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*Advertencia:

Lo mismo de siempre. Hinata y Kageyama son sexópatas (Desde siempre, pero ahora se nota más y tengo que decirlo).

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Tan solo ha pasado una semana después de hacerlo por segunda vez en una cama. Y bueno, sí, todas las semanas se han entregado al otro tanto en cuerpo como en sentimientos, ambos haciéndose ver caras que ninguno más ve.

Ahora están tranquilamente entrando con el Karasuno, algo cansados por lo que han hecho por la mañana, pero igualmente dándolo todo.

—Kageyama, Hinata; descansad un poco, parece que no habéis dormido hoy.—de hecho, no, no lo han hecho. Ha sido una noche complicada para conciliar el sueño.

—Entendido, gracias—ambos salen de la cancha y se sientan apoyados en la pared. Hinata suspira mientras mira el techo, y Kageyama solo lo observa, dejando su imaginación como único pensamiento—. Hay que evitar hacerlo por las mañanas.—comenta Hinata, sacando una sonrisa al azabache.

—Si has sido tú quien decía, "Kageyama, hazlo ahora".—Hinata ríe avergonzado antes de hablar.

—Pero tu habías aceptado. Estamos a la par.—Hinata lo mira de reojo mientras ríe por lo bajo y llevándose un pequeño empujón.

—Bueno, ¿pero luego otra vez, no?—como se nota que desea el cuerpo de Kageyama. Este lo mira sonriendo pervertidamente.

—Ves, eres tú quien lo pide y luego se queja.

—Sí, pero no me arrepiente de hacerlo, después de todo, te necesito.—Hinata apoya su espalda en el hombro de este.

—Tienes un morro que te lo pisas. Pero sí, te lo haría aquí mismo.—se impacta un poco por el comentario. Pero un impacto de alegría. deja su cabeza que también se apoya en el hombro y así cerrar los ojos con una sonrisa.

Mientras tanto el equipo entrenando a saco.

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Están en el supermercado, con el entrenador Ukai, dispuestos a cada uno ir por su camino. Es ahí, cuando Hinata iba a irse con Kageyama y algunos más, cuando Ukai lo llama. Kageyama solo lo espera desde la lejanía mientras los demás que van por su camino se despiden.

—Hinata, ¿ya estás mejor? No he podido preguntarte estas semanas y estaba preocupado.

—Oh, sí, ya estoy mucho mejor.—es cierto, Kageyama ha hecho que gane cinco kilos más. Necesitaba ganar peso para no estar tan bajo de grasa. Porque su perdida de peso era un grave problema que Kageyama a solucionado y va a seguir haciéndolo para que deje de tener anorexia. 

—¿Y con Kageyama?—con los ojos señala un pequeño chupetón que apenas se logra ver por el holgado de la tela, más en concreto el borde del cuello de la camiseta.

—Bien—como auto reflejo lleva su mano a esa parte—, todo bien.

⁕⁕⁕

No hablaron nada más que eso. Asique Hinata volvió con Kageyama y se fueron a la casa del pelirrojo. Como la madre ni la hermana estaban por algo importante, la casa está vacía. ¿Qué mejor opción que esa?

Nada más cerrar la puerta y dejar caer las bolsas de deporte y la pelota de vóley, conectan sus labios como ya lo han hecho tantas veces al día en esos tantos días que llevan haciéndolo. Es mucha la necesidad que sienten por estar conectados de tantas maneras.

Kageyama que tiene a Hinata apoyado en la pared, decide coger sus muslos y hacer que sus piernas rodeen la cadera, mientras la espalda de Hinata se pega más a la puerta.

Esa postura les traen recuerdos de su primera vez juntos y su primera vez en general.

¿Por qué siempre son tan rápidos?

La mano de Kageyama ya recorre todo el cuerpo, erizando la piel de Hinata, de una manera placentera, como siempre consigue hacer.

Hinata rodea sus brazos por el cuello mientras se aferra. La mano de Kageyama está ganando experiencia con cada día que pasa; es como el vóley, aprende muy rápido con tan solo tres veces al día. Pues con esto es exactamente lo mismo.

Kageyama pone su mano en el cuello de Hinata, para que su cabeza apoye en la pared y no en el hombro. Con ello, consigue besarle delicadamente, subiendo el nivel a cada segundo. Intercambian tanto salivas como placer. Se podría decir, que en estos momentos, Hinata se siente querido.

—Abre las piernas.

Hinata abre bien los ojos al recordar aquello y hace que Kageyama pare en un solo segundo—¿Pasa algo?—preocupado.

—No, nada, sigue.—intenta fingir una sonrisa. Le sale bien y Kageyama se lo traga, aunque en el fondo siente que algo no está en su lugar. Retoma por donde iba y va de nuevo a besar a Hinata, que lo vuelve a parar.

—¿Vamos a la cama?—se le hace incómodo en la entrada de su casa. Es un poco agobiante ya que si alguien entra... bueno, creo que se sabe, ¿no?

—Claro.—Kageyama rodea con sus brazos la cadera de este. Y aún con esos pies rodeando su cintura, consiguen llegar. El mayor lo tumba sin soltar el agarre de piernas de Hinata—Si que tienes buenas piernas.

Ríe un poco—Calla y sigue.

Kageyama aparta un poco con la mano el pelo de la frente de Hinata. Este molesto porque no sigue, pone sus manos en los mofletes y lo atrae para besarlo; un beso lleno de amor y cosas hermosas.

—Te quiero.—puede que solo sea por el momento o porque es lo que realmente siente, pero aun así, lo dice, sacando una sonrisa a Kageyama; una convencida.

—Y yo.—es entonces, cuando la ropa desaparece y vuelven a ser dos cuerpos desnudos y a punto de ser unidos, es cuando Kageyama reparte dulces besos por la frente, el moflete, llegando a todas partes de la cara y cuello.

Kageyama dilata la entrada haciendo uso de su mano, viendo la cara de Hinata. Tiene una cara de placer, dolor, amor, cansancio y tantas cosas más. Parece que la cama, él y Kageyama ya son uno de tantas veces que están sobre ella, y no para dormir.

Después de que ya este preparado y no le duela algo poco más grande, es cuando con cuidado introduce su masculinidad en el único lugar que puede entrar en este momento, a parte de la boca, pero eso ya luego.

Hinata pega un gran gemido como siempre al sentir a Kageyama—Dime cuando estés listo.

En respuesta, solo un asentimiento con la cabeza. Mientras, sus mejillas tienen un color carmesí y sudor por todos lados, al igual que está Kageyama.

¿Fingiendo ser pareja por sexo? [ Kagehina ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora