07

95 15 1
                                    

Sintiendo el zangoloteo de las pisadas de los cabellos, JiMin mantenía la cabeza gacha pero volteando a ver de vez en cuando al capitán Jeongguk, donde solamente podía ver su cabellera negra, notando cómo el silencio invadía cruelmente en la zona. Llevaban exactamente diez minutos desde que habían salido de la academia. JungKook había ordenado que no se hablase por seguridad. La noche había caído lastimosamente, por lo que era una gran ventaja pero a la vez desventaja, los demás lo sabían. En las clases en esos siete años habían logrado dar con que un titán vagaba más durante el día que por la noche, aún así, debían estar prevenidos para cualquier caso.

JiMin miró a su lado, específicamente a Taehyung, quien sorprendentemente mantenía la mirada al frente pero a la vez atento a sus espaldas. Después volteó del lado contrario, encontrándose con otro de sus mejores amigos. YoonGi estaba en una postura recta y firme, teniendo en todo momento en alto la rienda en caso de un acto sorpresa. Después se permitió a ver a todos sus compañeros de la academia, inconscientemente dibujando una sonrisa cuando se dedicó un momento a pensar en la mejoría de todos, inclusive él. Habían crecido, madurado, se habían vuelto fuertes y no sólo física, sino mentalmente. Su corazón aun guardaba el odio hacia los titanes por lo de su difunta madre. Era algo que en cada entrenamiento ponía como inspiración para mejorar más y más.

Se atrevió a sonreír, mirando alrededor los árboles jodidamente enormes a como aparentemente se lo dibujaban en la escuela de pequeño, antes del ataque de los titanes a su muralla. Eran enormes y extremadamente hermosos, nunca creyó que pudiesen ser así de enormes, y si era honesto, era algo que estaba disfrutando. La luna nunca se atrevía mirarla, y mucho menos el cielo, el cual estaba despejado y lograban verse las hermosas saltarinas estrellas. Había maravillas que no conocían, y una de esas era esta, lo despejado de aquel enorme campo. El pasto verde, árboles llenos de vida con unas enormes raíces donde bien pudiesen dormir personas encima. Todo, absolutamente todo era hermoso.

Se atrevió a suspirar ante el encanto mientras plantaba una sincera y calurosa sonrisa, una sonrisa que hacía bastante no se daba, una sonrisa que el capitán JungKook miró desde lejos sobre sus hombros, inclusive a pesar de todos los soldados que habían en aquel camino. JungKook sólo volvió la mirada al frente, soltando un jadeo mientras fruncía el ceño, a la vez que cerraba los ojos y negaba con la cabeza, volviéndolos a abrir después de unos segundos.

—¿Sucede algo? —cuestionó uno de sus hombres a su lado.

JungKook negó con la cabeza, aún manteniendo la mirada al frente.

El camino siguió, el silencio invadía incómodamente en el lugar mientras avanzaban hacia la muralla. Faltaba poco, llevaban ya dos horas en caballo a paso lento porque desafortunadamente el hacer ruido traería a titanes.

—Me duele el jodido culo… —musitó DongHae moviéndose levemente en el caballo, tratando de buscar una posición cómoda.

—Shh, cállate —siseó JiMin, mirándole de reojo con el ceño fruncido, señalándole con el mentón a la persona hasta al frente.

—Idiota, cállate tú —refunfuñó, mirando al rubio con el ceño fruncido —. Tú tienes un culo redondo, por ello no te duele, ¿cierto?

—Eso no tienes nada que ver —rodó los ojos, volviendo la mirada al frente —. Pendejo —dijo por último.

DongHae abrió la boca dolido, después apretando la mandíbula para, en un momento rápido soltarle un golpe con el puño cerrado al hombro del rubio, quien se quejó en alto, llamando la atención del capitán.

꧁𝐓𝐢𝐭𝐚𝐧𝐬 [𝐊𝐨𝐨𝐤𝐌𝐢𝐧] ꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora