Sky Swift y El Prisionero De Azkaban

CAPÍTULO 8. EL DEMENTOR

El tren traqueteaba, la lluvia golpeaba contra las ventanas, el viento rugía, pero el profesor Lupin seguía durmiendo.

—Debemos de estar llegando —dijo Ron, mientras el tren empezó a reducir la velocidad —Estupendo. Me muero de hambre. Tengo ganas de que empiece el banquete…

—No podemos haber llegado aún —dijo Sky mirando el reloj.

—Entonces, ¿por qué nos detenemos?

El tren se paró con una sacudida, y distintos golpes testimoniaron que algunos baúles se habían caído de los portaequipajes. A continuación, sin previo aviso, se apagaron todas las luces y quedaron sumidos en una oscuridad total.

—¿Qué sucede? —dijo Ron.

—¡Ay! —gritó Hermione— ¡Me has pisado, Ron!

—¿Habremos tenido una avería? —preguntó Sky, agarrando la mano de Harry.

—No sé…

—Algo pasa ahí fuera —dijo Ron— Creo que está subiendo gente…

La puerta del compartimento se abrió de repente y alguien cayó sobre las piernas de Harry.

—¡Perdona! ¿Tienes alguna idea de lo que pasa? ¡Ay! Lo siento…

—Hola, Neville —dijo Harry y Sky, al mismo tiempo, mientras agarraba la mano de Sky.

—¿Harry? ¿Eres tú? ¿Qué sucede?

—¡No tengo ni idea! Siéntate…

Se oyó un bufido y un chillido de dolor. Neville había ido a sentarse sobre Crookshanks, quien volvió al regazo de Sky.

—Voy a preguntarle al maquinista qué sucede. —Harry se iba a levantar pero Sky lo jalo de nuevo al asiento, en eso oyó abrirse de nuevo la puerta, y después un golpe y dos fuertes chillidos de dolor.

—¿Quién eres?

—¿Quién eres?

—¿Ginny?

—¿Hermione? ¿Sky?

—¿Qué haces?

—Buscaba a Ron y a Sky…

—Entra y siéntate pequeña…

—Aquí no —dijo Harry apresuradamente— ¡Esta Sky!

—¡Ay! —exclamó Neville.

—¡Silencio! —dijo de repente una voz ronca.

Por fin se había despertado el profesor Lupin. Nadie dijo nada. Se oyó un chisporroteo y una luz parpadeante iluminó el compartimento.

—No se muevan —dijo con la misma voz ronca.

La puerta se abrió lentamente antes de que Lupin pudiera alcanzarla. De pie, había una figura cubierta con capa y que llegaba hasta el techo. Un frío intenso se extendió por encima de todos.

Los ojos de Harry se quedaron en blanco. No podía ver nada. A lo lejos, oyó unos aterrorizados gritos de súplica. Intentó mover los brazos, pero no pudo.

—¡Rayito! ¡James! ¿Estás bien? Alguien le daba palmadas en la cara.

Lupin al escuchar el nombre de James, se le vino muchos recuerdos, volteo a ver a Sky era igual a Lily y a Marjorie, pero con los ojos de Sirius, era obvio, que era su hija.

—¿Qué? Harry abrió los ojos.

Por lo visto había resbalado del asiento y caído al suelo. Ron y Sky estaban arrodillados a su lado, y por encima de ellos vio a Neville, Hermione que abrazaba a Ginny, y al profesor Lupin, mirándolo.