CAPÍTULO 38. LUPIN

23 4 0
                                    

Cuando Sky, Harry, Ron y Hermione dejaron la enfermería al día siguiente a mediodía, encontraron el castillo casi desierto. Se fueron directo al lago, se sentaron cerca viendo cómo sacaba los tentáculos del agua el calamar gigante. Una sombra los cubrió. Al levantar la vista vieron a Hagrid, medio dormido.

—Ya sé que no debería alegrarme después de lo sucedido la pasada noche —dijo— Me refiero a que Black se volviera a escapar y todo eso… Pero ¿a que no adivinan…?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—Ya sé que no debería alegrarme después de lo sucedido la pasada noche —dijo— Me refiero a que Black se volviera a escapar y todo eso… Pero ¿a que no adivinan…?

—¿Qué? —dijeron, fingiendo curiosidad.

—Buckbeak. ¡Se escapó! ¡Está libre! ¡Lo estuve celebrando toda la noche!

—¡Eso es estupendo! —dijo Sky.

—Sí, no lo atamos bien —explicó— Esta mañana estaba preocupado, pensé que podía tropezarse por ahí con el profesor Lupin. Pero Lupin dice que anoche no comió nada.

—¿Cómo? —preguntó Harry.

—Caramba, ¿no lo has oído? —le preguntó Hagrid— Snape se lo ha revelado esta mañana a todos los de Slytherin. Creía que a estas alturas ya lo sabría todo el mundo: el profesor Lupin es un hombre lobo. Y la noche pasada anduvo suelto por los terrenos del colegio. En estos momentos está haciendo las maletas, por supuesto.

—¿Que está haciendo las maletas? —preguntó Sky alarmada— ¿Por qué?

—Porque se marcha —dijo Hagrid— Lo primero que hizo esta mañana fue presentar la dimisión. Dice que no puede arriesgarse a que vuelva a suceder.

Harry y Sky se levantaron de un salto.

—Vamos a verlo —dijo Harry a Ron y a Hermione— Nos veremos aquí mismo más tarde.

La puerta del despacho de Lupin estaba abierta. Ya había empaquetado la mayor parte de sus cosas. Lupin se inclinaba sobre algo que había en la mesa y sólo levantó la vista cuando llamaron a la puerta.

—Los he visto venir —dijo Lupin sonriendo. Señaló el mapa del merodeador.

—Acabamos de estar con Hagrid —dijo Harry— Me ha dicho que ha presentado usted la dimisión. No es cierto, ¿verdad?

—Me temo que sí —contestó Lupin.

—¿Por qué? —preguntó Sky— El Ministerio de Magia no lo creerá confabulado con papá, ¿verdad?

—No. El profesor Dumbledore se las ha arreglado para convencer a Fudge de que intenté salvaros la vida —suspiró— Ha sido el colmo para Severus. Creo que ha sido muy duro para él perder la Orden de Merlín. Así que él… por casualidad… reveló esta mañana en el desayuno que soy un licántropo.

—A veces puede ser un idiota —el profesor miro a Sky y reio.

—¿Y se va sólo por eso? —preguntó Harry.

—Mañana a esta hora empezarán a llegar las lechuzas enviadas por los padres. No consentirán que un hombre lobo dé clase a sus hijos, Harry. Y después de lo de la última noche, creo que tienen razón. Pude haber mordido a cualquiera de ustedes… No debe repetirse.

—¡Es usted el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que hemos tenido nunca! —dijo Harry, y Sky asintió estando de acuerdo— ¡No se vaya!

—Por lo que el director me ha contado esta mañana, la noche pasada salvaste muchas vidas, Harry. Si estoy orgulloso de algo es de todo lo que has aprendido. Háblame de tu patronus.

—¿Cómo lo sabe? —preguntó Harry.

—¿Qué otra cosa podía haber puesto en fuga a los dementores?

Harry contó a Lupin lo que había ocurrido.

—Sí, tu padre se transformaba siempre en ciervo —confirmó Lupin— Lo adivinaste. Por eso lo llamábamos Cornamenta.

—Toma, la traje la otra noche de la Casa de los Gritos —dijo, entregándole a Harry la capa invisible— Y… —titubeó y le entregó el mapa del merodeador— Ya no soy profesor tuyo, así que no me siento culpable por devolverte esto. A mí ya no me sirve. Y me atrevo a creer que tú, Sky, Ron y Hermione le encontrarán utilidad.

—Usted me dijo que Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta me habrían tentado para que saliera del colegio…, que lo habrían encontrado divertido.

—Sí, lo habríamos hecho —confirmó Lupin— No dudo que a James le habría decepcionado que su hijo no hubiera encontrado ninguno de los pasadizos secretos para salir del castillo.

Alguien llamó a la puerta. Era el profesor Dumbledore.

—Tu coche está en la puerta, Remus —anunció.

—Gracias, director.

—Bien. Adiós, Harry, Sky —dijo sonriendo— Ha sido un verdadero placer ser profesor suyo. Estoy seguro de que nos volveremos a encontrar en otra ocasión. Señor director, no hay necesidad de que me acompañe hasta la puerta. Puedo ir solo.

—Adiós entonces, Remus —dijo Dumbledore.

Lupin, les regaló una sonrisa a los dos y salió del despacho.

—Permiso director, necesito hablar con mi padrino una última vez, te veo después Harry —dijo Sky mientras salía corriendo detrás de Lupin, cuando llegó a la entrada, lo encontró a punto de subirse al carruaje

—¡Padrino! Espera —dijo Sky, Lupin volteó su cabeza— Antes de que te vayas, ¿podrías prometerme una cosa?

—Claro Sky —dijo Lupin acercándose a ella.

—Prométeme que nos veremos más seguido, al final eres mi padrino, y quiero conocerte mejor, quiero tenerte a mi lado, mamá tiene muchas fotos contigo, mira… —dijo Sky mientras le pasaba una foto. Lupin la miro, y casi llora, volteo a ver a Sky.

—Lo prometo Sky —Sky sonrió y lo abrazó.

—Te quiero padrino. Buen viaje, no olvides escribirme.

Sky Swift y El Prisionero De Azkaban Donde viven las historias. Descúbrelo ahora