(1995) Parte 2

324 45 17
                                    

Durante los tres días que duraron las reuniones, los niños se dedicaron a hacer travesuras a los adultos y a los demás niños. Desde añadir sal extra a la comida para hacerla sabrosamente insoportable, hasta fingir ser malvados hechiceros para asustar a los más pequeños, no había límites para su creatividad. Incluso se las ingeniaron para dejar los baños sin papel higiénico, provocando caos.

Además, idearon travesuras clásicas como poner tinta invisible en los bolígrafos, desatar nudos imposibles en las cuerdas de los zapatos y esconder los objetos personales de los adultos en lugares inusuales. La diversión era contagiosa y se podía sentir en el aire mientras los niños se reían a carcajadas y disfrutaban de su complicidad.

-"Oye, Mikazuki. Vi que un viejo de los clanes menores se dirigió a uno de los jardines. ¿Qué te parecería asustarlo un poco?"- propuso el albino mientras disfrutaba de uno de sus caramelos. Los ojos de la castaña se iluminaron ante la propuesta. No había nada que le gustara más que hacer travesuras a los adultos.

Ambos niños debatieron sobre cuál sería la mejor forma de asustar al anciano. Finalmente, llegaron a la conclusión de que sería más efectivo si Mikazuki trepaba a uno de los árboles y lo sorprendía desde arriba. Con entusiasmo, los dos pequeños diablillos se dirigieron a sus posiciones, ansiosos por avistar al pobre anciano y poner en marcha su travesura

El señor caminaba tranquilamente por los jardines, deleitándose con la belleza del paisaje que se desplegaba ante sus ojos. Mientras avanzaba, pudo escuchar risas suaves en el ambiente, lo que provocó que el anciano frunciera el ceño en confusión. Continuó su camino y, de reojo, logró vislumbrar una pequeña figura entre los árboles, aunque no le dio mayor importancia y decidió seguir disfrutando de su paseo sin interrupciones.

De repente, mientras el anciano caminaba, la figura de una niña se abalanzó sobre él con un grito sorpresivo. Esto provocó que el anciano gritara en respuesta y cayera de espaldas. Satoru salió de su escondite con una rama de árbol en la mano, simulando ser una espada.

-"Ríndete ante el gran Gojo Satoru, anciano"- dijo el niño mientras alzaba su espada improvisada.

El anciano, agarrándose el pecho con fuerza, respiraba agitadamente. Mikazuki rápidamente bajó del árbol y se acercó a él, confundida por su reacción.

-"Oye, Satoru. ¿Qué le sucede?"- preguntó la niña con preocupación, observando cómo el anciano luchaba por respirar adecuadamente.

El albino dejó de reír y se acercó lentamente al viejo. -"Disculpe, viejito. Sé que está mayor, pero no es para tanto, solo fue un pequeño susto"- intentó decir el albino, pero sus palabras quedaron suspendidas en el aire cuando el anciano colapsó y cayó al suelo. Mikazuki y Satoru parpadearon confundidos, sin comprender lo que estaba sucediendo.

El albino, con una mezcla de preocupación tomó fuerte la rama que encontró y comenzó a dar pequeños toques en el rostro del anciano, en un intento desesperado de revivirlo. Sin embargo, el adulto permanecía inmóvil, sin reacción alguna.

La castaña intentó mover las manos arrugadas del adulto, pero estas cayeron inertes. Los dos niños intercambiaron miradas confundidas. En un acto atrevido, la niña decidió piquetear uno de los ojos del adulto, pero este permaneció inmóvil. -"¡Ay, Satoru! ¡Creo sí se murió enserio!"- exclamó la niña alarmada.

-"Bah, patrañas. A un tío mío le pasó lo mismo y dijeron que era algo normal"- dijo despreocupado. Ambos niños decidieron alejarse de allí lo más rápido posible. A medida que se distanciaban del lugar, el sonido de las sirenas llamó su atención, pero decidieron no darle importancia. Después de todo, según ellos, el anciano simplemente se había quedado dormido.

URÓBORO || Geto SuguruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora