Capítulo 8: En el bosque

33 6 0
                                    


ADVERTENCIA:  Capítulo con escenas de contenido erótico con lenguaje explícito. No público menor de 18 años. 

Muy temprano esa madrugada te sentí sentado sobre la cama.

- Hermosa, despierta. Levántate. Ven conmigo, quiero que vayamos a un sitio especial.

- !Albert! Tu hermana....

- Por eso mismo quiero que salgamos ya. Vamos, acompáñame. Te espero en la sala.

Me vestí rápidamente y al llegar a la sala ya estabas tú allí, listo, con una mochila al hombro. Tu sonrisa opacaba al sol que empezaba a alumbrar la habitación.

- ¿Nos vamos? ¿Sin despedirnos? Dame papel y algo con que escribir, por favor. Les dejaré una nota agradeciendo la hospitalidad.

Nos subimos a tu motocicleta y viajamos al menos una hora, a las afueras de la ciudad. Me llevaste a un paraje natural entre un hermoso bosque, con vistas a un bello lago. Al llegar, sacaste de la mochila un mantel que extendiste en el césped y colocaste una botella de jugo, unos sandwiches y dos pedazos de tarta de manzana.

- Yo hice los sandwiches - me dijiste - Espero que te gusten. La tarta es la especialidad de la tia Elroy.

Nos sentamos y comimos mientras hablábamos muy cómodamente, como era siempre que estábamos juntos.

- Muchas gracias Albert, por ser tan especial conmigo. - Te dije viéndote a los ojos con una mirada cargada de gratitud y algo más que ni yo podía descifrar.

- No tienes por qué darlas. Soy feliz cuidándote.

- Albert, tú no tienes que cuidarme, tú no tienes por qué perder tu tiempo conmigo. - tu sonrisa dejó de brillar y tu mirada se volvió gélida nuevamente. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al ver aquella nube helada sobre tus ojos.

- ¿Qué te dijo mi hermana? Cualquier cosa que te haya dicho... ella no tiene derecho a....

- !Si que lo tiene! - Dije al fin rompiendo el autocontrol que me había impuesto para no tocarte, posando mi mano sobre la tuya - !Si lo tiene, porque te ama!... y tiene razón... yo no te convengo. Estamos en etapas de vida muy diferentes y yo no puedo arrastrarte a....

- !Candy! - me cortastes de pronto, tomando mis dos manos entre las tuyas. - Espera Candy, déjame hablar a mi. Candy: te amo. He pasado estos siete meses en un infierno, queriendo acercarme a tí y frenándome al mismo tiempo por absurdos temores y convencionalismos sociales que nunca he sabido cumplir, ni quiero hacerlo. Yo sé que tú me correspondes. Me lo dicen tus ojos, me lo dice tu piel cuando se estremece a mi tacto, me lo dicen tus labios, cuando se abren para mí. Sí, es cierto, soy más joven que tú...

- Mucho más joven que yo - interrumpí y tú sonreíste.

- Mucho más joven que tú - aceptaste - pero no por eso mi amor es menos real. Ninguna pareja tiene el éxito asegurado. No porque yo me involucre con alguien de mi misma edad quiere decir que funcionaría mejor que contigo, que es a quien amo. Anthony tiene razón: "ninguna niña de mi edad es tan bonita como tú" y yo podría agregar: ninguna niña de mi edad es tan inteligente y tan buena, ninguna niña de mi edad se ha metido en mi mente y en mi corazón como tú. Ninguna niña de mi edad podría hacerme más feliz que tú, hermosa y sexy ninfa de los bosques.

Deslizaste una mano por mi mejía hacia mi nuca y acercándome a tus labios, reclamaste mi boca. Al principio sólo posaste tus labios en los míos y tímidamente tu lengua pedía permiso, humedeciendo mis labios. En un movimiento apasionado yo abrí mis labios y atrapé tu lengua, enredándola con la mía, acariciándola, succionándola, mordiendo tu labio inferior mientras enredaba mis dedos en tu rubio cabello. De pronto me detuve en seco. Una duda asaltó mi mente.

ALWAYSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora