၄၃ - pour l'âme et l'affection

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Para el alma y el cariño

Tan extensos eras esos terrenos llenos de frutas de olores exquisitos, de todos los colores, de todas las formas, excéntricas y divinas.

Pero había uno en específico que adoraba con todo el alma. No era frutal, tampoco típico, era ese que aunque por sutil existiera, durante el día persistía hasta las sábanas en la noche.

Un precioso pastel dulce de fresa, era ese.

Pero, ¿a qué se debe?

¿Fue ese postre que su mamá preparó con atelación hacía unas semanas para felicitarlos por su aniversario?

Claro que no, era él.

Eran los destellos de brillos rubios que iluminaban su melena bajo el sol. Eran piernas y brazos de buen grosor que sólo él podía apreciar. Era ese rostro sublime, que al costado portaba una señalética que dictaba "besar a pequeños toques" de color rocásea, de piel clara y perfecta como los copos de nieve, de manos varoniles y sonrisa encantadora.

Era solamente él.

Quien le hacía querer despertar día tras días, quien con solo oírle respirar en las mañanas, era música para sus oídos.

Quién diría que por más fiel a su corazón fuese, un precioso de ojitos verdes fuera la razón de adorar como amaba el latir de su pecho, el resplandor de su sonrisa de osito, y de que sus sueños se enredaran en la arena hasta el amanecer.

Ese, era Yeosang.

El chiquito pero tremendo lucero de angelito en el cielo que cautivó una escencia en su cuerpo desde el primer día que lo vió, hacía ya varios años.

Actualmente, vestía tan bonito que parecía un modelo de revista exclusiva, con un abrigo a cuadros rojos y blancos, de pantalones negros similares a las oscuras pupilas dilatadas de su adorador, y unos finos pendientes de oro.

Se miraba precioso, pensó su pareja, reluciente de semejante imágen que tenía frente sus narices.

Un hermosísimo Kang Yeosang arrancando suavemente las frutillas en forma de bonitos corazones en sus manos de su arbusto, colocándolas por sí mismo en una pequeña canastita que colgaba de su segunda mano. Con una sonrisita adorable, agarró una de ellas, aproximándolas a los labios ajenos, quienes le observaban expentantes.

Asombrados.

ㅡ Jongie, di ah~

Enamorado no estaba, su situación era tres niveles superior a la palabra anterior. Faltarían descripciones del libro mayor para explicar eso tan bonito que sentía en su pecho, que revoloteaba como extrellitas picantes por dentro.

Por un abrir de labios, y una probadita del fruto rojo, era un olvido en el sabor en todas las partes de su lengua, que lo único que pudo sentir con exactitud, fue el delicioso contaste entre el bálsamo de sus labios, y el sabor de su boca.

En un beso prometedor.

¿Qué más da si las fresas son increíblemente sabrosas?

Él ya tenía un favorito, que no cambiaba por nada.

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Llegando el atardecer, los dos muchachos eran un sinfín de emociones recorriendo por las venas hacia todo su cuerpo.

Caminando frente a la escena de bellas flores que crecían cuidadosamente en el campo de la abuela, de colores llamativos, aún seguían enamorados de la vista.

Hacia ti - ၄၃ - seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora