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La noche era tan fría que parecía congelar los huesos. Las luces adornaban la gran ciudad de Tokio, mientras el cielo se llenaba de estrellas y la luna brillaba con fuerza. Se podía escuchar a la gente gritar y celebrar la víspera de navidad, una fecha en la que la felicidad se percibía en cada rincón.

—"¡Salud!"— gritaron al unísono un par de voces juveniles después de chocar las copas llenas de alcohol. Nanami, Leiri y Geto bebieron el líquido amargo sin pensarlo dos veces. Ijichi y Haibara estaban un poco indecisos sobre si beberlo o no, ya que todavía eran menores de edad. Gojo simplemente le pasó su copa a Leiri y está la bebió de un solo trago.

Era Navidad de 2006 y Gojo había alquilado un departamento para celebrarla con sus compañeros. Todos estaban vestidos con temática navideña, luciendo colores vivos que representaban la festividad. Gojo decidió disfrazarse de Santa Claus, aprovechando sus canas naturales debido a su albinismo. Geto miraba con ojos llenos de alegría cómo sus amigos se divertían.

A pesar de que este año ha sido una auténtica pesadilla para él, le reconfortaba de alguna manera el hecho de estar aquí en este momento, disfrutando de la compañía de sus amigos más cercanos y brindando con un buen vino. Simplemente se permitía ser feliz de vez en cuando.

Leiri ya estaba bastante borracha por todo el alcohol que había consumido, y Haibara e Ijichi estaban cuidando de ella. Mientras tanto, Gojo seguía actuando como un payaso mientras vestía su traje de Santa Claus, molestando al rubio sin descanso. Nada fuera de lo común. Suguru, por su parte, comenzó a buscar a una pequeña chica de cabello castaño por toda la habitación.

El azabache frunció el ceño, preocupado por la ausencia de esa figura familiar en la habitación. Decidió dirigirse a sus amigos en busca de respuestas, pero para su sorpresa, todos estaban tan absortos en sus propios asuntos que no tenían ni la más mínima idea de dónde podía encontrarse la castaña.

Suguru suspiró con pesadez, sintiéndose un tanto perdido mientras observaba a su alrededor. Preguntándose dónde podría estar Mikazuki.

Mientras tanto, Mikazuki se encontraba en la azotea del edificio, sumida en la desolación del frío invierno de diciembre. Con un cigarrillo en mano, lo llevó a sus labios y tomó una bocanada, dejando que el humo se disipara en el aire helado.

Observando la ciudad de Tokio que se extendía ante sus ojos, Mikazuki sintió un ligero pesar en su corazón. Era la temporada navideña, un momento lleno de alegría, calidez familiar y amor, pero ella se encontraba sola en la azotea, envuelta en su propia melancolía mientras el bullicio festivo se desarrollaba debajo de ella. El contraste entre las vivas luces de colores que iluminaban la ciudad y la oscuridad que la envolvía era desgarrador.

Mikazuki extendió su dedo hacia el cielo, esperando que uno de los pequeños copos de nieve cayera en el, pero para su sorpresa, ninguno parecía querer posarse en su dedo. Los copos danzaban en el aire, creando pequeños remolinos alrededor de la azotea, pero ninguno se detenía en su invitación. La chica intentó de nuevo, moviendo su dedo suavemente en el aire, esperando capturar al menos uno. Sin embargo, parecía que los copos tenían su propio juego, esquivando su dedo con gracia. Finalmente, bajó su dedo con resignación.

La castaña prendió otro cigarrillo más, perdida en sus pensamientos, cuando de repente escuchó su nombre llamado a sus espaldas. Girándose lentamente, se encontró con el azabache parado cerca de ella. El frío viento sopló con fuerza, erizando su piel y haciéndole sentir una sensación de escalofrío. Suguru cerró la puerta detrás de él y se acercó hacia donde estaba la chica, sin decir una palabra.

Mikazuki observó a Suguru mientras se acercaba lentamente, reconociendo su presencia sin necesidad de palabras. El humo del cigarrillo se desvanecía en el aire mientras él se apoyaba en la barandilla de la azotea, compartiendo el espacio junto a ella.

URÓBORO || Geto SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora