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—"Oye, ¿qué te sucede?"— cuestionó Shoko, frunciendo los ojos con curiosidad.

Leiri y Hebihada se encontraban en la terraza del departamento de los padres de Leiri, mirando fijamente la bulliciosa ciudad mientras disfrutaban de sus cigarrillos. Leiri, con las piernas cruzadas, balanceaba su pie de arriba abajo, mostrando cierta inquietud. Observaba detenidamente a Mikazuki, su amiga de confianza, quien había estado comportándose de manera extraña durante semanas.

Leiri notaba que algo no andaba bien. La chica había estado actuando de manera extraña durante semanas. Estaba constantemente cabizbaja, aceptando misiones más allá de su carga de trabajo habitual. Su apariencia física también se deterioraba día tras día, mostrando signos evidentes de agotamiento.

—"Sé que normalmente no fumas, pero últimamente me invitas cada vez que tienes tiempo libre"— cuestionó Shoko —"Que puedas recuperarte físicamente no significa que sea saludable, ¿sabes?"—dijo, soltando una risa irónica al darse cuenta de la paradoja de la situación, ya que ella se encontraba en la misma situación.

Mikazuki exhaló el humo con pesar, sosteniendo el cigarrillo con firmeza entre sus dedos. Desde su encuentro con Kenjaku, su mera existencia había sido cuestionada. ¿Acaso se reducía su existencia al capricho morboso de un hechicero milenario?

Había aceptado que era una maldición, Tengen se lo había confirmado, y ella misma lo había experimentado. Pero ahora, tener que aceptar que su creación había sido un simple capricho, que nunca debió haber nacido en primer lugar, resultaba demasiado para ella.

Mikazuki dio otra calada a su cigarrillo, el humo se arremolinaba a su alrededor como una niebla inquietante. Reflexionó sobre su propósito en este mundo, sintiendo el peso de su existencia sobre sus hombros. ¿No era más que un juguete para la diversión de un brujo milenario?

—"¿Cuestionando nuestra existencia?"— dijo Leiri, mientras apagaba su cigarro en el cenicero, dejando que las brasas titilantes enfatizaran la efímera naturaleza de la vida. Tomando otro de la caja.

Mikazuki alzó las cejas con sorpresa, y Shoko soltó una risa mientras encendía su cigarrillo. —"Conozco esa mirada"— dijo mientras las palabras se entrecortaban por el cigarro en su boca, tomando una bocanada de humo antes de expulsarlo. —"Es la misma que me saluda cada vez que me miro en un espejo"— añadió.

Hebihada permaneció en silencio, con la mirada perdida en el horizonte, sintiendo la intensidad de la mirada de su amiga clavada en su sien. Aunque no cruzaron palabras, podía percibir la inquietud en el ambiente entre ellas. Shoko la observaba directamente, tomando una calada de su cigarro y dejando que el humo se deslizara por el aire.

—"¿Qué sucedió?"— cuestionó con un tono calmado.

Hebihada observó a Shoko en silencio, notando cómo la nicotina comenzaba a hacer efecto en sí. Sabía que no podía revelarle toda la verdad, pero al menos quería compartir un poco del peso que cargaba sobre sus hombros. Con un suspiro, decidió abrir un pequeño resquicio en su corazón y plantear la pregunta que la atormentaba.

—"¿Para qué fui creada?"— preguntó Hebihada con un toque de tristeza en su voz, dejando escapar un destello de vulnerabilidad que rara vez mostraba.

Leiri siguió la mirada de Hebihada al horizonte, envueltas en una nube de humo que las rodeaba por completo. Apoyó su mentón en una de sus manos y ladeó la cabeza, sumida en sus pensamientos. 

Escuchó atentamente las palabras de su amiga, reconociendo la angustia y la confusión que parecían estar pesando sobre ella en las últimas semanas. Aunque sabía que Hebihada no podía revelarle todo, apreciaba el gesto de confianza al compartir una parte de su carga emocional.

URÓBORO || Geto SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora