CAPÍTULO 21: SU EXCELENCIA

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Zermatt, Suiza, enero 1996

- !Buenos días Su Excelencia! - dije con tono burlón a la mañana siguiente - A las 8:00, como lo requirió. - ¿En qué puedo ayudarle?

- Por el momento, - dijo él poniéndose de pie y sacando la silla para ayudarme a sentar - Acompáñeme a desayunar - Como si la silla hubiese tenido un resote, se levanté inmediatamente

- !Lo siento Su Excelencia! Le dije sumamente preocupada - Yo no puedo hacer eso. Nos está terminantemente prohibido tener ningún tipo de relación no profesional con los clientes. - El puso sus grandes manos sobre mis hombros y haciendo presión delicadamente me obligó a tomar asiento de nuevo.

- !No se preocupe Señorita Mckenzei! - Ya hablé con su supervisor al respecto. Usted me ayudará el día de hoy. - ¿habla Español?

- ¡Por supuesto! - Le dije de la forma más natural.

- Pues necesito que sea mi intérprete. Tengo hoy que atender a unos españoles, inversionistas en telecomunicaciones y su ayuda será invaluable.

- Pero... yo... no soy traductora profesional. Quizá para algo tan serio quisiera usted un profesional.

- Precisamente necesito a alguien como usted, que nos acompañe todo el día. Por supuesto este trabajo se le recompensará generosamente.

- No se trata del dinero... no quisiera que me trajera problemas en mi trabajo.

- De eso no se preocupe. Yo me entiendo con el gerente. Ahora desayunemos y la pongo en antecedentes del negocio y de los inversionistas - Terry se quedó en silencio, con la mirada perdida en mi rostro. Yo me sonrojé visiblemente.

- ¿Qué le pasa? ¿Qué me mira? ¿Acaso tengo payasos en la cara?

- Payasos... no sé.... ¡Pero es increíble la cantidad de pecas! !Por Dios, cuántas pecas!

- ¿Qué tienen de malo mis pecas? !A mí me gustan y estoy viendo cómo puedo conseguir más! ¡Lo que sucede es que como usted no tiene ninguna, está celoso de las mías! - la carcajada fue estruendosa.

- ¡Sí... ha de ser eso!... - se inclinó hacia mí - A mí también me gustan tus pecas Señorita McKenzei... sólo me quedé pensando en qué otros lugares de tu cuerpo las tienes....- Un comentario totalmente fuera de lugar que en cualquier época podría catalogarse como acoso y a mí me pareció.... adorablemente sincero.... Allí mismo debí levantarme e irme. Pero no, me quedé y me atreví a jugar un poco con él:

- !En todo el cuerpo! - Él levantó una ceja en señal de sorpresa y pregunta - Sí, también allí mismo donde está pensado - El sonrió y me miró sin decir nada, pero yo supe interpretarlo - !Alli también!... puede estar seguro.

- !Me muero por comprobarlo! - Dijo con una mirada de fuego y una sonrisa demasiado pícara

- Eso no pasará Su Excelencia.... - Le respondí, devolviéndole la sonrisa.

Ese día la pasamos muy bien. Cansado y demandante, pero muy bien. Fue un desayuno muy largo con estos inversionistas españoles que deseaban introducir una nueva tecnología celular en América Latina y querían socios europeos para hacerle frente a los monstruos de telecomunicaciones de Estados Unidos que reclamaban el mercado como propio. La traducción fue muy un reto importante para mí. Yo había estudiado y practicado mi español en México y lo hablaba muy bien, pero a la mexicana. Me costó bastante la variación peninsular del idioma, que tiene más variantes de las que existen entre el inglés americano y el británico. Al finalizar la reunión, que duró hasta el almuerzo, tuvimos un tiempo de descanso y luego quedamos de reunirnos en la pista para esquiar.

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