No se imaginan la cantidad de correos electrónicos, cartas, textos...de "no te sientas mal" que he recibido. ¿En serio? ¡No se me había ocurrido no sentirme así!¡Muchas gracias!¿Cómo se supone que uno deba sentirse al leer algo así? O, acaso ¿soy la única persona a la que le parece una estupidez? La verdad es que, ni siquiera he leído la cuarta parte de lo que me han escrito todas esas personas y, a todas y cada una de ellas, el único sentimiento que me han producido ha sido el de querer darles un puñetazo en el rostro...
Perdí mi trabajo, dejé de estudiar, mis amigos se aburrieron de mí, de mi familia hace mucho que no había vuelto a saber, creo que tenía un perro pero, no sé que tan cierto era eso, y...bueno, me he quedado siendo nada, solo un saco de piel que vive a base de agua, chatarra o alguna fruta de vez en cuando. No estoy seguro de cuánto dinero queda en la cuenta de ahorros pero, quizá aun tenga para vivir unos diez días. "La vida es como una montaña rusa" leí alguna vez no sé donde y...cuanta razón tiene. Desde que nacemos nos subimos a ella, empieza despacio, luego nos comenzamos a sentir algo emocionados, nos llevamos el primer susto pero, pronto nos enteramos que aquello no ha sido nada en comparación de lo que venia. Vuelve a darnos un poco de tiempo para volver a respirar y ¡pum! otra vez nuestra alma se va al suelo, y así, nos subimos pero, no nos dimos cuenta que no tenemos oportunidad de bajar aunque, quizá, solo quizá, si es cierto que al morir nos vamos al paraíso, pues entonces allí, ya nos podremos bajar. La montaña rusa en la que yo me he subido, no ha sido en una de esas que encuentras en la feria del pueblo ¡que va! me fui por lo grande. La mía es de esas que solo puedes encontrar en los grandes parques temáticos, donde no solo es la montaña rusa en si, también encuentras un túnel, monstruos, fuego, mil maneras de horrorizarte y de esas que ni siquiera te dan segundos para respirar, bueno, si me dieron tiempo para respirar pero, solo milisegundos...ella. Pero había sido como cuando sueñas, cierras los ojos, vivís una historia de mil horas y al despertar notas que apenas fue una siesta de menos de diez minutos pero, el sueño que tuviste ¡vaya que te ha hecho sonreír!Hace un mes vino papá. Sí, el viejo llegó a mi casa. El maldito hombre que me abandonó como si yo tuviese alguna culpa de lo que en el mundo sucede, el mismo que nunca ha respondido a mis incontables cartas. Quien nunca me había visitado en mi antiguo hogar, de la nada apareció en mi umbral. Desde hace seis meses (creo yo) nadie había vuelto a tocar a mi puerta, así que me pareció extrañísimo. ¿Otro cobrador? me pregunté mientras estaba sentado en el suelo de la sala, justo en la esquina, en la misma esquina donde tenía muchos de mis diarios esparcidos por toda la alfombra, en la misma esquina donde me desahogaba más de la cuenta. -¡Qué se joda!-dije en mi mente, pero, noté que habían entrado y conforme avanzaba más pesadas se escuchaban sus pisadas, como si sus zapatos estuviesen llenos de arena mojada. De pronto, un fuerte olor llegó a mi nariz, como si alguien recién acababa de dejar caer una botella de alcohol puro y no pudiera evitar que el contenido siguiera saliendo. Vi primero sus zapatos, y descubrí al instante que era él. Usaba los mismos desde hacía tantos años, los que solía llevar para ir a algún lugar que no fuese su amada finca. Estaba claro que, desde que lo había dejado de ver, seguía sin salir de allí, a menos que fuese de extrema necesidad. No supe que hacer, no levanté mi mirada, la tenía fija hacia abajo.
-¡Me das vergüenza! ¡Eres un asco de hombre! y mira que yo sé de eso. -seguí con la cabeza gacha- ¿Para esto nos abandonaste? Alguna vez tuve fe en ti, en algún lugar, muy, muy en el fondo, pero... veo que estuve equivocado. Mírate, como un perro, lograste una profesión, un buen trabajo, un buen auto, y mírate ahora, hecho un puño en esta gran casa, con esa gran televisión, con esos sillones de piel que ¡anda tú a saber de qué piel son! pero si sé que todo aquí es costoso, y lo único que no calza en este sitio eres tú... arruinas el contraste-Todo esto lo decía gritando, tambaleándose de un lado a otro, escupiendo grandes gotas de saliva con cada palabra, ese no era el hombre que yo conocía, pero, ni siquiera me reconocía a mi mismo. En otro tiempo me habría defendido, lo habría hecho entrar en razón, pero, ahora estaba tan perdido que no encontraba las palabras, ni una. "Los niños y los ebrios siempre tienen la razón" resonaba en mi mente...¿siempre? Me hería profundamente que él dijese todo eso, pero, algún mérito tengo que darle y es el de haber sido la única persona en todo el año que no me buscó con la intención de que yo creyera todas sus mentiras de "estoy aquí contigo""te apoyo""todo pasa"... pero, también es verdad que me habría gustado que me hiciera creer que lo que mamá tanto insistía en decirme era cierto, que él me quería, a su manera, pero, que me quería. No solucionaría nada, pero, es algo que desde que tengo uso de razón quise oírlo.
-Ya vi lo que tenía que ver, no tengo más que hacer aquí-me dijo ya sin subir la voz, se giró para marcharse. Subí mi cabeza al fin y le grité:
-¿Qué hice mal?-se volteó y me asombré al ver su rostro. Creo que él lo notó porque lo vi pensar las próximas palabras que saldrían de su boca. Parecía mucho mayor de lo que en realidad era, tenía unas hendiduras en su frente a causa de las arrugas, pero, no eran las que comúnmente vemos, eran muchísimas y extremadamente pronunciadas. Sus ojos parecían los de un perro cansado, le colgaba la piel a su alrededor y apenas si se notaba que allí había un par de ojos claros que en aquellos tiempos (según mamá) hacían que todas las mujeres que se lo topasen en el camino, se detuvieran a admirarlos. Aún tenía mucho cabello en su cabeza, pero no había ni uno solo que no fuese blanco como la nieve. Es obvio que el tiempo cambia físicamente a las personas, pero, si no fuese su hijo, creo que no lo habría reconocido.
-¿Hemos hecho algo mal?-Me respondió clavando su mirada en mí, miró por la ventana (todo en menos de un par de segundos) y se marchó. Estoy casi seguro que fue la última vez que le vi. Cómo ya te has podido enterar, mi vida ha sido una mierda, y al día de hoy, esa mierda está más podrida que si hubieses dejado el baño de tu casa atascado y volvieras después de unos meses a vivir allí. No hay nada bueno por más que busque, y aunque busque, ya no hay nada por lo que yo quiera levantarme, correr la ventana y agradecer por los rayos del sol, pero, esta mañana en particular, noté que hay algo que si tengo, mis diarios y los recuerdos de lo que algún día viví.
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Lágrimas del destino.
Roman d'amourAlex y Alex. Dos mundos diferente que se relacionan por obra del destino pero, el mismo, se encarga de que todo su camino sea amargo.