¿Qué amaba de Alex? No lo sé... ¿Por qué la amaba? Tampoco te podría dar una respuesta con exactitud, pero la amaba, la amo y la amaré en esta y en la otra vida.
Hay quienes se enamoran del físico, quienes se enamoran de la inteligencia de la otra persona, de la manera en la que resuelven las cosas, hay quienes hasta se enamoran de alguien por cómo cocinan, pero yo no llegué a encontrar una sola parte de ella que no amase. No era perfecta en ninguna de las cosas que tenía o hacia, pero eso nunca me hizo verla con menos amor.
Recuerdo uno de los mejores días que pasamos en el primer año de secundaria. Era un día extremadamente caliente, nadie quería salir del salón para poder seguir aprovechándose del aire acondicionado, pero nosotros encontramos algo mucho mejor que estar encerrados.
—¿Estás segura Alex?—le pregunté
—¿Qué podría suceder?
—¿Qué nos expulsen?
—Con el bochorno que todos tienen ni siquiera creo que el profesor quiera tomarse la molestia de prestarnos atención.
Nos escapamos de la clase. Caminamos unas cuantas manzanas, despacio, teniendo cuidado de que nadie nos notara.
—Por ahí. Hay que cruzar ese parque
—¿Dónde están esas bancas?
—Sí
—¿Dónde están todas esas personas?
—¡Ay no te estreses! Mira, solo hay madres con sus hijos pequeños, señores conversando... ¿Por qué se fijarían en nosotros?
—Quizá porque tú eres la hija de—pero su mirada furtiva me hizo callar— ¿Yo primero?
—Juntos. No se te ocurra correr, solo relájate, camina con normalidad, pero a la mitad, nos desviamos. Tenemos que seguir por aquellos árboles de allá. Justo a unos metros está el camino.
—¿Cómo lo conoces?
—Unas vacaciones, vinieron unos primos a casa. Son muy... no sé, solo son diferentes. Sus padres los dejan hacer lo que se les antoja, cada uno vive en su mundo y eso les ha dado oportunidad de conocer todo de arriba hasta abajo.
—Ya. Bueno ¿vamos?—asintió. Comenzamos a movernos actuando como si fuese una caminata de lo más normal y tenía razón, nadie, absolutamente nadie nos vio de manera sospechosa.
—¡Ay! Aquí no hay ningún camino.
—Deja de quejarte, solo te ha rozado una rama. Sostén esto un momento. No puedo ensuciarme—sostuve su mochila y ella se quitó los zapatos y las medias—voy a quitarme la enagua también, sostén esto
—¿La enagua Alex?
—Llevo shorts por debajo.
—No... yo, eso no era lo que
—¡Solo sostén!—se quitó la enagua con mucha cautela para no ensuciarla ni dejarle alguna arruga, la colgó en un tronco y prosiguió a desabotonarse la camisa.
—¿También llevas una camiseta debajo?
—¿Acaso no notas la temperatura en la que estamos? Solo llevo sostén—No mentía. Sin preocuparse porque yo estuviera frente a ella se quitó la camisa—¿Qué? ¿Nunca habías visto a alguien usando uno?—nunca había visto a ninguna mujer usando tan poca ropa, ni siquiera a mamá— No me veas como un bicho raro, es lo mismo que usan las chicas cuando van a la playa, y hay lugares tan calurosos donde las chicas siempre van vestidas así por las calles—bueno, yo nunca había ido a la playa, pero tenía razón, había visto algunas películas donde se veían personas nadando y todos iban así salvo que, las ropas que Alex llevaba no eran para nada bonitas.
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Lágrimas del destino.
RomanceAlex y Alex. Dos mundos diferente que se relacionan por obra del destino pero, el mismo, se encarga de que todo su camino sea amargo.