Lausana, 1999
- ¡TaeHyung Petit!
Ophelia Petit suspiró exasperada, acomodándose el velo púrpura que reposaba con gracia en su cabeza, saliendo del confort de su hogar en busca de su hijo. Los cabellos platinados de la hermosa dama se escapaban en rizos traviesos por el velo que se sostenía por una corona plateada con grandes espigas, una forma de identificar a la mujer dentro de la comunidad como una apóstol escogida por el pastor, el respetado señor Moreau, el hombre más sabio que pudo existir, un elegido del nuevo mesías. Ante los ojos de Dios, ella era una mujer con una fe desbordante y para ella resultaba un honor tener ese rol.
La noche había caído y los faroles daban luz al entorno, donde niños jugaban y mujeres y omegas terminaban de hacer sus labores mientras los alfas y gammas de la comunidad esperaban por la cena y sus mujeres. Ophelia estaba de los nervios, acariciando los bordados de su vestido mientras buscaba a su hijo por todos los rincones de la comunidad, detrás de las casas, con las mujeres y omegas que se hallaban lavando la última tanda de ropa de los alfas; en la cocina, en algún lugar común donde él debía estar. Su hijo no podía ser más inoportuno, el señor Moreau iría a cenar a su residencia y ni siquiera tenían lista la sopa, todo porque TaeHyung no había dejado las papas bien peladas.
Se detuvo en seco cuando enfocó con su mirada zarca una fogata cercana al bosque donde unos alfas se encontraban bebiendo y reconoció entonces esos rizos platinados. Llevándose una mano a su escapulario, caminó a zancadas hasta allí y tomó fuertemente a TaeHyung del brazo, quitándole la botella de vino de la mano.
TaeHyung apretó los dientes y frunció el entrecejo, encontrándose con el rostro furioso de su madre. Para la omega no sólo era el colmo que su hijo bebiera fuera de los eventos parroquiales, sus prendas tampoco eran las indicadas. Dentro de la comunidad el código de vestimenta era estricto: Los alfas y gammas sólo podían hacer uso de los pantalones y la camisa; las mujeres y omegas varones debían usar túnicas con telas delgadas a modo de sumisión y entrega al momento en que fuesen casados o sometidos al ritual donde entregaban su virtud al mensajero de Dios. Sin embargo, aunque TaeHyung tenía su túnica, el pantalón debajo de la tela era una ofensa que no iba a dejar pasar y que por supuesto castigó con una bofetada.
- ¡Demonio! -Exclamó Ophelia-. ¡¿Qué crees que haces?!
-Apóstol Ophelia. -Murmuró uno de los alfas, haciéndole una reverencia-. Perdone usted, le pedimos a TaeHyung que viniera. Lady Petit nos lo permitió.
Ophelia Petit bajó la mirada hacia TaeHyung, quien sostuvo su mejilla enrojecida.
- ¿Es cierto?
-Sí, madre.
-Tu abuela es una pecadora también. -Escupió Ophelia y se inclinó para bajar el pantalón de su hijo, dejando expuestas sus piernas. La tela translúcida permitió que los alfas tuvieran una vista precisa de la ropa interior de TaeHyung, las cuales eran unas bragas de encaje blanco con moños a los costados. No lo vieron con esas intenciones hasta que tuvieron que ver una fracción de su cuerpo. TaeHyung pudo sentir esa humillación-. ¡Eres un omega! ¡Nada de pantalones! Y vámonos ya, el gran señor vendrá a cenar a nuestro hogar y no tenemos listo nada.
Ophelia tironeó bruscamente de TaeHyung, aprovechando lo ligero de su complexión para llevarlo como si sostuviera una pluma con dos dedos. Siempre había sido alguien bastante distraído y ensimismado en sus alrededores. Incluso si la mejilla todavía le dolía, sus ojos tenían siempre algo qué mirar. Se dio cuenta de que las hortensias de la casa de la señora Durand habían florecido hermosamente, que los hijos del matrimonio Thomas estaban jugando al las traes y que los que tenían turno en la lavandería no acabarían hasta después de las ocho. TaeHyung habría acabado con sus labores hará ya dos horas, pero había olvidado el pequeño detalle de que era el omega de la casa Petit.
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El Lirio Entre Las Adelfas ||TK||
Fanfiction"La ventaja de nacer con el veneno dentro" ----------- Jungkook ama dos cosas: El dinero y su libertad. Cuando es despojado de ambas luego de matar a sangre fría a su alfa infiel, condenándose a pasar veinte años en la prisión de alta seguridad de C...