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—Kageyama—con tan solo oírlo se queda quieto y el resto del Karasuno pasa por al lado suya. Ya saben que hay que hacer—, lo siento.

Ya no hay nadie a los alrededores. Solo ellos dos en un gran centro vacío, sin nadie, sin prejuicios, un lugar seguro. Hinata abraza a Kageyama, llora, sus palabras se ahogan antes de salir y sus ojos se cierran con fuerza. Se aferra más a este que la da consuelo. El azabache acaricia el pelo, pasando su mano entre los mechones rebeldes, tranquilizando un pequeño porcentaje al pelirrojo devastado.

Kageyama siempre lo ayuda a consolarse igual que hace Hinata cuando es al revés, ellos son así. Únicos y raros en un mundo complicado que no deja mostrar tu ser.

—Perdón. Soy idiota, como siempre. Lo he vuelto a fastidiar.—el sonido que produce su boca es tan desgarrador y doloroso, su corazón va a mil, su respiración se acelera. Su cuerpo siempre pide auxilio a gritos y su único salvavidas es aquella persona que la gente cree que odia. Las lágrimas empapan el uniforme para los partidos de Kageyama.

El abrazo es lo único que calma su yo interior... pero no un abrazo cualquiera, solo el de él.

—Tranquilo.—es lo único que dice al empezar a rodear sus brazos en aquella pequeña cabeza que se apoya en su pecho, ese cuerpo desesperado y angustiado.

La soledad para ellos dos siempre va a ser lo único que favorece en esos dos momentos. El antes y el después de un partido. Son los únicos momentos en los que ambos muestran sus peores lados, sus debilidades, sus angustias, sus penas, su pesimismo, todo aquello que nunca muestran a nadie más. Todas las partes malas de las que se avergonzarían si el mundo lo supiera.

Hinata regula su respiración.

Se separan, aunque sus brazos vagamente siguen en el cuerpo ajeno—Gracias de nuevo.—ahora es el mismo de siempre, sonríe ya despejado. Kageyama lo despeina con su mano aun en su pelo, contagiándose de esa gran curva en los labios.

—No me des las gracias, tu harías lo mismo si fuera al revés.

—No se porque a la gente le caes mal.—Kageyama frunce el ceño algo gracioso en la vista de esos ojos miel, no pierde detalle a cada movimiento.

—Caigo mal porque quiero caerles mal. Por ejemplo, contigo me llevo bien porque no quiero caerte mal.—el filtro que cambia palabras desaparece y son ellos en su mundo, de nuevo. Como el antes y el después de los partidos.

Hinata en respuesta vuelve a sonreír con una cara llena de amor, una que curva su boca y descansa un poco la vista, una que mira a esa persona de manera diferente. Este le devuelve la misma mirada. Las manos que aun están en Kageyama cae a sus laterales al igual que los de este. Pero el pelirrojo viaja a esos laterales y coge sus manos, como a veces hacen.

—Ahora estoy nervioso por el partido, ¿y si perdemos?—Kageyama desliza sus dedos entre los del ajeno, acaricia sus nudillos.

—Si nos esforzamos dudo perder el partido.

—Igualmente sigo nervioso.—Hinata deja caer su cuerpo y se apoya en el de Kageyama, suspira. Siempre son cariñosos y cercanos cuando no hay nadie que los juzgue. Son ellos mismos dándose cariño, aunque no sea como una pareja. Hinata mira tímidamente a Kageyama—Kageyama, he estado pensando una cosa...

En parte, su llanto ha sido provocado por eso, por todo—¿En qué?

—Hay mucha gente que nos ve bastante cercanos y piensan que...—es interrumpido por Kageyama, quien lo mira a sus ojos miel, esos que conectan.

—¿Pareja? Pueden pensar lo que quieran.—sonríe de una manera que nunca a visto Hinata. Una sonrisa inconsciente y sincera, una que hace relajarse a Hinata. Se relaja.

¿Fingiendo ser pareja por sexo? [ Kagehina ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora