Abbey

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Cancion recomendada a escuchar: Abbey - Mitski

El azabache se encontraba parado frente a la puerta de la casa de sus padres, sosteniendo las llaves con firmeza en sus manos. Era un día especial, su cumpleaños, y sus amigos habían celebrado con él en la escuela. Siguiendo el consejo de Hebihada, decidió que era momento de enfrentar el pasado y visitar a sus padres.

Estaba perdido en sus pensamientos mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas para explicar su prolongada ausencia. Se preguntaba cómo podría justificar el tiempo perdido, cómo explicar todas las llamadas y mensajes evitados que se habían acumulado con el paso de los días. El peso de la culpa se hacía presente en su corazón, recordándole las consecuencias de su silencio y su distancia.

Suguru suspiró pesadamente, sintiendo sus manos temblorosas mientras luchaba por insertar la llave en la cerradura de la puerta. Después de varios intentos, finalmente logró encajar la llave y girarla para quitar el seguro. Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, tomó el picaporte de la puerta y, con un último suspiro para reunir valor, cruzó el umbral y entró en la casa.

Cerró la puerta detrás de sí, sumergiéndose en la oscuridad que envolvía la casa. Sus ojos se adaptaron lentamente a la penumbra, permitiéndole observar los ligeros cambios que habían ocurrido en su ausencia. Notó los marcos colgados en las paredes, ligeramente desplazados, y un nuevo adorno en la mesilla de la sala de estar.

Cada pequeño detalle era un recordatorio de que la vida había continuado su curso, incluso en su ausencia.

Se quedó quieto por un momento al escuchar el ruido proveniente de la cocina. Una pequeña luz titilante se filtraba desde la habitación, iluminando débilmente el pasillo oscuro. Los sonidos de platos y cubiertos resonaban en la casa.

Suguru avanzaba con paso firme, aunque en su interior los nervios lo agitaban. Al doblar para detenerse en el marco de la puerta de la cocina, sus ojos se encontraron con una figura familiar.

Observó con sorpresa a su madre en la cocina, quien estaba ocupada organizando y limpiando con esmero. Sus ojos se posaron en la mesa, donde un banquete exquisito se desplegaba frente a él. Reconoció de inmediato sus platillos favoritos, dispuestos de manera tentadora, pero lo que más llamó su atención fue el pastel casero de cumpleaños que destacaba en el centro de la mesa.

Un par de velas con los números uno y siete decoraban el pastel.

Suguru observó la escena con una mezcla de emociones encontradas que lo invadieron de repente. Una ola de culpa lo abrumó, sintiendo un nudo en la garganta mientras apretaba los labios con pesar. El pensamiento de cuántos fines de semana su madre lo había estado esperando de esa manera, preparando con tanto amor y dedicación, lo hacía sentir aún peor.

Suguru se cubrió la boca instintivamente, sintiendo un nudo en la garganta al ver a su madre lavando la vajilla, ajena a su presencia en el marco de la puerta. La mujer, al percibir el peso de una mirada sobre ella, habló con cariño. —"¿Cómo te fue en el trabajo, cariño?"— Sin embargo, su pregunta se interrumpió abruptamente al darse cuenta de que la figura que estaba parada allí no era su esposo, sino su hijo.

La madre cerró el grifo del fregadero, secándose las manos en su delantal con gesto automático. Luego, juntó las palmas de sus manos en un gesto de nerviosismo, sus ojos recorriendo a su hijo de pies a cabeza con incredulidad, como si no pudiera creer que realmente se encontrara frente a ella en ese preciso instante.

Suguru se acercó a su madre con pasos lentos, cayendo de rodillas frente a ella. Con un gesto de reverencia, pegó su frente fuertemente contra el suelo, queriendo transmitir con ese acto la sinceridad de sus sentimientos. A pesar de su deseo de hablar y expresar todo lo que sentía en su corazón, ninguna palabra lograba salir de sus labios en ese momento de intensa emoción.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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URÓBORO || Geto SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora