Park JinYoung era un auténtico hijo de puta.
- ¡No! ¡Por favor!
-Entonces baila bien, puta. ¿Cómo coño no quieres que te de electrochoques si no sabes ni mover el culo? ¡De nuevo, venga!
- ¡No! ¡No! ¡Agh!
Y también un proxeneta.
Era dueño de los burdeles más grandes y cotizados de Las Vegas. Sólo él podía ser dueño de lugares tan cargados de perdición en zonas alejadas de la mano de Dios y la ley en una ciudad pecadora y en un mundo racista.
Drogas, sexo y desenfreno. Eso ofrecía a los extranjeros. Y los ricos le lanzaban el dinero en la cara.
-JinYoung, mi buen amigo, ¿Qué me dices de esa puta? ¿La mama bien?
Siempre había sido bueno con los negocios y su poder de convencimiento y persuasión eran virtudes que resultaban hipnotizantes. Escucharlo hablar era fascinante, ver sus gestos, escuchar ese peculiar acento coreano escondido en un perfecto inglés. Vestía elegantemente, siempre tenía un cigarrillo entre sus dedos y una sonrisa simpática dibujada en los labios.
Verlo y hablarle se sentía hablar con un viejo amigo de toda la vida.
-La putita tiene trece. Está bien entrenada desde el primer sangrado. ¿Cuándo te he mentido?
-Sin duda eres mi asiático favorito.
Y era también excelente en aparentar que no quería atravesar con una bala el cráneo de norteamericanos que se creían el ombligo del mundo al saber de su nacionalidad.
Sus burdeles siempre estaban plagados de personal. Omegas, alfas, betas, gammas. Hombres, mujeres, niños y adolescentes. Todos iban a tener potencial en el negocio sin importar cuántos carteles de persona desaparecida estuvieran en las calles después de su contratación. Transportar personas era tan fácil como transportar droga. Se divertía mucho en los viajes en barco, bronceándose mientras escuchaba llantos, súplicas y gritos. Disfrutaba de la vida lo máximo que podía, probaba de vez en cuando los productos y siempre era bienvenida la compañía de un hombre o de una mujer.
No tenía pareja, pero el negocio del folleteo le llevaba a que le fascinara coger con cualquier persona que se le atravesara en alguna fiesta de las suyas. No importaba la casta, ni el género, tampoco le interesaba mucho el tamaño siempre y cuando se divirtiera. No importaba si él estaba arriba, o abajo.
La diversión y el placer estaban primero.
Una noche que estuvo en París, disfrutando de un buen vino y cerrando negocios, al escenario se subió una hermosa omega de baja estatura, de curvilínea figura, piel pálida, ojos gatunos y largos cabellos castaños. La chica no sólo era hermosa, su voz era melodiosa, un cántico angelical que llamó todos sus sentidos y despertó su lujuria.
Y aquella dama no pasó por alto su coqueteo y lo tomó bastante bien.
- ¿Quieres que te cuente una historia divertida? -Mencionó la dama, la cual se presentó como Jennie Jane Kim.
-Cuéntame. -Respondió él, jugueteando con el cabello de la chica, deslizando su mirada hasta su escote.
-Mis canciones son dedicadas a mi hermano.
- ¿Y eso? ¿No lo ves seguido?
-Está en prisión.
JinYoung hubiese deseado haber puesto atención antes a esa revelación tan personal de la joven, pero sólo pudo pensar en lo perfecta que se veía abajo suyo cuando logró acostarse con ella. Consideró a Jennie Jane Kim un polvo más de su lista, un momento de calentura espontáneo del que se olvidó al día siguiente cuando la dejó en el hotel sola y tomó el primer avión de regreso a Nevada para seguir con sus negocios y, de hecho, continuó con su vida común y corriente por un año hasta que un nuevo inversionista tocó la puerta de su oficina.
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El Lirio Entre Las Adelfas ||TK||
Fiksi Penggemar"La ventaja de nacer con el veneno dentro" ----------- Jungkook ama dos cosas: El dinero y su libertad. Cuando es despojado de ambas luego de matar a sangre fría a su alfa infiel, condenándose a pasar veinte años en la prisión de alta seguridad de C...