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*Advertencia:

Lo mismo de siempre y con abuso infantil, leve violencia, leve violación (A partir del siguiente capítulo, dejaré de poner esto, pero seguirán apareciendo todo lo que he dicho en capítulos anteriores pero sin poner la advertencia al principio del capítulo).

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—Salgamos oficialmente y hagamos el amor más veces, al igual que ir a citas, cogernos de las manos, besarnos frente a todos y poder decir que eres mi novio.

—Sí—sonríe de oreja a oreja, llorando más fuerte, con lágrimas de felicidad que humedecen sus mejillas—, te necesito. Más que nadie. Quiero levantarme por las mañanas, como siempre y oír sinceramente un te amo por tus labios que tantas veces he besado.

—Claro—riendo de felicidad y a la vez sonriendo, besando los labios de Hinata—. Te amo.

—Ahora puedo decir sinceramente que yo te amo más.

Sus bocas siendo testigo de muestras de amor. Han tardado en decirse que se aman sinceramente, pero lo han dicho. Tanto los desahogos por ambas partes como las relaciones sexuales solo han abierto los ojos algo que ya estaba ahí.

Algo que nació por simple cruce de miradas.

¿Y ahora qué?

¿Qué sigue?

¿Hay algo más?

¿Este es el final a una historia que han vivido?

Hinata mira los ojos azabache de Kageyama, podría mirarlos por horas y horas mientras escucha palabras susurradas por el mismo. Abrazándose con mimos y haciendo el amor tantas veces como su cuerpo se los permita.

¿Hinata ama a Kageyama?

—Te amo.—susurra a escasos centímetros de los labios ajenos a él, chocando el aliento caliente mutuamente.

¿Kageyama ama a Hinata?

—Yo te amo más—acortando distancias por un microsegundo—, idiota.

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Han sufrido por nada, han llorado por nada, han pensado cosas descabelladas por nada, han creído que no lo quería por nada. Todo para ahora saber que ambos se quieren, sin ser por el calor del sexo o la burbuja que se creaba mientras fingían ser algo que ahora son.

Hinata está descansando en el entrenamiento antes de un partido nacional. Y sí, ha hecho el amor con Kageyama antes de venir aquí. De momento, nadie deduce que salen oficialmente, excepto Nishinoya que sí lo sabe y Asahi.

—Hinata, necesitamos hoy más que nunca que des lo mejor de ti. Nos quedan dos partidos para conseguir ganar las nacionales. Tú y Kageyama tenéis que hacer vuestro papel mejor que nunca. Kageyama como colocador y tu como señuelo, rematador y bloqueador central.

—Lo se—sí está algo sudoroso, pero se le pasará en cuando el partido comience. La cámaras se ponen a grabar el calentamiento de tanto el equipo rival como el Karasuno.

Hinata sigue en el banquillo, mirando a su ahora novio haciendo su papel. Es tan perfecto y saber que él tiene la oportunidad de ver su cuerpo, tocarlo y sentirlo y nadie más puede, es agradable.

Ahora se figa más en cada detalle de Kageyama, como aprenderse su cara de memoria, incluido el cuerpo y fijarse en las cosas que le gusta o deja de gustar. No quiere perder a esta persona de su vida; después de todo ha demostrado ser mejor que nadie en tantos sentidos.

⁕⁕⁕

Todo comienza en secundaria, en esos años jóvenes que se debería ser feliz, sin preocupaciones, sin prejuicios, sin... Hinata no tenía eso, era todo lo contrario. Desde sus doce casi trece años, ha estado sin esa felicidad; al menos en su interior.

Nunca nadie lo ha notado porque sabe callar y aguantarse el mismo el dolor, sin nadie. Cada día tiene que ir al mismo lugar de siempre, cuando no hay nadie. Cuando solo es él y el otro.

—¿Por qué no me escuchas? ¡Yo soy el único que te va a querer! ¿¡Quién querría a alguien cómo tú!? ¡Nadie, que te quede claro, sólo yo!—pone su mano con suavidad en la barbilla de Hinata, levantado su cabeza agachada y pálida.

—Lo se.

—Sin mi no serías nada más que mierda, ¿me entiendes?—aproxima su cabeza a la de Hinata—Soy mejor que tu y por eso tienes que estar a mi lado, ¿entiendes mierdecilla?—el pelirrojo sorbe la nariz apretando fuerte sus puños, cierra con fuerza sus ojos al sentir un brusco beso. Otra vez no. Le da asco. No quiere. Ya no.

Todos los días igual, en el mismo lugar, con mismas palabras hirientes dirigidas al bajito. El es abusado de muchas formas por un simple favor que le pidió una vez "ayúdame a deshacerme de mi acosador". Este aceptó, lo que no sabía es que su nuevo acosador y abusador iba a ser él, el precio a pagar.

Tiene que dejar que haga lo que quiera. Tampoco puede irse, de alguna forma, algo se lo impide. 

Sus lágrimas desbordan—Deja de llorar joder, así uno no disfruta—este lo tira sobre la mesa, asustándolo—Abre las piernas.

—¡No!—choca sus piernas para impedir que haga cualquier cosa.

—Eres un puto gordo—este se pone encima de él, amenazándolo con la mirada—. Deberías de adelgazar, ¿sabías?—pesa menos de cuarenta quilos, ¿es mucho? ¿cuánto más tiene que adelgazar para que no sea gordo?—¡Abre ya las putas piernas!

Hinata muerde su labio inferior al tener las manos atadas con la camiseta de su abusador. No quiere hacer esto por muchas veces que quiera tener sexo. Con él las ganas se le van enseguida.

—¡Suéltame pervertido!—lo empuja dándole una patada en los huevos, intentando salir de ahí en vano. Vuelve a ser atrapado. En el suelo, bocabajo, pidiendo ayuda hasta que este se lo tapa con dedos en su cavidad vocal. Solo se escuchan balbuceos.

Llora más fuerte mientras siente como una mano que no le gusta recorre su cuerpo. Justo cuando nota como se acerca a una parte más sensible, alguien abre la puerta. Están en el almacén del gimnasio, como todos los días. Un grupo de dos chicos y una mujer ven la escena. Miran los ojos de Hinata y entienden que pasa.

Al verlo atado saber que hacer—¡Suéltalo pervertido!—por suerte, acabaron llevando a ese niño a un centro de menores, no era al único que utilizaba a su antojo. Pero pro mucho que se haya ido, la marca y esas palabras siguen.

Gracias a esos dos chicos y esa chica, logró vivir más en paz. Pero esos tres años que recibía los insultos, eran difíciles de olvidar. Casualmente, esos dos chicos son sus amigos que lo animaron cuando este quería aprender vóley, ya que ellos lo saben y no querían verlo deprimido. Por eso es que Hinata los aprecia tanto. También porque esos dos lo consolaron mucho tiempo después de que ese abusador se fuera de una vez por todas.

Hinata, ahora, ya no tiene tan vivo aquello gracias a Kageyama, lo ama de verdad, tanto que no tiene explicación. Gracias a él sabe amar un poco más su cuerpo y a él mismo. Todo por sus típicas frases "Te querré con unos kilos de más o unos kilos de menos" "Eres hermoso sin ropa y con" "Estás perfecto" "Te quiero más que a mi vida entera" "Eres lo mejor en mi vida". Gracias a todo eso, Hinata es el mismo Hinata. Gracias a unas simples frases repetitivas que parecen no tener importancia, pero la tienen.

Ya no puede decir "¿Fingiendo ser pareja por sexo?", ahora puede decir "Siendo pareja por algo más que el sexo".

¿Fingiendo ser pareja por sexo? [ Kagehina ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora