Capítulo 10: Segundo incidente

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Chicago, mayo 1993

Recuerdo haberte puesto un mensaje en tu localizador: "Por favor, ven al parqueo de catedráticos. Es urgente"

Habíamos pasado la semana más hermosa de nuestras vidas, preparándonos para repetir la encerrona del fin de semana, ahora que nuestra relación estaba consolidada y los dos, más enamorados que nunca.

Pero no contaba con aquello. Me quedé helada viendo mi auto totalmente destruido. No tanto por el auto, sino por comprender que alguien me odiaba tanto como para hacer aquello. Seguramente mientras destruía con un bate todos los vidrios, los espejos, las puertas, el capó, se imaginaba que era a mí a quien golpeaba. La realidad de aquella cruda violencia llenó de miedo mi alma. Yo temblaba a la par del vehículo. Te ví corriendo hacia mí. En un rápido movimiento me envolviste entre tus brazos, bloqueando mi mirada con tu cuerpo.

- Pequeña, ¿estás bien? - Me preguntabas buscando con la mirada algún signo de golpe o herida en mi cuerpo.

- S-si... yo estoy bien... pero mi auto... alguien le hizo eso a mi auto....

- !Ya no podemos dejar pasar algo así! Debemos dar aviso a las autoridades de la universidad para que investiguen en las cámaras de seguridad y hacer una denuncia a la policía. No te preocupes, yo llamaré ahora mismo para que vengan a levantar la denuncia.

- Albert... debo avisar a mi padre. Él es el dueño del vehículo. A él le corresponde hacer la denuncia.

- ¿Quieres que lo llame yo?

- No, me corresponde. Yo debo hacerlo. - En menos de media hora mi padre llegaba al parqueo, buscándome. No dejé de percibir su sorpresa incómoda al ver a Albert abrazándome, sentados ambos en el bordillo del parqueo.

- !Candy, hija! ¿Estás bien? ¿Te pasó algo a tí? - Yo corrí a abrazarlo. Aún temblaba de los nervios.

- No papá, yo estoy bien, pero el carro quedó destrozado. - Albert se acercó detrás mío y dijo con una seguridad que le admiré:

- Señor White, un gusto conocerlo, aunque no en estas circunstancias. Soy Albert Ardlay, novio de Candy. - Dijiste extendiendo tu mano educadamente. Mi padre se sorprendió mucho, me miró inquisitivamente y yo asentí con un movimiento de cabeza. Soltó mi abrazo y estrechándote la mano con fuerza te dijo:

- George White, mucho gusto joven. Coincido en que no son las mejores circunstancias. Espero que tengamos tiempo para hablar más adelante.

- Yo también lo espero. - le dijiste mirándolo a los ojos con una seguridad que yo nunca había tenido. Creo que a él le gustó eso. Mi padre me separó un poco de él para decirme:

- Hija, dime, qué ha pasado. ¿A qué se debe todo esto? ¿Tienes algún problema con alguien?

- No papá. De verdad que no sé a qué se debe. La primera vez pensé que había sido algo al azar. No le dí importancia, aunque Albert me hizo ver que había sido algo serio y planificado.

- ¿La primera vez? - preguntó mi padre viéndonos ambos con una mirada de interrogación. Tú tomaste la palabra.

- Hace un poco más de dos meses cortaron las llantas del auto con algún objeto filoso. Las cuatro llantas.

- !Candy, por qué no me lo dijiste!

- No quise molestarte, no le dí importancia. Sí informé a seguridad del Campus y nada volvió a ocurrir hasta entonces.

- El que haya ya un antecedente hace de esto es algo muy serio. No podemos dejarlo sin denuncia.

- Albert ya llamó a la policía, están al llegar.

- También pedí que el encargado de seguridad del Campus venga. Creo importante pedirle los videos de seguridad, pero a mí no me los darán. A usted como dueño del auto, deben entregárselos. - Papá volvió a verte con ojos de aprobación.

- !Vaya! Muy eficiente el chico. - A mí no se me escapó tu gesto de disgusto con lo de "chico"- Candy, hija, no quiero que vuelvas a tu apartamento. Te vienes a la casa inmediatamente.

- ¡Pero papa! Al menos debo ir a recoger mis cosas, mi ropa.

- Tu padre tiene razón, Pequeña. - Se te escapó, por la costumbre, aunque mi padre lo entendió como una especie de represalia por lo de "chico" - si te parece, voy yo a tu apartamento, recojo lo que me digas y lo llevo a tu casa.

- Me parece - concluyó mi padre - mientras tanto, Tom viene en camino para llevarte a casa. Yo me quedaré a hablar con los policías y con la gente de la universidad. No me iré de acá sin los videos. No te preocupes cariño, encontraremos a quien sea que haya hecho esto y pagará las consecuencias.  

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