Capítulo 22

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La chica vestía una toalla de color rosa que solo le cubría del pecho hasta el comienzo de los muslos; también llevaba el cabello ligeramente húmedo.

Su mirada era fría.

—¡Hasta que por fin te dignas a llegar Yulia Volkova! ¡¿En dónde demonios estabas?!— La severidad con la que le preguntó no era broma.

Yulia lo percibió, e inmediatamente se levantó de la cama pero no habló ni hizo nada más. Solamente permaneció ahí, de pie, y desconcertada. Su corazón martillaba asustado.

—¿Me vas a responder o solo te quedarás allí?— Ella volvió a repetirle, y esta vez cruzándose de brazos y mirándole con mucha más frigidez.

Yulia por fin reaccionó.

Se le acercó tímidamente mientras jugueteaba nerviosa con una media que aún sostenía en las manos —¿Amor?... Pero... ¿tú que haces aquí? ¿Cuándo llegaste? ¿Por qué no me avisaste que vendrías?— Le preguntó inquieta.

Miroslava mantenía su expresión distante.

—¿Qué hago aquí, Volkova? ¿De verdad estás preguntándome eso?... — le interrogó con sarcasmo.

Yulia solo se encogió de hombros.

—¡Maldita sea Yulia! ¡Pues vine a verte!— Ella le gritó —Llego hace más de una hora con el propósito de darte una sorpresa pero resulta que la sorpresa me la llevo yo cuando me encuentro con que no viniste a dormir en toda la madrugada. ¡¿A dónde y con quién demonios te fuiste?!— Volvió a gritarle y mucho más histérica.

En ese momento, la puerta de la habitación se abrió de golpe y allí apareció Anya. La misma que de inmediato quedó paralizada bajo el marco de madera cuando vio a la novia de su amiga a mitad de las cuatro paredes, solo vistiendo una toalla y asesinándola con la mirada.

En seguida sonrió nerviosa.

—Ohhh... ¡¿Miroslava?! — Dijo con asombro — ¡Wow! ¡Pero que sorpresa verte por aquí! ¡¿Cómo estás?! ¡¿Cuándo llegaste?! —Exclamaba exagerada, pero visiblemente llena de nervios.

Miroslava solo le hizo un movimiento débil con la cabeza en forma de saludo...Y eso fue todo. Anya en seguida entendió que las cosas en ese lugar no se tornaban bien, así que rápidamente se ideó un escape. Corrió a tomar unas pantuflas que había bajo la cama y las alzó al aire para que la novia de su amiga las viera.

— Bueno...Yo...solamente...Venía por esto. Nos vemos abajo... Y... Que bueno verte— Le dijo a Miroslava entre sonrisas y, después, desapareció por la puerta cerrándola tras de si y dejando la habitación en un silencio desértico.

En ese mismo instante, Miroslava caminó enfadada hasta una maleta que había al lado de la cama, la tomó y después intentó regresar al baño con ella, pero antes de que pudiera entrar allí, Yulia la agarró del brazo y la detuvo en seco.

—Amor...por favor...— Le susurró, haciéndole frente y sujetándole el rostro con ternura. Realmente entendía la actitud de su novia y tenía razón en estar enojada. Ella también lo hubiese estado si estuvieran en la misma situación.

—Amor... estuve en una fiesta... y fui con Anya... — Empezó a explicarle con calma. Miroslava no la miraba, sus ojos estaban clavados en el suelo  —Amor... hey... — Le tomó la barbilla y le alzó el rostro. Miroslava esta vez la miró fijamente — Amor...fue algo improvisto... ¿si? Mírame... No pasó nada... puedes comprobarlo... estoy bien y ni siquiera me tomé más de un trago. Anya tampoco está ebria. No hicimos nada malo en ese lugar. Solo estuvimos allí...  charlando un rato...

El rostro de Miroslava aún permanecía molesto, pero después de unos segundos comenzaba a relajarse.
Yulia aprovechó aquello para llevarla lentamente hacia la cama. La hizo sentar en el colchón mientras ella se quedaba de pie y se acomodaba entre sus piernas, agarrándole el rostro de nuevo.

Mis Ojos Sobre TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora