Capitulo 26

47 8 0
                                    

"Se acabó"

No es la primera vez que soy reportado y enviado a la sala de detención para cumplir con alguna sanción, sin embargo, los castigos que se me han asignado jamás fueron severos porque mis acciones no eran tan malas, más bien, sólo eran pequeños tropiezos en mi buena conducta.

Sinceramente creí que esta vez sería igual, no obstante, nada salió como esperaba.

¡¿Acaso la vida me odia?

¡¿Que clase de mal habré hecho en mi vida anterior para estarlo pagando en esta?!

Admito que no fue muy prudente de mi parte haberme saltado todas las clases de hoy, y mucho menos haber golpeado a mi amigo cuando sin querer hizo ruido, sabiendo perfectamente que afuera nos estaban buscando.

Claramente fuimos atrapados y llevados a la sala de detención para asignarnos un castigo.

A ellos les toco limpiar el gimnasio y a mí la biblioteca.

Y no me quejó, el gimnasio quedó hecho un asco por el evento de baloncesto, en cambio, en la biblioteca sólo debo de acomodar los libros en sus respectivos estantes.

La literatura, mi lugar seguro.

¿Y que hay de malo en mi castigo? Quisiera decir que nada, pero el compañero con el que me enviaron a realizar esta tarea es un dolor de cabeza.

Y tal vez, todavía hace doler mi corazón, aunque no pienso admitirlo en voz alta.

¡¿Porqué mi ex novio debe de estar aquí?

Mamá, soy Kousei, llévame contigo, prometo que seré un buen hijo

— Cuándo dijeron que me enviarían con otra persona, jamás creí que se trataba de tí— habló Soobin.

— ¿Tienes algún problema con eso?— cuestioné.

— En lo absoluto— respondió con una sonrisa que deja ver sus hoyuelos.

— Bien— contesté tajante.— Ahora pásame los libros de esa caja, por favor.

A decir verdad creí que me respondería con un "Vete a la mierda, hazlo tú".
Para mi sorpresa, hizo lo que le pedí sin ninguna objeción, incluso se atrevió a seguir sonriendo.

¿Estará resfriado?

— ¿Y por qué te castigaron?— preguntó después de un buen rato.

— No entré a clases— contesté.— ¿Y a tí?

— Uso excesivo del celular en clases- contestó al instante.— ¡Pero no es cierto! Apenas lo estaba sacando de mi bolsillo cuando paso el profesor a mí lado y me lo arrebató porque según él lo estuve usando todo el tiempo.

— Siempre terminas en detención por el mismo motivo.

— ¡Te juro que está vez no fue así!— chilló.

No hubieron más palabras, ninguno estuvo lo suficientemente interesado en el otro como para entablar una conversación.

Al estar a su lado, me hizo pensar en que estaríamos haciendo si todavía fuéramos amigos o novios, tal vez la biblioteca estaría llena de nuestras risas por los comentarios absurdos del otro, o estaríamos cantando nuestras canciones favoritas o simplemente estaríamos en silencio, pero con la confianza que el otro nos ama.

Sin embargo, ahora no somos más que unos desconocidos con recuerdos en común.

Nadie nos advirtió que extrañar es el costo que tienen los buenos recuerdos.

𝐔𝐧𝐚𝐬 𝐯𝐚𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐜𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora