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—"Oye, ten cuidado. Estás jalando mi cabello"— protestó el azabache, desviando momentáneamente su mirada del libro antes de volver a sumergirse en su lectura. Las suaves manos de Mikazuki continuaron peinando su cabello, desenredando con delicadeza cada nudo en su camino.

Suguru esbozó una sonrisa llena de dulzura. —"Hazlo con más delicadeza"— dijo en tono divertido, mientras disfrutaba de la sensación de las hebras del cepillo deslizándose por su larga cabellera.

—"Lo siento..."— se disculpó la castaña, a lo que Suguru respondió con una sonrisa reconfortante, asegurándole que estaba bien. Sus ojos se fijaron en la expresión distraída de Mikazuki, notando inmediatamente el fruncimiento de sus cejas y la tensión en sus labios. Como siempre, Suguru era perceptivo y sabía cuándo algo le preocupaba.

—"¿En qué estás pensando?"— preguntó mientras pasaba una página de su libro, manteniendo su voz suave y llena de curiosidad. Sabía que Mikazuki no estaba totalmente presente en ese momento

La mencionada suspiró, consciente de que Suguru siempre sería capaz de darse cuenta si algo la estaba preocupando. Se quedó en silencio, sin saber cómo responder a su pregunta. Suguru notó la lucha interna de Mikazuki mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas. Marcó la página donde se había quedado en su libro y lo apartó, girándose por completo en su silla para mirarla directamente.

—"¿Qué está pasando en esa mente tuya, Mikazuki?"— su voz resonó con cariño y preocupación.

Los ojos de la castaña hicieron contacto con los del azabache, y un suspiro resignado escapó de sus labios. —"Tengo miedo, Suguru..."— confesó en voz baja.

Suguru frunció el ceño al principio, sin captar de inmediato el motivo del miedo de Mikazuki. Sin embargo, al darse cuenta de su expresión de preocupación y miedo, su rostro se suavizó. Con delicadeza, tomó una de las manos de Mikazuki y la entrelazó con la suya, dándole un ligero apretón. Trató de asegurarle que no había nada que temer y que era solo una misión como cualquier otra. Sin embargo, la expresión de Mikazuki no mostraba convicción alguna.

—"¿Tienes tan poca fe en mí? ¿Dudas de mí después de todo lo que hemos pasado?"— su voz era suave, pero se podía percibir un rastro de dolor y enojo detrás de sus palabras.

—"Esta vez es diferente"— contestó Mikazuki, su voz cargada de preocupación.

Suguru frunció el ceño, mostrando un tono molesto en su expresión. No entendía por qué Mikazuki parecía tan en contra de su decisión.

—"¿Cómo diferente?"— inquirió, esperando una explicación más clara.

La castaña suspiró, consciente de que ir a la guerra contra la escuela era la peor decisión que Suguru podía haber tomado. Durante innumerables días, le había suplicado que reconsiderara el plan. Tenía un mal presentimiento, pero Suguru había hecho oídos sordos, decidido a seguir adelante sin importar qué.

Mikazuki no pudo contener sus preocupaciones y continuó expresándolas, mientras Suguru respondía con una voz tranquila y decidida. Le aseguraba que no tenía motivo para preocuparse, insistiendo en que todo saldría bien. Le decía que no debía permitir que sus pensamientos negativos le dictaran lo contrario. Sin embargo, ambos eran igualmente tercos, aferrándose firmemente a lo que creían.

Suguru comprendía las preocupaciones de Mikazuki y reconocía que ella solo intentaba protegerlo. Pero su determinación no se tambaleaba, y estaba convencido de que su plan era el correcto. Le explicaba una y otra vez sus razones, tratando de convencerla de que todo estaba bajo control.

URÓBORO || Geto SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora