Capítulo 36

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Luego de diez minutos aproximadamente desperté mientras me subían a un ambulancia. Cuando me di cuenta me puse como loco a gritar:

—¿Dónde estoy ¿Dónde está Alex? ¿Qué pasa con mi boda? ¿Tía Sara? ¿Tía Sara?

—Señor cálmese, usted perdió el conocimiento—dijo una enfermera

—Usted no sabe nada ¿Tía Sara? ¿Tía Sara?—seguía gritando con todas mis fuerzas hasta que ella apareció

—Cariño—dijo mirándome con los ojos aun llorosos— aquí estoy

—Tía llévame de aquí—estaba aún desorientado, no entendía muy bien donde estaba.—tu lo dijiste: yo no puedo llegar más tarde que ella. Vamos, se enfadará si la hago esperar

—Alex...

—¡Llévame maldita sea!—y comencé a quitarme los aparatos médicos.

—¡No, Alex! no te quites eso—pero ya lo había hecho y me disponía a entrar nuevamente a buscar a Esteban y seguir como si nada. La tía corría detrás mío junto con la enfermera—No puedes irte, tienes que hacerte unos chequeos—me giré bruscamente y la señalé

—Dime dónde demonios está Alex. Dímelo ahora—y ella se asustó al verme actuar de aquella manera

—Ella...

—Dímelo

—No sé si ya... no sé si ya recogieron su cuerpo—y me quedé congelado con mi dedo apuntándola aún—las cosas solo suceden Alex—ríos de lagrimas comenzaron a descender de sus ojos—no hay nada que podamos hacer contra el destino

—¿Destino?—dije enfadado—¿tu crees que el destino quería darme esta vida de porquería? a caso ¿crees que me merezco esto? ¿crees que ella lo merece? Dime donde está ella o llévame en este instante

—Alex...no, no deberías

—¡Hazlo!

—Es a un par de calles de aquí, no creo que podamos tomar un taxi, las calles están congestionadas porque sucedió en la principal y— pero ya yo me había alejado— ¡No lo hagas Alex! Te arrepentirás—la tía Sara no quería que me quedara con un recuerdo poco agradable de Alex...

Corrí, corrí y corrí a lo más que daban mis piernas. Aún me sentía mareado, pero no podía permitir que eso me afectara. No sabía exactamente hacia donde iba, pero pronto comencé a ver una multitud. Era ahí...Me acerqué poco a poco, el valor que traía se comenzaba a disipar. Anhelaba que ella no fuese la que estaba allí, que se habían equivocado, que Alex estaba aún tratando de ponerse su vestido, o que ya estaba esperándome, que había tomado otra calle y se había hecho más largo el camino, que una llanta había estallado, lo que fuera, hasta que se había quedado charlando con una persona, todo menos que ya no estaba más en este mundo.

Seguí avanzando demasiado lento. Iba con la cabeza apuntando hacia abajo.

—Señor, de aquí en adelante no puede avanzar—me dijo un oficial de policía. Me quedé justo donde estaba y empecé a ir avanzando con la mirada. Un poco más, un poco más hasta que noté sangre...mucha sangre. Seguí...seguí...tela blanca, tela blanca que pronto se volvió en roja... Era Alex...Crucé la cinta amarilla y esquivé a los policías

—¡No! ¡No! ¿Alex? ¡Despierta! ¡Levántate de ahí! Tenemos que casarnos, date prisa, se nos hace tarde.

Alex estaba en el asiento trasero de un auto que había quedado completamente hecho trizas en la parte trasera. Un camión había perdido los frenos y había chocado contra el auto en el que ella iba, quedando el chofer gravemente herido, y ella...ella falleció en el instante. Su puerta estaba abierta, y ella estaba guindando del cinturón de seguridad, con el velo tapándole el rostro mientras su cabeza parecía colgar de su cuello. El hermoso vestido con transparencias, repleto de flores de abajo hasta arriba, estaba lleno de sangre...

Lágrimas del destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora