sin abrir siquiera la boca, él habría gruñido y se habría alejado mientras mamá decía que ambos aceptaban, lo digo porque, así era siempre, o al menos eso veía yo. No digo que mi padre fuese blando y dominado por mamá, no ¡Qué va! cualquiera que se le cruzaba en su paso salía huyendo. Siempre tenia mal modo, no hablaba, no se expresaba, lo único que hacia era trabajar y gruñir. Mamá, decía que él era un encanto, pero, creo que no sabia exactamente la definición de tal palabra o ¡Estaba loca de atar! Aunque bueno, no es que el fuese un mal tipo, ayudaba a todo el que lo necesitase (siempre sin decir una sola palabra (ni de queja ni de aprobación)), si mamá necesitaba una nueva barandilla para sus plantas, ahí iba papá, gruñía y lo hacia. Si mamá necesitaba alcanzar algo que estaba en lo alto, ahí iba papá, gruñía y le alcanzaba las cosas. Nunca tuvo problemas con nadie, no sé si en su juventud llegó a estar en alguna riña, pero, podría jugar que con solo haberle mostrado sus expresiones faciales a su contrincante, este se habría rendido.

Mamá en cambio, era una mujer de esas que todo el mundo quiere conocer. Amiga de todos. Tenia el cabello corto, nunca había dejado que le creciera hasta tocarle los hombros, creo que era porque no le gustaba amarrarlo y al hacer sus labores, le habría causado problemas. Como decía, su cabello siempre iba justo arriba de los hombros, color chocolate, y le brillaba, no del brillante que refleja un cabello sucio, no, sino del brillante como el que aparece en las modelos de las botellas de champú. Llegué a escuchar a alguna mujer cargada de envidia decir que para que mamá tuviese la melena así de seguro debía de pasar horas arreglándolo, pero, con costo se peinaba.

Mamá era bella, sus cejitas delgadas del mismo color encendido que el de su cabellera hacia que sus rasgos se vieran como el de una muñeca, tierna y tímida. Su nariz era chiquita pero sus ojos en cambio, grandes. Usted nunca llegaba a escuchar un "no" salir de su boca, siempre buscaba cómo satisfacer a todos, y uno diría ¡Qué mujer tan tonta! pero si usted viera la felicidad que emanaba en ella al hacer tales cosas, hasta le hubieran dado ganas de ayudar a los demás también.

Bueno, yo nací ahí, y las únicas veces que salía era cuando mamá iba a hacer compras al mercado. Mis únicos amigos eran los animales y aunque si me llevaba bien con los dos hijos varones de los señores, claro está que uno aun con aquella edad, conoce sus limites. No me quejo para nada del haber vivido allí, al contrario, gracias a que viví en ese lugar es que descubrí cual era mi verdadero sueño.

A diario miraba al señor Arturo llegar a la casa principal, solía llegar a eso de la una de la tarde y se retiraba antes de las cinco. El señor Arturo era el tutor de ambos hijos de los señores, aunque no tenían la misma edad, estudiaban juntos. Solo tenían un día libre a la semana, por eso, casi nunca encontrábamos momentos para vernos los tres, y ese día(el que tenían de descanso) solían usarlo para visitar lugares de los que yo desconocía, y en mis ratos libres ellos estaban ocupados, pero, los pocos momentos que llegábamos a cruzarnos, leíamos. Era extraño que tres niños (por aquel entonces yo tenia unos cuatro años) se pusieran a leer en lugar de jugar a las peleas, pero, eso era lo que hacíamos y eso era lo que nos gustaba hacer.

-Pero no entiendo

-¿El que?

-Dices que tenias cuatro años

-Si, quizá un poco menos

-Pero, ¿no dijiste que tus únicos amigos eran los animales?

-No entiendo su pregunta.

Lágrimas del destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora