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Mikazuki caminaba al lado de la misteriosa mujer, manteniendo una distancia discreta pero cautelosa. La mujer, quien se hacía llamar Kaori Itadori, aunque Mikazuki sospechaba que era solo uno de sus muchos alias, tarareaba una melodía navideña mientras ambas deambulaban por las animadas calles de Tokio. Los ojos de Kaori permanecían fijos en el horizonte.

Kaori notó la tensión en el lenguaje corporal de la castaña, quien seguía manteniendo una distancia discreta. Sin embargo, la pelinegra suspiró y rompió el silencio de una manera juguetona. —"Sabes, puedes caminar más cerca de mí, no muerdo"— dijo con una sonrisa traviesa.

Mikazuki no pudo evitar soltar una respuesta rápida y llena de sarcasmo. —"Oh, por supuesto que muerdes"— contestó de inmediato. A pesar de su respuesta, Mikazuki permitió que Kaori se acercara más, consciente de que no quería causar una escena en medio de la multitud de civiles.

Kaori dejó escapar una risa suave ante la respuesta sarcástica de la castaña. —"Buen punto, supongo que debería cambiar mi postura anterior"— dijo con un brillo juguetón en sus ojos —"Usualmente no muerdo fuerte"— agregó, dejando una pizca de intriga en el aire.

Ambas continuaron su caminar, alejándose de las concurridas calles y adentrándose en lugares más tranquilos y apartados, donde la presencia de civiles y vehículos era menos constante. Mikazuki, en un susurro apenas audible, le preguntó. —"¿Quién eres?"—

Kaori sonrió de forma enigmática ante la pregunta de la chica. —"¿Quién crees que soy?"— contestó, mirándola de reojo, como si esperara que Mikazuki adivinara su verdadera identidad.

Mikazuki sostuvo la mirada de Kaori, desafiante pero cautelosa. —"Seguramente no eres la mujer que pretendes ser"— respondió.

La caminata las llevó a un callejón, donde ambas se encontraron enfrentadas, cada una en un extremo opuesto. Kaori colocó una mano en su cadera, desafiante. —"¿Y qué te hace pensar que solo estoy pretendiendo, hmm? ¿Acaso no actúo lo suficientemente convincente?"— preguntó, intentando mantener su fachada imperturbable.

Mikazuki no se dejó intimidar y señaló la cicatriz en su frente, atrayendo la atención de Kaori hacia ella. La pelinegra no pudo evitar soltar una risita, sorprendida y divertida por haber sido descubierta. Era evidente que su disfraz no había sido tan perfecto como esperaba.

—"Deja la estúpida máscara, te he visto antes, conoces mi nombre y sé que tu futuro objetivo es Suguru Geto"— dijo Mikazuki con una mirada intensa.

La sonrisa burlona desapareció brevemente del rostro de la pelinegra, sus ojos se estrecharon y su ceño se frunció. La sorpresa se apoderó de ella al darse cuenta de que la chica sabía más sobre sus planes de lo que ella esperaba. La pelinegra reflexionó durante unos momentos, tratando de entender cómo es que esa chica tenía conocimiento de sus planes y hasta qué punto estaba informada. Luego, suspiró.

Jalando de los hilos de su cicatriz, la cabeza se abrió como una tapa, revelando un cerebro con boca. Kenjaku, el hechicero milenario que ha poseído distintos cuerpos a lo largo del tiempo, finalmente se presentó ante Mikazuki.

—"Así que, ¿ya has usado Uragiri no Sekai?"— cuestionó Kenjaku, asegurando su cabeza nuevamente.

Mikazuki abrió los ojos sorprendida, y la sonrisa maliciosa volvió a dibujarse en el rostro de la mujer. Se rió suavemente, divertida por la reacción de la chica. —"¿Sorprendida de que conozca tu técnica?"— la pelinegra se cruzó de brazos y se apoyó en la pared detrás de ella, su tono era despreocupado, como si estuvieran hablando de algo casual.

—"¿Cómo es que conoces eso?"— inquirió la castaña, sus sentidos agudizados y en alerta.

—"Digamos que tengo mis maneras"— contestó la enigmática mujer, empujándose levemente fuera de la pared y comenzando a caminar con paso decidido hacia el interior del callejón. — "Pero déjame decirte que eso es solo la punta del iceberg"—

URÓBORO || Geto SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora