Capítulo 24

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El rostro de Yulia quedó inexpresivo. No podía creer lo que estaba escuchando.

En ese momento Masha llegó a la escena yendo directamente junto a Elena y agachándose a su lado. La tomó de los brazos y al verla sumida en aquel llanto tan desenfrenado, no dudó en abrazarle con todas sus fuerzas. Intentó calmarle pero de nada servían sus palabras, su mejor amiga no contenía los fuertes sollozos.

La lluvia continuaba cayendo sin piedad por todo el lugar. El corazón de Yulia bombeaba sin control mientras trataba de asimilar lo que había escuchado. Sus ojos permanecían en la escena que se vivía bajo el árbol pero en su mente solo retumbaban las palabras de la chica que lloraba sin control.

De pronto, el llamado de Masha la hizo reaccionar y de inmediato se acercó a ambas mujeres. Apartó a su amiga del abrazo con delicadeza, y después acunó con sus manos las mejillas empapadas de Elena. Le observó directamente a los ojos, y pudo percibir en aquella mirada roja y cristalina mucho dolor y sufrimiento.

—Dime que no estás jugando conmigo — susurró — Lo que acabas de decir...Repite lo que acabas de decir. Repítemelo, por favor — Le pidió algo desesperada.

La pelirroja dejó escapar unos cuantos sollozos y seguidamente alejó la mirada hacia el pasto. El musculo entre sus pechos también se mantenía agitado.

Negó lentamente.

— No, no estoy jugando contigo Volkova...Estoy enamorada de ti...Desde el primer día en que te vi lo estoy y no pude evitarlo... —Terminó por decirle y más lágrimas comenzaron a caer a través de su piel. Los ojos de Masha inevitablemente se abrieron de par en par al escuchar lo que acababa de salir de la boca de su mejor amiga. Su barbilla también cayó al igual que sus hombros. Había quedado completamente sorprendida.

A su lado, Yulia pasaba sus dedos pulgares sobre los pronunciados pómulos de Elena. Trataba borrar las lágrimas que corrían por sus rojas mejillas pero realmente era un intento fallido, los ojos de la mujer no cesaban de soltar aquel líquido caliente y además la abundante agua que caía del cielo tampoco era de mucha ayuda. Dejó libre el rostro de la chica y bajó sus manos junto a las de ella entrelazándole los dedos con fuerza. Se mantuvo así por unos fugaces segundos mientras dejaba escapar algunos suspiros.

Sus ojos de nuevo buscaron el rostro de Elena.

— Si eso era lo que te pasaba... ¿Por qué simplemente no me lo dijiste? Yo lo hubiera entendido...De verdad lo hubiera hecho — Le refutó.

Elena negó de inmediato —No Yulia. Yo no quería que lo entendieras, ni tampoco que lo supieras – su voz temblaba –... Todo iba bien conmigo, todo iba muy bien hasta el día en que te vi — Empezó a soltarle. Algunos sollozos se infiltraban en su garganta. Sin duda estaba viviendo un momento muy difícil –Antes de que llegaras aquí... Antes de que aparecieras en mi vida ya me había convencido de que gustarme alguien de mí mismo sexo ya era parte del jodido pasado, pero no... Llegaste tú y todo se vino abajo. Toda la maldita realidad me cayó encima como un balde de agua fría. Tú volviste a despertar esos malditos sentimientos en mí, esos sentimientos que odio, esos sentimientos que siempre ha odiado mi madre, mi familia, toda la maldita gente que siempre me ha rodeado, que me repugnan porque aún no puedo aceptarme como soy — Le gritó.

Los ojos de Yulia una vez más empezaban a lagrimear.

—Tú Volkova, tú hiciste que las cosas que más me frustraban regresaran...Y por eso traté de odiarte con toda mis fuerzas, traté y traté pero nunca pude hacerlo – Expresó con rabia y dejó salir todo su llanto de nuevo.

Masha no pudo soportarlo más y se abalanzó nuevamente con los brazos abiertos hacia su mejor amiga. La resguardó con cariño y comenzó a reconfortarla. Verla así, le dolía en lo más profundo de su corazón. En los años que llevaba de conocer a Elena, nunca la había visto de tal forma. Ella siempre se mostraba tan fuerte y segura, que todo lo que ocurría en ese instante era como un shock mental y emocional. Permaneció abrazada a ella durante unos minutos hasta que poco a poco se relajó. Después de lograrlo, echó un vistazo a la otra protagonista del episodio y se tranquilizó. La capacidad de Yulia para mantenerse en calma ante una situación como esa era jodidamente extraordinaria. A pesar de que Elena le había destrozado el vehículo, le había dejado en ridículo, le había hecho la vida imposible desde que llegó a la ciudad, y ahora le confesaba tal cosa...Jesús...era fantástico que su comportamiento se mantuviera a la altura. Ella seguía actuando tan serena como siempre. También quiso preguntarle "como se encontraba", pero sintió a su mejor amiga zafándose de sus brazos y no lo pudo hacer.
La chica comenzó a mirar hacia el parqueadero con temor.

Mis Ojos Sobre TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora