Antes de que los primeros rayos del sol aparecieran, yo ya había salido de casa. Me reuniría con Tiburcio al medio día, pero no sabía cómo enfrentar la mirada de Amanda por la mañana. Sé que ha pasado mucho tiempo desde que...bueno, desde que estoy solo, sé que ella es una mujer sola también, pero nunca, en toda mi vida, nunca había siquiera rozado los labios de otra mujer.
Cuando invité la noche anterior a Amanda a comer, en realidad, ese era mi único propósito, comer. La respeto, la estimo y me parece una increíble mujer, pero ya he trazado un plan, y aunque tengo más de un millón de pruebas de que el destino es quien verdaderamente decide, esa chica, no causa mariposas dentro de mi... Podrían pasar años, y solo hay alguien en toda la galaxia capaz de curar mi corazón, no importa si digo esto hoy, mañana o pasado.
Caminé por horas hasta que llegó el momento de presentarme a mi cita diaria. Luego de pedirnos algo de comer (vaya que tenía hambre) comenzamos:
—Bueno, entonces ¿Cuándo te viste con el hermano de Alex?
—En casa de la tía Sara no teníamos computador y estábamos en días de exámenes, así que me llevó casi una semana poder ir a la biblioteca y escribirle. Eso fue un domingo. No, fue un sábado, sí, un sábado porque su respuesta fue inmediata. Resulta que tras haber acabado los exámenes finales, Alex acompañaría a sus padres en un viaje y no regresarían hasta el domingo al anochecer. Los empleados y la encargada de cuidarlo estarían allí ,pero él al igual que Alex se las había arreglado para convencer a la enfermera de que dejase pasar a su invitado sin que los demás se percataran. Para mi suerte, el domingo tía Sara trabajaba, digo para mi suerte porque nuestra reunión sería temprano para evitar cualquier tipo de contratiempo y a la tía le despertarían dudas el hecho de que yo saliera un fin de semana a esas horas.Después de salir de la biblioteca pensé en qué podría llevarle como presente, no me parecía justo que me invitase a su casa y que aún con todas las dificultades que eso le podría traer yo llegara con las manos vacías. La primer idea que se me cruzó fue llevarle un libro, pero ¿Cuál era su género preferido? y luego me di cuenta que con su pequeñísima biblioteca era difícil que el libro que yo le llevase no lo tuviera ya. Así que opté por un comic. Fui a casa, saqué dinero de mi alcancía y fui a pedirle al vendedor que me diera uno que para él siempre estaría en su memoria. No recuerdo exactamente el nombre de cuál me vendió, pero sí la emoción que tenia mientras me narraba sus partes preferidas.
A la mañana siguiente, me quedé en la cama en silencio esperando escuchar la puerta cerrarse cuando tía Sara saliera para prepararme. Me di un baño, guardé el comic en mi mochila y me fui. Tenía que estar a las seis de la mañana en punto en la esquina de su calle. Allí llegaría la enfermera y yo entraría con ella. Estuve allí cuando faltaban aún diez minutos
—Mujer bajita con cabello oscuro. Mujer bajita con cabello oscuro. Mujer bajita con cabello oscuro—me repetía a cada segundo con temor de no reconocerla.
—¿Alex?—ahí estaba la mujer bajita con cabello oscuro, le sonreí y asentí— Vamos, a esta hora es muy difícil que nos encontremos con alguien, pero no está mal ser precavidos.
—Sí.
—Quítate los zapatos— me dijo al igual que Alex lo había hecho anteriormente—No, no los dejes ahí, dámelos, por favor, si los ve alguien que no debe, luego tendré que dar muchas explicaciones si quiero seguir aquí—Sentí lastima y a la vez agradecimiento por ella ya que estaba poniendo en juego su empleo solo por ayudarnos—Mira, te digo donde está su habitación mientras me encargo de unas cosas, es en la segunda planta
—Sé donde es, tranquila—ella me miró un poco desconcertada, pero no dijo más y ambos tomamos nuestro camino—¿Puedo pasar?—pregunté después de tocar la puerta y haberla abierto un poco—abrí porque no sabía si me podrías escuchar desde adentro
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Lágrimas del destino.
RomansaAlex y Alex. Dos mundos diferente que se relacionan por obra del destino pero, el mismo, se encarga de que todo su camino sea amargo.