Capítulo 33

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—¿Lena...? ¿Mi Lenita...? — El hombre empezó a murmurar mientras terminaba de salir entre las cobijas.

Esos sobrenombres hicieron que Elena se sintiera más confundida de lo que ya estaba, primero: porque él no la llamaba así desde que era una niña, y segundo porque nunca lo había visto en ese grado de alcoholismo. De hecho, nunca había visto a su padre borracho.

Sergey finalmente logró ponerse de pie. Levantó la mirada hacia ambas chicas y volvió a sonreír.

—Mi niña...Mi Lena bella y preciosa...— Dijo sin perder de vista a su hija y comenzando a acercarse.

Ambas chicas retrocedieron asustadas hasta tocar la pared.

Sergey Katin tambaleándose de lado a lado llegó hasta Elena y abrió los brazos de par en par.

Yulia se paralizó al ver como el hombre envolvía a Elena cariñosamente con sus grandes brazos y la pegaba a su torso. También, fue testigo de cómo él cerraba sus ojos y le propinaba tres tiernos besos en la frente.

Esperó alguna reacción de Elena pero ella no hacía ni decía nada, solo se había quedado embobada observando el rostro del hombre.

Él dejó de abrazarla para después agarrarle las mejillas y apachurrárselas como si de un juguete se tratara. No dejaba de sonreír mientras lo hacía.

Elena le agarró las muñecas, pero no para alejarle. Parecía que quería aferrarse más a él.

Él comenzó a hablarle.

—Mi vida...cada día estás más hermosa y más grande, pero aun así no dejas de ser mí adorada niña...— Le dijo. Unas lagrimitas de pronto empezaron a salir de sus ojos. Ella al verlo, apretó con más fuerzas sus muñecas, sus ojos también se empezaron a poner cristalinos.

Yulia miraba expectante pero en silencio.

—Hace días quería hablar contigo. Lo quise hacer el día de tu cumpleaños pero no apareciste...— Esta vez su rostro se volvió triste, sus mejillas se humedecían —Tenía tantas ganas de abrazarte...Fedo te dio mi regalo ¿Te gustó la perrita? — Su sonrisa volvía a aparecer. Era obvio que la borrachera lo hacía actuar de esa manera.

Elena asintió mostrándole una débil sonrisa. Recuerdos de su infancia le invadieron. Era como si volviese a tener 7 años.

—Me encantó papá, gracias, gracias por tener un lindo detalle conmigo después de tanto tiempo — le dijo. Y, de inmediato, él volvió a resguardarla en sus brazos con fuerza. Acarició su cabellera y le besó a la altura de la sien. Elena no intentó apartarlo en ningún momento, también lo abrazó por la cintura y se quedó así durante unos segundos con él.

Aquella escena causó un gran impacto en Yulia. Y al mismo tiempo, la llevó a concluir que el señor Katin no estaba teniendo una vida de maravilla como parecía, al él lo inundaba una gran tristeza, era como si fuese golpeado por malos momentos.

El hombre finalmente se alejó un poco de su hija para mirar a Yulia. La señaló con su mano como pudo. —¿Y ella quién es? — preguntó a Elena.

Elena intentó contestar pero al verlo tambaleándose solo atinó a abrazarlo de nuevo por sus caderas para que no perdiera el equilibrio.

Él se rió genuinamente por su torpeza. — Estoy muy pasado de copas cariño, soy un desastre...— Comentó para sí mismo sin dejar de moverse.

Su atención de nuevo fue a la chica Volkova. Insistió en saber quién era.— Tú, ¿Cómo te llamas? — le preguntó.

Yulia no lo pensó mucho, miró al hombre a los ojos y soltó su nombre.— Soy Yulia Volkova señor, es un gusto — Le contestó respetuosamente y procedió a tenderle la mano.

Mis Ojos Sobre TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora