CAPÍTULO 19. AYUDA DE LUPIN

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Fue un alivio regresar el lunes al bullicio del colegio. La mayor parte de la siguiente clase de Pociones la pasó Malfoy imitando por toda la mazmorra a los dementores.

Llegó un momento en que Ron no pudo soportarlo más y le arrojó un corazón de cocodrilo grande y viscoso. Le dio en la cara y consiguió que Snape le quitara cincuenta puntos a Gryffindor.

—Si Snape vuelve a dar la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, me pondré enfermo —explicó Ron, mientras se dirigían al aula de Lupin, tras el almuerzo— Mira a ver quién está, Sky.

—¡Estupendo! —gritó Sky luego de que se asomara al aula.

El profesor Lupin había vuelto al aula. Les sonrió a los alumnos mientras se sentaban, y ellos pronunciaban quejas sobre el comportamiento de Snape durante la enfermedad de Lupin.

—No es justo. Sólo estaba haciendo una sustitución. ¿Por qué tenía que mandarnos trabajo?

—No sabemos nada sobre los hombres lobo…

—¡… dos pergaminos!

—¿Le dijeron al profesor Snape que todavía no habíamos llegado ahí? —preguntó el profesor Lupin.

—Sí, pero dijo que íbamos muy atrasados…

—… no nos escuchó…

—¡… dos pergaminos!

—No se preocupen. Hablaré con el profesor Snape. No tendrán que hacer el trabajo. Sky suspiro aliviada, como varios, no lo habían acabado, ni empezado.

—¡Oh, no! —exclamó Hermione, decepcionada— ¡Yo ya lo he terminado!

Tuvieron una clase muy agradable. El profesor Lupin había llevado una caja de cristal que contenía un hinkypunk, una criatura pequeña de una sola pata que parecía hecha de humo, y aparentemente inofensiva.

 El profesor Lupin había llevado una caja de cristal que contenía un hinkypunk, una criatura pequeña de una sola pata que parecía hecha de humo, y aparentemente inofensiva

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—Atrae a los viajeros a las ciénagas —dijo el profesor Lupin— ¿Ven el farol que le cuelga de la mano? Le sale al paso, el viajero sigue la luz y entonces…

Al sonar el timbre, todos, Harry entre ellos, recogieron sus cosas y se dirigieron a la puerta, pero…

—Espera un momento, Harry —le dijo Lupin— me gustaría hablar un momento contigo —Sky le sonrió a ambos y se volteó para irse, pero el profesor Lupin la detuvo— Puedes quedarte Sky.

—Me han contado lo del partido —dijo Lupin, metiendo los libros en su maletín— Y lamento mucho lo de tu escoba. ¿Será posible arreglarla?

—No —contestó Harry— el árbol la hizo trizas.

—Plantaron el sauce boxeador el mismo año que llegué a Hogwarts. La gente jugaba a un juego que consistía en aproximarse lo suficiente para tocar el tronco. Un chico llamado Davey Gudgeon casi perdió un ojo y se nos prohibió acercarnos. Ninguna escoba habría salido victoriosa.

—¿Ha oído también lo de los dementores? —dijo Harry, Sky se estremeció, solo recordaba y recuerda el miedo de perderlo.

—Sí, lo oí. Creo que nadie ha visto nunca tan enfadado al profesor Dumbledore. Están cada vez más rabiosos porque Dumbledore se niega a dejarlos entrar en los terrenos del colegio… Fue la razón por la que te caíste, ¿no?

—Sí —respondió Harry, dudó un momento, volteo a ver a Sky, y como siempre lo animó— ¿Por qué? ¿Por qué me afectan de esta manera? ¿Acaso soy…?

—No tiene nada que ver con la cobardía —dijo el profesor Lupin— Los dementores te afectan más que a los demás porque en tu pasado hay cosas horribles que los demás no tienen.

—Los dementores están entre las criaturas más nauseabundas del mundo. Infestan los lugares más oscuros y más sucios. Disfrutan con la desesperación y la destrucción ajenas, se llevan la paz, la esperanza y la alegría de cuanto les rodea. Incluso los muggles perciben su presencia, aunque no pueden verlos. Si alguien se acerca mucho a un dementor, éste le quitará hasta el último sentimiento positivo y hasta el último recuerdo dichoso. Si puede, el dementor se alimentará de él hasta convertirlo en su semejante: en un ser desalmado y maligno. Le dejará sin otra cosa que las peores experiencias de su vida. Y el peor de tus recuerdos, Harry, es tan horrible que derribaría a cualquiera de su escoba. No tienes de qué avergonzarte.

—Cuando hay alguno cerca de mí… oigo el momento en que Voldemort mató a mi madre —Sky miró con tristeza a Harry, lo agarró de la mano y la acarició.

—¿Por qué acudieron al partido? —preguntó Harry con tristeza.

—Están hambrientos —explicó Lupin tranquilamente— Dumbledore no los deja entrar en el colegio, de forma que su suministro de presas humanas se ha agotado… Supongo que no pudieron resistirse a la gran multitud que había en el estadio. Toda aquella emoción… El ambiente caldeado… Para ellos, tenía que ser como un banquete.

—Azkaban debe de ser horrible —masculló Harry. Lupin y Sky asintieron con la cabeza.

—La fortaleza está en una pequeña isla, perdida en el mar. Pero no hacen falta muros ni agua para tener a los presos encerrados, porque todos están atrapados dentro de su propia cabeza, incapaces de tener un pensamiento alegre. La mayoría enloquece al cabo de unas semanas. (“Pobre papá” pensó Sky).

—Pero Sirius Black escapó —dijo Harry despacio— Escapó…

—Sí —dijo Lupin, volteando a ver a Sky, quien tenía la cabeza agachada— Black debe de haber descubierto la manera de hacerles frente. Yo no lo habría creído posible… En teoría, los dementores quitan al brujo todos sus poderes si están con él el tiempo suficiente.

—Usted ahuyentó en el tren a aquel dementor —dijo Harry de repente, y se acordó que Sky dijo ese hechizo.

—Hay algunas defensas que uno puede utilizar —explicó Lupin— Pero en el tren sólo había un dementor. Cuantos más hay, más difícil resulta defenderse.

—¿Qué defensas? —preguntó Harry inmediatamente— ¿Puede enseñarme? O tú Sky

—¿Yo? ¿Por qué yo? —pregunto confundida Sky, Lupin los veía.

—Tú dijiste el nombre de hechizo cuando estábamos platicando en el tren, ¿te acuerdas?

—El que sepa que hechizo, no quiere decir que lo sepa hacer…

—¿No lo sabes?

—Bueno… mmm… Si lo se, mi tío me lo enseñó

—¿Lo sabes hacer? —preguntó asombrado el profesor Lupin, realmente era muy especial.

—Si… pero enseñarlo…

—Pero si los dementores acuden a otro partido de quidditch, tengo que tener algún arma contra ellos.

—Bueno, de acuerdo. Intentaré ayudarte. Pero me temo que no podrá ser hasta el próximo trimestre. Tengo mucho que hacer antes de las vacaciones. Elegí un momento muy inoportuno para caer enfermo. Y otra cosa, Sky debes de estar en las lecciones, ¿de acuerdo?

—¿Por qué? —preguntó Sky confusa.

—Le haría bien a Harry. De acuerdo, luego los veo chicos.

Sky Swift y El Prisionero De Azkaban Donde viven las historias. Descúbrelo ahora