Capítulo 35

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El día había llegado. Desperté primero que la tía, ya que estaba muy ansioso.

—¿Tía?—la llamé. Ella bostezó, miró el reloj junto a su cama y me preguntó que sucedía—Son las ocho ¿no tienes que ir a esas cosas de belleza?

—Sí, a las nueve me voy ¿por qué te has despertado ya? Esto si es un milagro

—Es que ya no podía dormir

—¿Te sientes bien?

—Sí, es solo que estoy emocionado, ansioso, no lo sé

—¿Quieres que te prepare algo de comer?

—No, no, tranquila. Voy a salir a trotar un poco

—Dale, no hagas mucho para que tengas toda la energía. A las dos en punto debes estar esperando a Alex en el altar, no se te ocurra atrasarte, que por ley, quien debe hacerlo es la novia

—¿por qué se debe retrasar?

—Para que el novio se ponga nervioso

—¿eso tiene sentido?

—claro que lo tiene. Ahora déjame dormir cinco minutos antes de comenzar este alocado día

—Nos vemos.

Salí y comencé a trotar. No quería despertar tan temprano porque sabía que el tiempo correría demasiado despacio hasta la hora de por fin dar el sí. Y no me había equivocado, sentía que tenía dos horas haciendo ejercicio y cuando miré el reloj, apenas habían pasado treinta minutos, así que quise llamar a Esteban, ya que él, su esposa y su pequeña se hospedaban en el centro para asistir a la boda. David por su parte, no había podido venir, porque su padre había tenido que resolver unos negocios y su madre estaba con un resfriado fatal y no quería dejarla sola. Aunque me habría encantado verlos nuevamente a todos juntos, sabía que si no hubiera sucedido algo así, habrían venido.

—¿Diga?

—¿Esteban?

—¡Hola! ¿Qué haces despierto tan temprano?

—Yo, no lo sé.

—¿Quieres charlar un poco?

—Sí, eso estaría bien, quizá así puedo hacer que el tiempo pase rápido

—Ansioso ¿eh? Por cierto ¿Qué ha pasado con el chico que ayudas del orfanato? había escuchado que estaría presente en tu boda

—Ney. Sí, vendría desde ayer y se quedaría con la tía Sara y conmigo, pero no pudo tomar el ultimo tren a tiempo, entonces hoy llegará directo a la ceremonia

—Ya. Me alegra que pueda presentarse, me siento tan mal por mamá. Estaba tan ilusionada por verte.

—Lo sé

—¿Aún sigues queriendo que te acompañe junto con tu tía?

—Claro, ¿por qué cambiaría de opinión?

—Por que sé que querías que fuese mamá quien lo hiciera

—Si yo pudiese, todos ustedes me acompañarían en la entrada

—Bueno, para mí será un placer. Mi esposa está muy emocionada, se ha ido hace unos minutos con nuestra hija para comprar algunas cosas, creo que pasaría a hacer algo en su cabello también.

—Mujeres. La tía Sara también saldría a hacer algo parecido

—Y ¿Cómo te sientes al saber que pronto serás un hombre casado?

—Es lo que hace mucho he querido ¿Cómo te sentías tú cuando te ibas a casar con Ana?

—Feliz, muy feliz. Ana es mi complemento, no sé qué haría sin ella

Lágrimas del destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora