၄၃ - vingt-neuf

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° ᡣ𐭩 . ° .

Aquellos ojos de color clarito no hacían nada más que mirarle atentamente a su dirección, en acto similar a un escáner humano, tratando de rebuscar algo en él que le responda a todas las interrogantes que circulaban en su mente.

Su novio tenía algo, y él lo sabía.

Tal vez habrán sido los nervios en su ser que le generaban tal reacción temblorosa e indecisa en él, o quizá fuera tan malo escondiendo pequeños secretitos; pero Hongjoong sabía que había algo en él que quería ocultar.

Solo debía descubrir que era.

Estando ya en su tercer mes de relación, había conocido varias facetas de su lindo chico de ojitos oceánicos que realmente adoraba descubrir, como aquellas florecitas de deslumbran al crecer en una preciosa primavera. Sin duda, lo que más amaba de su parejita era lo juguetón que llegaba a ser con él, con una tierna risita burlona que era más que solo música para sus oídos.

El tiempo transcurría rápidamente, contando ya meses de noviazgo, a tan poquito de acabar su último año escolar. Estaba más que nervioso por los exámenes de finales y de admisión, pero la compañía de su media naranja era su té calmante para aquel nerviosismo que batía todo su cuerpo.

Saliendo ya de clases, ambos chicos se desviaron del camino, con ambos brazos entrelazados bonitamente por las veredas, conversando entre ellos.

Habían parado en más de tres tiendas, mirando una que otra cosilla por ahí, comprando un montón de comida en los puestos regados del lugar, hasta quedarse en un pequeña tienda de gimbap, compartiendo entre ellos en un ambiente dulcesito con estrellitas por doquier.

ㅡ ¿Está bueno? ㅡ preguntó Hwa, regalándole un bocado al castañito, quien asintió tiernamente con sus mejillas llenas, causándole una sonrisita sincera a su mayor.

ㅡ Está rico, ¿a ti te gustó? ㅡ respondió, luego de un ratito, viendo como el pelinegro respondía con un asentimiento, llevandose otra ruedita de arroz con huevito y verduritas a la boca.

Era algo poco común en ellos el tratarse con actos de amor en público, más que todo, porque Hongjoong era algo tímido cuando había gente cerca. Hwa, por su parte, era igual o mucho más tímido que él, pero era más que evidente con una simple miradita las ganas de tenía de lanzarse y darte todo su amor.

De pronto, se escucharon murmullos altos en el lugar, que estaba al aire libre, sentados en una mesita y unas sillas sólo para los dos. Al estar tan ensimismados, casi ni se dieron cuenta de que un precioso atardecer estaba en el fondo, apareciendo con primor sobre ellos.

Deslumbrando un poco más lo atractivos que eran ambos, el río Han no era más que un pasito al cielo, para aquellos que buscaban relajarse, o quedar para dialogar. Ambos, haciendo lo suyo, conversaron a más no poder sobre sí mismos, conociéndose un poquitito más, tomados de la mano ante la próxima caída nocturna en el lugar.

Mientras que el sol demostraba su belleza, descenso era hermosamente recibido por ambos chicos. Tanto así, que pasando un poco los minutos, decidieron ir hasta la punta de las varandas, para que sus pieles choquen contra el viento frío del río.

Ante la brisa del lugar, Seonghwa examinó con una mirada acaramelada a su dulcesito de melocotón, que a pesar de su vestimenta de un fino suéter blanco, vió como su nariz empezaba a tornarse un poco rojita, y la punta de sus dedos no hacían más que enfriarse.

Besando su mano antes de soltarla, en una maniobra que no pasó desapercibida para Hongjoong, su novio quitó su abrigo de algodón lentamente con los ojos pegados sobre él, y una pequeña sonrisita coqueta que le derritió por completo. Ayudando a colocársela, el rostro del más bajito estuvo cabizbaja en el proceso, notándose tímida ante la atención.

Hacia ti - ၄၃ - seongjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora