Capítulo 28

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Ambas comenzaron a besarse lentamente pero llenas de pasión. Elena se deslizó en el colchón apropiadamente sin despegar sus labios de la boca caliente de Yulia. Le abrazó del cuello y le mantuvo allí hasta que tuvieron la necesidad de separarse para poder respirar. Se miraron plenamente. Ninguna pudo negar la excitación que les carcomía pierna arriba y se les notaba tan fuerte en el brillo de los ojos.

La pelinegra aprovechó el momento y se movió con cuidado sobre el cuerpo de la chica, situándose entre sus piernas sin dejar de mirarle al rostro.

—Eres jodidamente hermosa...— Le susurró sin pensarlo, pasándole las yemas de los dedos en la mejilla y acariciándole con ternura, pero como era de esperarse aquella acción no duró mucho porque poco a poco sus caricias se fueron trasladando por la yugular, la garganta y clavícula de Elena.

Quiso seguir tocando pero no fue posible ya que se topó con la sábana que le cubría el pecho.

Se volvieron a mirar detenidamente, y en ese instante Elena se dio cuenta que no tenía que ser adivina para saber lo que Yulia quería. Sin timidez, bajó sus manos hasta la cobija y la agarró de las esquinas, comenzó a bajarla lentamente por su torso ante la mirada atenta de su acompañante.

Su corazón empezó a latir con fuerza a medida que iba bajando y bajando la cobija, la mirada devoradora de Yulia la estaba enloqueciendo.

Finalmente, dejó la sabana hasta el inicio de su zona íntima y la apretó con fuerzas. El nerviosismo la estaba matando. Se sintió llena de vergüenza.

Yulia sin poder evitarlo se saboreó los labios mientras le miraba su desnudez. Ya había visto sin prendas una vez cuando sin querer la descubrió por el balcón pero en esta ocasión se sentía diferente, no era una casualidad, simplemente la tenía tan cerca y tan disponible que no lo iba a aguantar.

Sus ojos se deslizaron de pronto a ese par de pechos notablemente excitados, no pudo aguantarlo y le agarró uno de ellos con mucha suavidad palmando toda su mano allí dándose cuenta de lo bien que calzaba su extremidad en ello. Quiso atreverse un poco más y con su pulgar acarició el botón rosado y blando que sobresalía en aquella piel.

Elena al sentirlo, se mordió el labio inferior y le tomó la muñeca con fuerza. No pudo soportar ese toque, le doblegó e hizo que las vibraciones en su centro se volvieran insoportables.

Yulia en ese momento supo que no podía detenerse. Al sentir que el agarre se hacía más fuerte en su mano, se agachó nuevamente, pero esta vez dejando que sus labios se posaran entre el comienzo de los pechos de Elena, donde su lengua salió de su boca para lamerle intensamente todo el lugar.

Elena no lo pudo evitar y gimió placenteramente mientras su mano libre se enredaba entre el cabello de Yulia para intentar mantenerla allí.

Los lengüetazos húmedos en su piel sensible estaban acabando con su cordura, al igual que las caricias en su erecto pezón y su piel redonda. Elena pensó que no había algo que pudiera encenderla más que eso hasta el momento en que sintió que un líquido caliente le cubría su pezón derecho y parte de su piel redonda, que aún no había sido mimada. Apretó los ojos y abrió la boca tanto como pudo para dejar salir un gemido bestial que no pudo retener. Inclinó su cabeza hacia la parte baja de su cuerpo y lo que sintió al ver la boca de Yulia devorando su botón rosado fue indescriptible.

La chica envolvía su lengua en él, saboreándolo como si fuera el más delicioso de los dulces. Por último, lo mordió suavemente y lo estiró mirando a la dueña de él. Sin dejar de mirarla a los ojos, se deslizó hasta el otro pecho y lo devoró sin reparos, Elena no pudo mantener la mirada ya que la boca de Yulia la estaba volviendo loca, doblegaba su cabeza de izquierda a derecha y cerraba los ojos. Su respiración era inestable al igual que los latidos de su corazón.

Mis Ojos Sobre TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora