Al día siguiente, después de enterrar a mamá en el cementerio del pueblo tía Sara me preguntó si quería caminar un poco o volver a la finca de inmediato. Aún no me sentía preparado para tener una conversación seria con mi padre así que opté por la primer opción.
—Todos la extrañaremos, pero su dulce esencia perdurará eternamente. ¿Qué tanto conoces este lugar?
—Poco, solo acompañaba a mamá al mercado, rara vez desviamos la ruta.
—Creo que hay un sitio que deberías conocer.
—¿Cuál?
—Vamos. Te hablaré de él en el camino, no está lejos—y comenzó con el relato— Cuando tu madre y yo éramos pequeñas, bueno ya sabes que tus abuelos se fueron al cielo pronto así que tuvimos que buscar maneras para sobrevivir. Para dicha nuestra, ellos tenían una gran casa que nos dejaron en herencia, aunque no teníamos qué comer, teníamos un techo que nos resguardaba. La casa era tan grande que creo que de allí surgió el sueño de tu madre
—¿El de tener una familia?
—Sí, hablaba sin cansarse de su anhelo por tener un esposo y decenas de hijos, a mi en cambio, me parecía algo común y aburrido, me gustaba más mirar la manera en que cada parte estaba construida, cómo podría cambiarla y cosas de ese tipo. Cuando le conté a ella mi sueño, ya estaba de novia con tu papá. No le hacía muy feliz la idea de que yo me fuera, pero me sugirió que nos deshiciéramos de la casa.
—¿Deshacerse de la casa? Pero, ¿no era importante para ustedes?
—Sí, pero lo que hicimos fue mejor.
—¿Qué hicieron?
—La primer idea era venderla, quedarnos mitad y mitad, ella con su parte haría una casa y yo la usaría para tener mi propio lugar en la ciudad, pero un día tu madre se sentía mal, fue al médico y ahí se dio cuenta de que había perdido a su bebé
—¿Qué? ¿Un bebé? ¿Estuvo embarazada antes?
—Sí, ni siquiera lo sabia, tenía apenas dos meses de gestación. Creo que aunque juzguemos a tu padre, en realidad no es tan similar a un ogro, fue muy bueno con ella y le pidió matrimonio. La ayudó a salir de su tristeza.
El médico le había dicho que lo más probable seria que nunca pudiera tener un hijo y de quedar embarazada nuevamente, tendría que operarse naciera o no el bebé. También le sugirió hacer aquello antes de poder quedar encinta nuevamente porque a como podría ir bien, habían más posibilidades de que todo fuera mal.
—Y ella no quiso hacerlo...
—Por supuesto que no, si tenía una sola esperanza en un millón de ser madre, se aferraría a ella. Bueno, entonces por lo ocurrido, lo que haríamos con la casa cambió. Sí nos deshicimos de ella, pero no como habíamos pensado. La dimos a caridad.
—¿A caridad?
—La regalamos para que se volviera un orfanato
—Es donde llevan a niños sin familia ¿verdad?
—Sí. Niños como tu mamá y como yo... Tu madre se casó con tu padre y yo me fui a trabajar en todo lo que encontrara en la ciudad para poder pagar mis estudios y tener donde vivir.
—Vaya... no tenia ni idea de que hubiera un orfanato en el pueblo gracias a ustedes. ¿Ahí es donde vamos?
—Sí.
Charlamos un poco más de la historia de mi familia y con el tiempo me di cuenta por qué en realidad la tía Sara trabajaba tanto. En parte, era cierto que su jefe era un explotador, pero ella estaba bien con eso porque más de la mitad de su sueldo iba donado a la casa para niños. Era por esa razón que su apartamento se veía del tamaño de un huevo y que casi nunca gastaba en cosas innecesarias...

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Lágrimas del destino.
RomanceAlex y Alex. Dos mundos diferente que se relacionan por obra del destino pero, el mismo, se encarga de que todo su camino sea amargo.