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*Advertencia:

Lo mismo de siempre. Hoy, más texto a la anorexia de Hinata, aunque haya mejorado, aun queda un largo camino. También, avisar que se dará más prioridad a su relación romántica. Al final, habrá hard lemon para los que esperaban ya un capítulo picante y que de cosquillas en la entrepierna.

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Están junto al equipo, en el supermercado del entrenador Ukai. Hinata está junto a Kageyama, entre los pequeños pasillos de la tienda, mientras que los demás integrantes del club, están en la caja, hablando con el entrenador o entre ellos.

—Hinata, ¿quieres algo de comer? Yo invito.—el nombrado alza la vista para alcanzar a ver los ojos azabache de su "pareja". No quiere comer entre comida y cena, puede engordar más de lo que ya hace. Kageyama se percata de tan mirada—. Bueno igualmente te voy a comprar un bollo de carne, se que te gustan.

—En serio, no hace falta.—pequeño susurro.

—Te voy a querer con unos kilos más que con unos de menos, asique come, no quiero tener que ir al hospital de nuevo porque no quieres comer, ¿me escuchas?—a pesar de parecer enfadado, está más bien preocupado.

—Eso ya lo se, pero se trata de mi, no de lo que la gente opine...—sus pensamientos lo auto interrumpen.

—Si no adelgazas parecerás un puto gordo.—pero si apenas pesa cuarenta y cinco kilos, y eso dando gracias.

—... Quizás si influya un poco, pero no quiero comer.—Kageyama lo mira y con aquel bollo en bolsa en su vano, deposita un beso, no sin antes mirar a ambos lados y asegurarse que no hay nadie.

—Hazlo por mi.—poniendo ojitos y abrazando la cintura de este.

—Está bien, pero solo porque sin ti no tendría placer.—lo aparta de encima y mira otro lado, evitando mirarle a los ojos y averiguar que cara está poniendo ahora mismo.

—Y porque me quieres. Admítelo.—Hinata suelta un pequeño quejido por la boca, uno de esos tiernos. Cede.

—Sí, te quiero.—tira de él y van a la caja, donde ya no hay nadie más que el entrenador Ukai. Los demás están fuera, esperándolos.

Después de pagar y despedirse del entrenador, salen. A partir de ahí, todos comienzan a despedirse, separándose en dos grupos. Los que van a la derecha, y los que van a la izquierda. Poco a poco, el grupo que va yendo por el mismo sitio que van Kageyama y Hinata, comienza a reducirse, hasta, al fin; solo ser ellos dos solos, de nuevo.

Hinata termina su bollo básicamente obligado. En el fondo, sabe que tiene razón. ¡Aún así, no es motivo!

—Kageyama, ¿mi casa o la tuya?

—Hoy no, tienes que dormir bien, pero si quieres, me quedo a dormir contigo.—él quiere, Hinata también quiere, pero deben de dormir. Llevan días sin hacerlo. Lo necesitan.

—¿Serás cursi al menos?—casi suplicando por ser mimado y sentirse como algo especial, como siempre consigue hacer Kageyama.

—Todo lo que quieras—coge la mano de este, entrelazando sus dedos—. Te quiero, eres mi bizcochito favorito.—pellizca con cuidado el moflete de Hinata, provocando un leve gemido de dolor.

—Así mejor—sonríe satisfecho—. ¡Llévame!—alza los brazos y se pone quieto, frente a su azabache.

—Tienes mucho morro.—Kageyama como buen novio, acata las órdenes de Hinata—¿Espalda o princesa?

¿Fingiendo ser pareja por sexo? [ Kagehina ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora