Al final, se me permitió faltar los últimos días a la primaria. Me la pasé de la biblioteca a la casa y de la casa a la biblioteca. No estaba seguro de cómo sería la secundaria, quería prepararme y también iba de vez en cuando solo para leer algo como pasatiempo. Había leído el libro que tía Sara me regaló el día que volví y me hizo notar un poco más la realidad, no puedo desviarme del camino cada vez que se me presente algo, si el destino quiere que algo pase, pasará, así es, aunque nos fuésemos a mundos distintos, aunque nuestras vidas se volvieran completamente diferentes, si debemos estar juntos, Dios encontrará cómo ponernos de vuelta en el mismo camino. No iba a volver a irme y claro que quería estar con Alex, no importaba lo que ella o yo hiciéramos, estaríamos juntos, si así debía de serlo...
Me hacía mucha ilusión la nueva etapa que vendría en mi vida, pero me preguntaba si Alex me visitaría alguna vez, si tendría un nuevo mejor amigo o si por el contrario, simplemente se olvidaría de mí y seríamos como esas personas que de adultos un día deciden hacer limpieza de cosas que jamás sacan de sus cajas y se encuentran una fotografía con todos los compañeros de la escuela de los que apenas logran reconocer a un par de ellos. No podíamos ir a la misma secundaria, su padre la había inscrito en la mejor de la zona y yo por el contrario, iría a una en la que cualquiera podía asistir. No me atrevería a pedirle dinero a mamá y mucho menos a la tía Sara solo por el deseo de seguir cerca de ella.
—¿Alex? ¿Dónde estás? Traje pizza—tía Sara había llegado del trabajo
—Estoy en la cocina.
—¿Sabes que día es pasado mañana?
—Hmn, viernes ¿no?
—No te hagas el gracioso. Es el día de la fiesta.
—¿Fiesta?
—La fiesta de despedida. ¡Alex! ¡La fiesta de la escuela!—dijo alzando la voz un poco, ya que parecía tener ilusión en algo que yo ni siquiera recordaba
—¡Ah cierto! pero no voy a ir—dije con la boca llena de pizza
—Esa no es una opción cariño—esta vez fue con un tono autoritario
—Pero, ¿tía?—movió su dedo índice indicando negación
—Ni lo sueñes.
—No tengo un vestuario adecuado—dije satisfecho al recordar ese detalle mientras metía otro trozo de pizza a mi boca
—Ya eso lo he solucionado
—¿Conseguiste un traje para mí?
—Conseguiremos
—No tenemos tiempo para eso. No hay manera.
—La hay. Pedí tiempo libre para mañana.
—¡No te creo! Puede que lo hayas pedido, pero el ogro de tu jefe no te lo daría
—Para tu desgracia, me las debía. No ha podido decirme que no. En realidad, no será una desgracia para ti, aunque lloraras para que te dijera que está bien el que no vayas, si te dijese que está bien, con el tiempo te enojarás, y me dirás:¡Oh tía Sara! ¿Cómo he podido saltarme algo como eso?
—¡Bah!
—Bueno, de igual manera, a las cinco de la tarde estaré aquí mañana. Tengo el sitio perfecto donde de seguro encontraremos algo.
—¿Acaso...?—ella asintió emocionada. Iríamos a la tienda que conocí en el primer paseo que la tía me había dado hace tantos años. La tienda donde podías encontrar un traje para cualquier ocasión que se te pudiese cruzar por la cabeza y cuando digo: cualquier ocasión, hablo en serio. Y así había sido.
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Lágrimas del destino.
RomanceAlex y Alex. Dos mundos diferente que se relacionan por obra del destino pero, el mismo, se encarga de que todo su camino sea amargo.