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THE FINALE

🎧: The Smallest Men Who Ever Lived
- Taylor Swift

Marzo 2, 2022

El reloj marcaba las cuatro y dos minutos, pensaba en como la vida ha pasado factura sobre todos los acontecimientos que he vivido. Pensativo, veo mi diario lleno de momentos mágicos, momentos quebrantables, y momentos llenos de amor. Lo único que me emocionaba en este punto de mi vida, era leer aquellos fragmentos de mi vida pasada en los que plasmaba una sonrisa enérgica, leerlos era simplemente asombroso.

Sentía aquel rayo de luz calentar mi rostro en aquel parque, me levantaba en búsqueda de alguna bebida, específicamente un café helado. Estar en el parque era mágico, sin duda me motivaba a sentirme como un espíritu libre. Distraído encaminaba mi rumbo a la cafetería más cercana, aunque accidentalmente tropecé dejando caer mi diario. Desperté de mi burbuja mental, hasta que solo veía los zapatos de quien parecía ser un chico.

—¿Estás bien?
—Si...
—Creo que esto te pertenece.
—Si, gracias.

De alguna forma algo se me hacia parecido este chico, su voz y sus ojos color avellana. Algo cercano, algo antes vivido. No presté mucha atención, solo deseaba ese café helado, avancé por la avenida y llegué a aquel lugar manchado. Una cafetería en la cual se marcaron muchos recuerdos hermosos y violentos sin dudar. Ordené aquella bebida tan deliciosa, podía observar a los baristas lindos. Aunque no soy de mantener contacto visual esta ocasión era especial. Quería avanzar, la tarde en el parque de la ciudad era linda, amaba este cálido sol de primavera.

Nuevamente solo éramos mi diario y yo en aquella manta junto al sauce del parque. Aunque de alguna forma, sabia el propósito de esta visita al parque. Necesita despejar mi mente y claramente reflexionar que; la vida no se acaba cuando alguien te destruye en mil pedazos. Era divertido porque de alguna forma recurrir a la naturaleza es hermoso, y es mágico dejar que tus problemas simplemente desaparezcan con ella en un pequeño lapso de tiempo. Debía seguir trabajando en lo que estaba, utilizaba mi diario para revivir momentos lindos y plasmarlos en algo en que trabajaba.

La escritura era maravillosa, dejar fluir tus problemas en oraciones llenas de sentimiento. Solo tinta y papel podían hacer muchísimo. Contar mi propia enseñanza de algo que quizás nadie haya experimentado era importante o al menos eso es lo que pienso de eso. Pero sabía que esto no tan solo es una "metáfora" mía, había escuchado sobre la Ley de Kidlin; Si escribes un problema claramente de manera específica, has resuelto la mitad de él. Trabajar en la escritura de un momento doloroso de mi vida me ayudaba a comprender y sacar conclusiones de algo que parecía escaso de resolver.


Cerraba los ojos y pensaba en que todo casualmente desaparecía, que lo que parecía estancarme ya no lo hacía, era de alguna manera libre. Hasta que los recuerdos aparecían, echando todo a la mierda. Quería parecer una persona mentalmente estable hasta que recordaba a profundidad esa herida de gravedad.

Aunque sabía que todo eso era solo mío. ¿Pero y si no lo era?

Un chico vestido de negro se acercaba a mí, sentía angustia, era un desconocido. Que intenciones tiene, las desconozco, mi corazón quería reventar.

—Vengo a hablar contigo. —exclamó aquel sujeto de vestimenta dudosa.

—¿Te conozco?

—Bastante. Bastante como para haberte jurado amor y dejarte plantado mientras me entregabas tu corazón. —decía mientras se quitaba aquel abrigo negro y gorra negra, revelando su identidad.

—¿Andy? ¿Qué...qué haces aquí?

—Kai, quiero hablar contigo.

—Andy, me costó demasiado enterrar este tema, no quiero dialogar.

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