CAPÍTULO 10: La visita de las moiras

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Irene se sorprendió ante la respuesta de Ares, iba a buscar un lugar para volverse mortal, y no sabía el porqué de ese objetivo.

-¿Cómo que te quieres volverte mortal?- preguntó Irene incrédula.
-En el Olimpo todos me odian, mi hogar se encuentra aquí, contigo. Tú y tu padre algún día morireis mientras que yo perduraré por toda la eternidad, yo quiero que mi existencia acabe junto a vosotros- redactó Ares- una eternidad si tí es un sufrimiento que yo no quiero acarrear- añadió agarrando las manos de Irene.

Irene se sorprendió ante la respuesta de Ares y aparte también se sintió conmovida debido a que iba a sacrificar su inmortalidad para estar con ella y Ares añadió más leña al fuego diciendo:

-"Una eternidad sin tí es un sufrimiento que yo no quiero acarrear"

Ahora mismo Irene sentía que era la mujer más feliz de toda Grecia y por supuesto, no se iba a negar a que Ares fuera mortal puesto que él no es querido por los dioses y el único lugar donde ha sido aceptado era su casa, además si él quería hacer eso ella no es nadie para impedirselo.

-Si es lo que quieres, hazlo, yo quiero que seas feliz- animó Irene a Ares para que haga lo que le hace feliz.

Ares agradeció el apoyo incondicional que le brindaba Irene, el problema era que no conocía la manera de hacerse mortal, así que debía buscar a alguien que conozca como hacerlo.

♧.♧.♧

En el hogar de las moiras:

En una gran sala, que se encontraba dentro de una torre de piedra, se encontraba una jóven de pelo blanco y ojos negros como el carbón, estaba hilando unas hebras con una rueca cuando una mujer más mayor que la otra se asomó por la puerta.

-Cloto, ven un momento- dijo la recién llegada.
-¿Qué pasa Laquesis?- preguntó Cloto extrañada.
-Átropos quiere hablar con nosotras- dijo Laquesis.

Cloto y Laquesis se fueron para hablar con Átropos, debido a que no tenían ni idea de porqué quería reunirse con ellas.
Caminaron por un pasillo bastante ancho con paredes y techos de color gris hasta llegar a una puerta de madera que estaba situada al final de dicho pasillo.

Abrieron la puerta y se encontraba una mujer con pelo blanco que tenían unas arrugas, estaba con sus tijeras pensando que hilo debía cortar.

- Átropos hermana, ¿de qué quieres hablarnos?- preguntó Cloto sin saber todavía el motivo de porqué quiere hablar con ellas.
-Es sobre el dios Ares- contó Átropos- quiere volverse mortal- añadió.
-Pero eso no es posible- dijo Laquesis- un dios no puede volverse mortal- justificó.
-El destino decidió que fuese un dios, un dios es un ser superior y esos seres no pueden volverse mortales- dijo Átropos cortando un hilo con sus tijeras.

Las tres moiras se quedaron en silencio, no sabían que hacer con esta situación, no había pasado tal cosa desde hace muchos siglos atrás.

-Laquesis, ¿puedes ir a visitar a Ares? Dile que queremos verle dentro de tres días- pidió Átropos.
-Claro hermana, ahora voy para allá- dijo Laquesis saliendo de la sala.

♧.♧.♧

Ares estaba caminando por las calles de Micenas, le habían encargado ir a comprar unas hierbas para la clínica así que decidió retrasar la búsqueda de alguien que sepa como volverse mortal para más adelante cuando haya menos jaleo en la clínica.

Fue al puesto y compró las hierbas, cuando iba a volver a la casa se encontró con alguien familiar en la plaza, era una mujer que aparentaba 30 años, tenía el pelo largo y blanco, y los ojos de color  negro, llevaba una túnica negra con solo un tirante que estaba adornado con un broche de oro.

-Ares, necesito hablar contigo un momento- pidió la mujer acercándose al dios.

Ares conocía la voz que lo llamaba así que no dudó en darse la vuelta para ver quién era la mujer que lo llamaba.

-Laquesis, es raro que salgas de la torre- dijo Ares sorprendida de verla en el exterior.
-Ya, bueno me ha mandado Átropos, quiere hablar contigo en la torre- comunicó Laquesis.
-¿Átropos quiere verme? Que extraño- comentó Ares.
-Bueno, es algo que tiene que ver contigo y el destino- dijo Laquesis- ya sabes que nosotras somos portadoras del destino y tenemos que asegurarnos de que todo tiene que salir tal y como está predestinado- añadió.
-¿Cuándo quiere verme?- preguntó Ares extrañado de que Átropos quiera hablar con él, las moiras no suelen reclamar a alguien.
-Dentro de tres días- comunicó Laquesis con brevedad.
-Está bien, estaré allí- aseguró Ares.

La moira sólo asintió y desapareció fugazmente de donde estaba y Ares siguió su camino.

Un Ares enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora